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El Laboratorio de Sociología Clínica de la UNR expuso la «radiografía de una Rosario violenta»

"Hay una ausencia del Estado en ascenso y en retirada de los grandes barrios de Rosario, una violencia que recrudece, y una mirada sesgada de las sucesivas autoridades atacando el ultimo eslabones esta gran cadena, sin plantearse en enfrentar las otras patas de este conflicto: el financiamiento, las principales complicidades (política, judicial y policial)", destacaron

«Hoy el Papa denunció «complicidades de un sector del poder político, policial, judicial, económico y financiero». A la ya complicada situación económica y social que se vive en el país se amplifica en una ciudad castigada al tener que convivir con el terror.  Cada escalada de violencia en Rosario genera una atención especial de los distintos medios de comunicación y dispara una variedad de análisis inusitada», remarcaron desde el Laboratorio de Sociología Clínica de la Universidad Nacional de Rosario (UNR) para señalar que «es difícil establecer conclusiones si no se analizan a fondo datos concretos de la trayectoria social de la ultima década que condicionaron el presente de una de las ciudades más importantes de nuestro país».

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«La criminología de datos nos brinda una mirada interesante para empezar a comprender la realidad rosarina. Promediando las estadísticas de los últimos años a nivel nacional, concluimos que el 17 por ciento de todos los homicidios dolosos ocurren en esta ciudad. Es decir, que esa cifra se da en tan solo el 4 por ciento de la población total» de la Argentina, destacaron desde el Laboratorio que funciona hace años en la Facultad de Humanidades y está en permanente contacto con profesionales de otras latitudes debido a que integra la Red Internacional de Sociología Clínica.

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«Hay una violencia en parte naturalizada por quienes habitamos esta ciudad. Pero cuando esta violencia escala, como en estos últimos días, se encienden todas las alarmas y comenzamos a actuar en una forma similar a lo que lo hacíamos en la pandemia», indica el comunicado firmado por su director, Julio César Luna.

Una política basada en inteligencia criminal

«Rosario sangra desde hace mucho tiempo, pero solo se actúa sobre uno de los factores, de un crimen que está conformado por una trama multicausal: consumo, complicidad política, judicial  y policial, instituciones financieras que blanquean el dinero, etc», señalan desde el Laboratorio que se especializa en abordar problemáticas sociales desde la psicología y la filosofía.

«En Rosario hay un consumo problemático en la mayoría de los barrios, a lo que se suma en los últimos años un consumo de carácter social de clases medias y alta, lo que hizo de nuestra ciudad un atractivo apetecible para el mercado narco», dijeron.

Desde el Laboratorio de Sociología Clínica dieron cuenta del consumo problemático a través del minucioso estudio realizado por el Sedronar en 2017 que analiza el consumo promedio, en el caso de la cocaína es del 6,7 por ciento de la población. «Trasladados a la población rosarina implica un consumo de 30 toneladas al año, cuando lo que se decomisa por año puede llegar en el mejor de los casos al 10 por ciento de esta cifra. Nadie explica de que manera ingresa semejante cantidad de droga, es raro que no se pueda detectar semejante aparato logístico que abarca lo que va del ingreso a la ciudad hasta que llega al bunker, que es el único objetivo principal de las autoridades:  el narcomenudeo», explicaron.

A esto sumaron que estas cifras duras «son lo suficientemente claras para comprender la profundidad del problema. Hay una ausencia del Estado en ascenso y en retirada de los grandes barrios de Rosario, una violencia que recrudece, y una mirada sesgada de las sucesivas autoridades atacando el ultimo eslabones esta gran cadena, sin plantearse en enfrentar las otras patas de este conflicto: el financiamiento, las principales complicidades (política, judicial y policial) que permanecen incólumes mientras asistimos a una escalada de violencia inusitada».

El escrito concluye en que «la solución no pasa solamente por la llegada de un cierto número de fuerzas policiales, o presentar en los medios policías pidiendo documentos en pleno centro de la ciudad. Debe plantearse seriamente una política basada en una inteligencia criminal de cara a terminar con esta pesadilla».

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