Vecinos que hace años reclaman a los gobiernos municipales y provinciales que asuman su obligación de controlar el estado del arroyo Ludueña con monitoreos, prevención y sanción a los responsables de los daños ambientales, expusieron en las últimas horas imágenes de su incesante degradación, apenas amortiguada por intervenciones puntuales cuando quedan expuestos los efectos de la inacción estatal. Esta vez, se trata de acumulaciones de residuos a su vera, enredados en la vegetación, y hasta un caño de desagüe pluvial que, además de agua de lluvia, vuelca efluentes cloacales.
Los impactos visibles e inmediatos que reflejan estas recientes imágenes se potencian con los otros perjuicios, opacos o de efecto indirecto, como las contaminaciones químicas y las actividades productivas o urbanizaciones que impermeabilizan los territorios de la cuenca ocasionando mortandad de fauna ictícola y crecidas excesivas que obligan a reiteradas obras para drenar los mayores caudales.
Los vecinos destacan que hay numerosos basurales cerca de varios asentamientos a la vera del arroyo, y que eso lo saben tanto la Municipalidad de Rosario como el Ministerio de Medio Ambiente de la provincia. Su insistencia obligó a las autoridades a realizar algunas intervenciones, pero no sobre el origen del problema sino apenas como morigeración transitoria de los daños: limpiezas en tres ocasiones en las que se levantaron entre 6 y 11 toneladas de residuos. Son acciones focalizadas en tiempo y en espacio, pero el problema es extendido a lo largo de la ribera, y permanente.
La intersectorial por el Ludueña pide saneamiento y trabajos de restauración en el arroyo
Lo que reclaman es, primero, que el Estado haga cumplir las ordenanzas y las leyes en vigencia. Vale para los Ejecutivos local y santafesino y para el Consejo Municipal, aclaran. Y que se aborde una solución integral. Por ejemplo, destacan que si bien muchos pobladores arrojan la basura cerca del curso de agua, donde termina cayendo por la lluvia o el viento, esa acción que ya se volvió riesgosa costumbre es en parte consecuencia de la falta de servicios de recolección de residuos en las zonas que habitan precariamente.
El Sabalito fue sólo para la foto, ya se hundió y todo huele a podrido en el arroyo Ludueña
El mismo panorama de urbe abandonada en la que cada quien hace lo que quiere y el Estado no se asoma, recalcan los denunciantes, se da en al arroyo Saladillo, en la zona sur. Varios tramos con olores nauseabundos dan cuenta del abandono y la anomia en torno a las ordenanzas y las leyes.
«La Municipalidad le echa la culpa a la provincia y viceversa», se quejan de la inacción pública. Y repiten: hace años que transitan despachos y envían notas a las autoridades para exponer el deterioro creciente de la calidad de vida y la contaminación del aire y el agua. Que sigue y se agrava.
En junio del año pasado, Vecinos y vecinas autoconvocados de Fisherton, la Multisectorial Humedales, el colectivo El Paraná no se toca, la Asociación Civil Bocacha Orellano y el Taller Ecologista emitieron un informe caracterizando los daños ambientales sobre el arroyo. Mencionaron, entre otros factores, la contaminación detectada por la Fiscalía extrapenal que conduce María Laura Martínez en tres focos: Shopping Fisherton Mall, Aeropuerto Internacional de Rosario y Barrio Privado Rosario Golf Club, que posteriormente fueron subsanados, pero también los barrios a la vera que no cuentan con red de cloacas. Como parte de un estado general de riesgo en el curso de agua, señalaron las nuevas construcciones y urbanizaciones que, además de la pérdida de biodiversidad que generan en el territorio, incrementan la impermeabilización del suelo acelerando el crecimiento del arroyo y aumentando la probabilidad de inundaciones aguas abajo. Las obras hidráulicas desordenadas y sin planificación integral a escala cuenca, como las canalizaciones, drenajes de lagunas y terraplenes, agregaron, afectan los reservorios naturales y las vías de escurrimiento del agua.
En esa oportunidad, expusieron la ausencia de control y fiscalización por parte del Estado a las industrias y establecimientos privados en la zona, que estarían contaminando con sus desechos el arroyo, y la insuficiente gestión de residuos plásticos que terminan en la cuenca, proveniente tanto de barrios circundantes como también a través de zanjas y canales. A lo que añadieron el uso de agrotóxicos en la cuenca.
Conexiones clandestinas, arroyo como cloaca
Una de las imágenes que los vecinos difundieron ahora expone el fenómeno de las conexiones cloacales clandestinas. Un gran caño de desagüe pluvial, cerca del llamado Puente Negro y que debiera drenar sólo agua de lluvia, vuelca gran cantidad de materia fecal un kilómetro aguas arriba de la embocadura subterránea del arroyo. El color de las descargas lo pone en evidencia.
Algo similar ocurría con los caños que desembocaban sobre el río Paraná a la altura del balneario de Rambla Catalunya. En su momento, se interceptaron esos ductos a lo largo del paseo que bordea la playa y, al lado del ingreso sur de La Florida paga, se puede ver la caseta de la boma elevadora que reenvía los líquidos a la colectora que pasa por debajo de bulevar Rondeau. Igual, el caudal del Ludueña es infinitamente inferior al del Paraná, que pese a ser presionado por el vuelco de aguas cloacales de más de un millón de habitantes sin tratamiento, aún no acusa efectos graves por esa enorme carga orgánica.
Entre febrero y marzo de 2023, el Observatorio Ambiental de la UNR tomó una serie de seis muestras de agua en diferentes puntos del Ludueña para analizar el grado de contaminación. Se detectaron altos niveles de bacterias coliformes y a partir de ello se georreferenciaron los presuntos focos de ese aporte de materia orgánica. Uno, por calle Miglierini y el arroyo, en el barrio Antártida Argentina. Otros en el puente de calle Malabia, contiguo al Rosario Golf Club, cerca del Aeropuerto de Fisherton, sobre calle J. C. Paz a metros de la intersección con avenida Real, a metros del Club Náutico Malvinas Argentinas, en la desembocadura, y un restante más cerca del Paraná, debajo del puente de avenida Frondizi.