Las vacunas Sputnik V que comenzó a producir el laboratorio nacional Richmond serán, «en principio para el Estado argentino», confirmó Marcelo Figueiras, presidente de esa empresa.
Un día después de que ese laboratorio y el Fondo Ruso de Inversión Directa (RDIF) anunciaran que la Argentina se convirtió en el primer país de América Latina en comenzar la producción de la vacuna Sputnik, el presidente de la empresa nacional consideró que «es una buena noticia que hay que transmitir con mucha prudencia, es el trabajo serio de muchos científicos y científicas de nuestro país que están a la altura de la ciencia del mundo».
Las vacunas producidas en el país serán, «en principio, para el Estado argentino, mientras dure esta pandemia», aseguró el titular de la compañía y agregó que «después tendremos que formalizar el resto de los contratos para cuando se termine la fase productiva».
En tanto, el ministro de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas, expresó su «orgullo» por la noticia y dijo que «no fue casualidad: responde a la voluntad política de impulsar a la industria y de apoyar el desarrollo científico y tecnológico del país; a un Estado presente que aporta asesoramiento técnico y financiamiento. Y eso ocurrió con Richmond».
Kulfas recalcó que «no es importante solamente porque se está produciendo la vacuna Sputnik V en Argentina sino porque gracias al acompañamiento que estamos dando se produjo un fortalecimiento que dejará capacidades instaladas para el largo plazo».
Figueiras coincidió en destacar el apoyo que recibió tanto de organismos del Estado, como por parte del empresariado.
«Todos se acercaron para aportar su granito de arena», dijo y «pusieron algo a disposición para que esto salga».
Las primeras dosis
El primer lote de la vacuna Sputnik V producido en el laboratorio Richmond de Argentina ya está en el Instituto Gamaleya de Rusia, que realizará el control de calidad.
Desde Moscú, en declaraciones a Radio con Vos, Figueiras aseguró que el laboratorio puede producir «hasta 5 millones de dosis, tanto de la primera como de la segunda», pero aclaró que comenzarán con un millón «y si todo va bien» estarán listas «en junio seguramente».
El martes, fuentes del Gobierno nacional sugirieron «poner cautela» en cuanto a plazos y en ese mismo sentido la ministra de Salud, Carla Vizzotti, señaló que hay «que ser prudentes» dada «la complejidad del proceso de producción» de estos fármacos.
Para poder cumplir con este plazo, Figueiras dijo que espera contar con los elementos como «precintos, frascos, tapones» y si bien se mostró optimista, advirtió que «las garantías durante las pandemias están muchas veces sujetas a imprevistos y sobredemandas».
En cuanto al precio de la vacuna, «será el mismo» que el actual, explicó Figueiras, quien recordó: «No vamos a negociar con el Gobierno, sino con el Fondo (Ruso)».
«Nosotros las producimos, pero las vacunas son del Estado», aclaró y reafirmó: «Como en el resto del mundo, son los Estados los que tienen el monopolio de las vacunas».
Al respecto el titular de la compañía aseguró que «mientras dure esta pandemia, las vacunas que producimos son para el Estado argentino» y agregó que «después tendremos que formalizar el resto de los contratos para cuando se termine la fase productiva».
El proceso de producción
En el comunicado difundido por el organismo ruso se explicó que «la vacuna producida en la Argentina podrá, luego, ser exportada a otros países de América Central y América Latina».
Sobre las dos etapas del proceso de producción de la vacunas, el empresario argentino explicó «que son muy definidas».
«Una es la producción local (en Buenos Aires), que es la inmediata, que consiste en formular, filtrar y envasar el principio activo que se envía desde Rusia», indicó.
En esta etapa, explicó Figueiras, «también se involucra la transferencia de tecnología» y señaló que el control se hace en paralelo con el Instituto Gamaleya.
En cuanto a la otra parte del proceso, que sería la inicial, el dueño de Richmond declaró desde Rusia que «por ahora hasta que hagamos la nueva planta, se está haciendo acá en Moscú, donde se completa la cadena de valor con el fermentado».
Figueiras espera que una vez que su empresa termine la construcción de la nueva planta «puedan completar el ciclo completo y ser independientes en el proceso de producción, pagando el rol correspondiente al inventor de la vacuna, en este caso al Instituto Gamaleya».