Julio Cobos empujó al ruedo, sin quererlo pero con mucha fuerza, a Hermes Binner y a Carlos Alberto Reutemann. La renuncia del vicepresidente esta semana a los cargos nacionales (¿y a los honores mendocinos?) tuvo una onda expansiva menor en el gran escenario porteño que en tierras santafesinas. Todos rumoreaban que el hombre que acompañó a Cristina en 2003 ya tenía tomada la decisión de salir de competencia la misma noche de la derrota radical de su hombre de confianza en Catamarca, Eduardo Brizuela del Moral. Un alto dirigente de la UCR relata que cuando la kirchnerista Lucía Corpacci recibía el saludo de la presidenta desde Olivos, Cobos le planteaba al todavía precandidato Ernesto Sanz que la suerte estaba echada. No sólo para ellos sino para toda la oposición. “No hay con qué darle a esta mujer”, dijo textualmente el vice y no se refería a la médica de Catamarca. Hablaba de CFK, como le gusta nombrarla a uno de sus allegados. “O nos bajamos de la interna y buscamos un frente de simbiosis con los peronistas dejados de lado por el kirchnerismo o el destino es la derrota en octubre en primera vuelta”, lo graficó un encuestador que frecuentó al vicepresidente.
La historia ya se conoce. El muy formado y componedor Ernesto Sanz desistió unos días más tarde de pelear el sello en la interna que él mismo le propuso a Ricardo Alfonsín y en estos días Julio Cobos, de recorrida por distintos centros para presentar su libro sobre educación como único camino, alertó a los periodistas para que se acercaran a su despacho “porque tenía que comunicar algo”. Era su renuncia.
En la Casa Rosada algunos se frotaron las manos. Otros propusieron una estrategia mediática para refrescar el latigazo de tildar de traidor a Cobos. Finalmente se optó por un prudente silencio para que las únicas voces fueran las de una oposición perdida en su laberinto. “Se descalifican entre ellos y lo hacen muy bien”, observó una asesora en estadísticas contratada por el gobierno.
La política argentina ha dejado de ser pendulante. No oscila más en cortos períodos de tiempo entre el elogio y el denuesto. Ya es peristáltica. Las contracciones en uno y otro sentido tienen lugar en el mismo día. Se cuentan por hora. La luz fulgurante de Julio Cobos que se encendió con el yuyo que sigue dando unos dividendos fenomenales al gobierno con las cada vez más zonas sembradas con soja, se apagó. La velocidad en la política argentina del siglo XXI para la aceptación y el rechazo por parte del mismo público es más vertiginosa que en las épocas del “que se vayan todos”. Y si no, dice el eterno operador del peronismo que tiene oficina en el primer piso de la Rosada y va y viene a Santa Fe desde la época de Menem, “miren las encuestas de aceptación e imagen de Cristina”. Hoy, por estas tierras, la presidenta tiene un grado de aprobación que bordea el 40 por ciento. Entre los jóvenes de 18 a 35 años supera el 55 por ciento. Hace menos de un año, estas cifras eran impensadas, se satisfacen los seguidores de Agustín Rossi, que esperan recoger esos frutos K.
Julio Cobos no deja un vacío en la política nacional. Porque hace rato que no ocupaba un sitio de referencia. Sin embargo, su dimisión influye en Santa Fe. “La renuncia de Cobos le va a meter presión a Hermes”, dice el mismo ajedrecista político del oficialismo que alguna vez quiso seducir al hombre de Rafaela con la “transversalidad” de Néstor. El radicalismo va a apurar esta semana sus charlas con Hermes Binner. Ricardo Alfonsín le confió a sus hombres más cercanos (en las oficinas paternas de avenida Santa Fe se puede ver desfilar a hombres que refieren a Brodherson, Sourrouille) que es imprescindible conseguir un gesto fuerte del socialismo en general y del gobernador en particular para ser exhibido en el gran escenario nacional. Están muy agradecidos por los mesurados guiños ya hechos cuando Binner decía que a “Ricardito” lo conoce mejor, que los une la historia, y que con Cobos casi no había conversado. Pero quieren más. Saben que Binner tiene la otra oferta del polo progresista de Pino Solanas, Margarita Stolbitzer y Luis Juez. Este último es el que más milita en el socialista para que no se deje seducir por los cantos de los boinas blancas. ¿Y Carrió? “No se pueden ver. Y es mutuo”, dicen desde las veredas socialistas y de la Coalición.
El primer mandatario local apostará a sus declaraciones correctas y a la no poco cierta razón de que debe ocuparse de la interna de mayo en la que deberá trabajar mucho para imponer a Antonio Bonfatti. Hoy, todas las encuestas postulan a Rubén Giustiniani con mejor grado de conocimiento y aceptación que al ministro de Gobierno y Reforma del Estado.
“Hay mucho tiempo todavía para lo nacional y pocas ideas programáticas para exhibir”, aseguran que pregona el hombre de la Casa Gris, que sigue siendo un enigma entre los periodistas nacionales que escrutan en su cautela si hay prudencia o ausencia de decisión. Sí saben que el paso al costado de Cobos desdibuja aún más a la UCR y pone presión al socialismo para que opte por el viejo partido o la nueva coalición. Pino Solanas colaboró con esto cuando dijo que nada le gustaría más que gobernar la Capital Federal. Además de que es cierto, lo dicho “es un sobrentendido para Binner”, descifra una diputada de Proyecto Sur.
Carlos Reutemann también recibió (¡y recibirá!) llamados desde Buenos Aires a partir de la dimisión cobista. Mauricio Macri está en medio de una interna feroz en su partido sólo contada en sordina por el efecto de los innumerables problemas de gestión en Buenos Aires. Al increíble paso de danza desencontrada de los policías federales y metropolitanos en la custodia de los 33 hospitales porteños que se declararon en paro, se suman las cuestiones de las idas y venidas por la candidatura a sucederlo al ex presidente de Boca. Basta compartir algunos minutos fuera de los micrófonos con Gabriela Michetti o con Horacio Rodríguez Larreta para tomar dimensión de la pelea política –y personal– entre ambos por ocupar la candidatura a Jefe de Gobierno. El influyente asesor ecuatoriano Durán Barba repite ante quien lo escuche que Macri debe quedarse en la Capital. El propio Mauricio, en cambio, está entusiasmado con la Rosada. Y dice que su carta de convencimiento a propios y a ajenos es Carlos Alberto Reutemann como compañero de fórmula. ¿Macri presidente y Reutemann vice? El hombre que será papá cuando se conozca al sucesor de Cristina se sonríe.
“El Lole dijo que no será candidato. ¿Pero si hay una convocatoria nacional multipartidaria por aclamación?”, se pregunta un amigo de años de Macri. Por el lado del senador santafesino sólo cabe preguntárselo a él. Porque Reutemann no tiene entorno ni voceros. ¿Y qué dice? En público, nada. Pero no quiere candidaturas. No apoya explícitamente a nadie (ni a Miguel Del Sel). No es optimista para octubre y lo sintetiza convencido de que es imposible ganarle a una mujer que perdió a su marido, que viste de negro, que anuncia todos los días récords de recaudación, de turismo, tiene una caja de Ansés para créditos de todos los colores (sic) y al mundo que come soja. Apenas se enciende una luz en el final del túnel cuando se pregunta si apoyará al candidato a gobernador del PJ que surja de la interna de mayo. Apenas una luz.
Binner y Reutemann tienen poco trato con Cobos. Pero el vicepresidente los puso hoy en el centro de la escena.