“En un futuro cercano serán las mismas videocaseteras las que reconozcan las copias truchas”. Esta frase acompañaba a la escena de un VHS explotando después de ser expulsado por una videocasetera en un living. Era un anuncio publicitario de la Unión Argentina de Videoeditores (UAV) contra la piratería que estaba antes de las películas alquiladas o compradas entre 1990 y 2000. El título del casete pirateado y aniquilado, el que nunca pudimos ver, era “El marajá de San Telmo”. ¿Dónde la filmaron? ¿De qué trataba? ¿Existía?
https://youtu.be/GtXkXfjQ–k
Con el tiempo, y sobre todo con internet, el mito del marajá creció. En buena parte alentado por un blog llamado PorUnaSolapa, uno de los primeros sitios web que surgen en el buscador de Google cuando se escribe: “El marajá de San Telmo”. Allí una reseña explicaba que se trataba de una coproducción franco-hispana-argentina de 1964 dirigida por Fabricio Baltasar Iglesias. Según ese blog, todas las copias habían sido eliminadas por la dictadura hasta que a la vuelta de la democracia Ulises Dumont había conseguido restaurar una. Muchos años más tarde, El Ciudadano consiguió dar con el creador de “El marajá de San Telmo”.
–¿Cuál es tu nombre?
– Mariano Aja Espil.
–¿Vos dirigiste “El marajá de San Telmo»?
– Sí, pero nunca existió la película “El marajá de San Telmo”. Fui el creador y realizador del corto publicitario de la Unión Argentina de Videoeditores (UAV) donde el VHS explotaba. Trabajaba como publicista freelance y presenté la idea de la campaña antipiratería donde las videocaseteras en el futuro iban a detectar las copias truchas. Les gustó, pero no querían que la película que explotara fuera una real.
– ¿Para evitar problemas con explotar algún título conocido inventaste un nombre usando la figura de un príncipe de la India (el marajá) en Buenos Aires?
– Soy Mariano Aja y vivía en San Telmo. Entonces, se transformó en El marajá de San Telmo. Era un cruce fonético. La filmación fue en la casa de un amigo, Juan Mate, un artista genial que vivía en Barracas. Fue muy divertido. Quedé un poco disconforme porque filmamos en cinta de cine porque el video todavía no tenía tanta calidad. Entonces se tenía que pasar de cine a video con un proceso que se llamaba transfer y que se llevó todo el presupuesto. Tuvimos una gran dirección de fotografía y una posproducción donde hicimos la explosión del VHS trucho en un estudio de televisión.
– ¿Qué recepción tuvo el corto publicitario?
– Le fue muy bien. Incluso una agencia para la que había trabajado y me fui peleado, me volvió a llamar porque les había gustado. Esa pieza y otra que hice para la AFA sobre violencia en los estadios de fútbol fueron las que más estuvieron dando vueltas: casi 5 años, cuando, en promedio, una campaña publicitaria giraba de 2 a 3 meses máximo. Entraron a todas las casas de Argentina.
– ¿Leíste el blog PorUnaSolapa con la reseña trucha del marajá?
– No, la quiero leer. Googleando encontré que alguien hizo una novela con ese nombre (“El marajá de San Telmo” de Guillermo De Pósfay. 2014). También hay una banda argentina llamada Panza que hizo un disco con ese nombre en 2002. Cuando surge en alguna conversación el recuerdo de esa publicidad siempre digo que soy el marajá y todos se sorprenden.
Mito y realidad del marajá de San Telmo
Aja Espil, compuesto de dos apellidos vascos –Aja y Espil–, fue periodista del diario La Nación a mediados de la década de 1980. Después de viajar por el mundo volvió a Argentina y empezó su carrera como publicista hasta la década del 2000. Escribió guiones y canciones. Hoy está por terminar su tesis para graduarse en la carrera de Historia en la Universidad de San Martín. Admite que seguramente vio alguna película pirateada durante los ´90.
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