Más de 28 millones de argentinos están habilitados para concurrir hoy a las urnas en las elecciones más significativas y con menos expectativas –desde el punto de vista del resultado– de los últimos 28 años de continuidad democrática en Argentina.
Por primera vez en la historia contemporánea de nuestro país, un gobierno puede conseguir hoy el récord de ratificar su predominio en las preferencias populares por tercera vez consecutiva mediante el sufragio libre y universal, sin violentar la Constitución, y alzarse, a la vez, con mayoría en ambas cámaras legislativas (ver página 6).
Ese es el elemento trascendente de los comicios de hoy, que encuentran a un oficialismo sólido y consolidado en su camino hacia un tercer mandato sin interrupciones –tal vez en el que obtenga el mayor respaldo popular–, y a una oposición desmembrada y segmentada en fracciones, cuyos líderes se debaten entre emerger como segunda fuerza de cara al futuro o evitar la jubilación política por imperio de la realidad.
Sólo siete de las diez fórmulas que participaron de las elecciones primarias abiertas, simultáneas y obligatorias del 14 de agosto pasado llegarán hoy a los cuartos oscuros de los 24 distritos del país. Las tres restantes, pertenecientes al Movimiento Proyecto Sur, el Movimiento Acción Vecinal y el Partido del Campo Popular, no reunieron el 1,5 por ciento de los votos válidos que la nueva ley electoral establece como piso para participar de las generales.
El resultado del novedoso proceso de selección primaria instrumentado para este turno electoral –que en la provincia de Santa Fe se emplea desde 2005– le restó expectativas a los comicios de hoy en la categoría presidencial, aunque cada fuerza política buscará quedarse con una porción de los escaños que se ponen en juego en las cámaras legislativas con un doble objetivo: intentar ejercer un control de las acciones de gobierno y consolidar fuerza parlamentaria para 2015.
La Cámara de Diputados de la Nación renueva la mitad de sus integrantes, 130 bancas, mientras que el Senado lo hace con un tercio de sus escaños, 24 butacas. Además, nueve provincias eligen hoy gobernador y vice y autoridades locales junto con las categorías nacionales.
Las siete fórmulas presidenciales que los votantes encontrarán en el cuarto oscuro son las de Cristina Fernández de Kirchner-Amado Boudou (Frente para la Victoria); Hermes Binner-Norma Morandini (Frente Amplio Progresista); Ricardo Alfonsín-Javier González Fraga (Unión para el Desarrollo Social); Eduardo Duhalde-Mario Das Neves (Frente Popular); Alberto Rodríguez Saá-José María Vernet (Compromiso Federal); Elisa Carrió-Adrián Pérez (Coalición Cívica); y Jorge Altamira-Christian Castillo (Frente de Izquierda y de los Trabajadores).
Escenarios
La kilométrica distancia que obtuvo en las primarias la actual presidenta Cristina Fernández, que va por su reelección, planchó el escenario electoral posterior al 14 de agosto. Las expectativas del variopinto mosaico opositor –que hasta entonces intentaba moldear un escenario de segunda vuelta con la esperanza de que el oficialismo apenas arañara el 40 por ciento de los votos válidos– se derrumbaron con el escrutinio oficial.
La actual mandataria obtuvo más del 50 por ciento de apoyo popular y dedicó los últimos dos meses a convocar al diálogo y a la unidad nacional desde la cima de la montaña de votos conseguidos el 14 de agosto, amén de realizar inauguraciones y anunciar inversiones públicas y privadas.
Si hoy se impusiera en los comicios generales, el 10 de diciembre CFK iniciaría el tercer mandato de un mismo gobierno teniendo en cuenta la gestión de su esposo, el fallecido Néstor Kirchner (2003-2007) y la actual. Desde sus filas, señalan que el hecho histórico lo constituye que por primera vez “un gobierno de origen nacional y popular” podría iniciar un tercer mandato al hilo.
Desde aquel 14 de agosto, la pelea hacia el interior de las oposiciones políticas al kirchnerismo se redujo a la batalla por el segundo lugar en los comicios de hoy. Quien ostente ese sitio, buscará posicionarse como el principal opositor al gobierno iniciado el 25 de mayo de 2003 con el ex presidente Kirchner y continuado desde 2007 por su esposa, Cristina Fernández.
El santafesino Hermes Binner, que en las elecciones primarias quedó relegado al cuarto lugar detrás de la presidenta, Alfonsín y Duhalde, se esperanza con ser hoy el segundo candidato más votado. Inició la campaña apenas 5 semanas antes del 14 de agosto y obtuvo más de dos millones de votos, que aguarda multiplicar en la jornada de hoy con dos meses de instalación pública y recorridas por el país.
Basó su campaña en la gestión de gobierno de esta provincia y en sus dos administraciones en la ciudad de Rosario. Así, hace hincapié en su experiencia de gobierno y en la capacidad –que se presenta como toda una novedad en el marco de una oposición cerril– de coincidir con la Casa Rosada en aquellas cosas que cree positivas para los argentinos y criticar las que no.
Otros dos peronistas
Los otros dos candidatos justicialistas, Duhalde y Rodríguez Saá, persiguen la misma meta. El primero obtuvo el tercer lugar en las primarias a una décima del radical Alfonsín, que quedó segundo con magros 12 puntos. De larga trayectoria en el peronismo bonaerense –provincia que gobernó en dos turnos–, fue vicepresidente de Carlos Menem, de quien se distanció para construir su perfil propio. Luego “creó” a Néstor Kirchner como candidato en 2003, pero el discípulo superó al maestro y eligió caminar solo.
Con una amalgama que reúne a sectores productivos con viejo peronistas y elementos de la derecha, Duhalde intentará por segunda vez convertirse en presidente de los argentinos mediante el voto popular, algo que la ciudadanía le ha negado hasta ahora. Asegura que no, pero el resultado de hoy puede significar el comienzo de los trámites previsionales del caudillo bonaerense.
Rodríguez Saá resultó quinto en las primarias, a dos puntos de Binner y a cuatro de Alfonsín, el segundo. Gobernador de San Luis por dos períodos, se presenta como una alternativa al actual gobierno desde el peronismo y también basa su campaña en el modelo puntano: viviendas, empleo, promoción social y wi fi para todos. Considera que “el kirchnersimo es una enfermedad del peronismo” y buscará, a partir de los comicios de hoy, constituirse en la cabeza del peronismo opositor, una titánica tarea teniendo en cuenta que el peronismo está en el gobierno.
Ricardito y Lilita
El radicalismo también aporta dos candidatos nacidos de su vertiente a los comicios de hoy. Ricardo Alfonsín, hijo del primer presidente tras la recuperación democrática de 1983, llega a las urnas con el segundo puesto en las primarias del 14 de agosto. Su campaña recolectó más problemas de los admisibles para un candidato novel. Contó con la indiferencia de una parte de los integrantes de su partido, en el mejor de los casos; en el peor directamente parecieron hacer campaña en su contra.
El candidato del sector en la más importante provincia del país, Buenos Aires, hizo proselitismo con otro postulante presidencial, Rodríguez Saá, con quien llegó a un acuerdo político para invitar al electorado a cortar boleta en detrimento de Alfonsín. En Mendoza, el candidato a gobernador pidió a la Justicia –sin fortuna– que su boleta fuera separada de la del postulante presidencial de Udeso.
En ese escenario, Ricardito, como lo llaman algunos de sus correligionarios, apuntó sus últimos cartuchos hacia el Congreso de la Nación, con la esperanza de que el radicalismo siga siendo, a partir de las elecciones de hoy, la principal fuerza opositora.
Elisa Carrió dilapidó el capital político construido en una década. En las primarias de agosto obtuvo el 3,2 por ciento de los votos, mientras en 2007 había conseguido más del 20 y quedó segunda tras el triunfo de Cristina Fernández. De ser la principal opositora pasó a convertirse en la menos apoyada por el voto popular. El resultado de hoy también puede determinar un destino provisional a su carrera política, aunque la dinámica de la acción política no permita realizar pronósticos con certezas.
La izquierda, representada electoralmente en esta ocasión por un acuerdo entre el Partido Obrero (PO) y el Partido de los Trabajadores Socialistas (PTS), logró superar su principal obstáculo: la división. Así, conformó un entramado electoral que le permitió el 14 de agosto superar el piso del 1,5 por ciento para llegar a los comicios generales. Los dos puntos que cosechó en las primarias alientan su esperanza de conseguir espacios legislativos para sus candidatos.