No nació en Villa Fiorito. Y si bien tiene un origen humilde, el salto al Barcelona siendo casi un niño cambió su vida antes de lo que le cambió la vida al Diego. Era un nene que no crecía. Una metáfora casi perfecta de lo que le pasó con la camiseta del 10 encima, tan pesada con Maradona vivo. Le llevó tiempo crecer siempre. Crecer hasta convertirse en lo que es hoy, sin que nadie lo esperara. El único que sabía que había que ceder una corona era Maradona, y Maradona sabía que su sucesor era Messi. Lo acusaron de no cantar el himno, de no decir nada, de ser el goleador de Barcelona, pero no de la Argentina. Pero Maradona, que sabía de antemano una jugada, también vaticinó en lo que Messi se iba a convertir. Maradona, creador de tanta belleza, sabía que había un zurdo que iba a seguir su camino. A pintar de alegría, de coraje, de fuerza y de esa rara argentinidad que es patrimonio solamente de los mundiales cuando nos va bien.
En una nota escrita en el sitio Sport, la periodista Vero Brunati recuerda un encuentro allá por el 2007 entre Maradona y Messi en Rosario. “Un Maradona cálido, sin afeitarse, en chándal, esperaba al pie de la escalera con los brazos abiertos para Lío. Éramos privilegiados testigos y guardamos silencio para que ni un chasquido rompiera el encanto, como si fuéramos parte de un rito sagrado. “Todos los grandes jugadores son bienvenidos”, dijo para romper el hielo. Y enseguida sentenció: “La Diez le va a quedar justa”.
Maradona le hablaba a Messi y a todos los argentinos: “Él (Messi) es el que nos da la esperanza para más adelante ganar cosas con la selección. Mientras él se sienta contento adentro de la cancha, va a divertir a la gente”, dijo. Y agregó: “’Lio’ no tiene techo. Cuando le vengan los campeonatos se hará más fuerte, más hombre y seguramente nos dará muchas satisfacciones”.
Unos meses antes, Messi había marcado un gol calcado al suyo a los Ingleses frente a Getafe. Y Diego lo recordó para sacarle una sonrisa a Lío: “Somos los dos zurdos, los dos ganamos un Mundial juvenil y los dos hicimos un gol con la mano… y no lo vieron, je”.
Hay una nota de Mundo Lio, en el que entrevistan a Maradona en Dubai. Y ahí se explaya sobre Lio. “A los que decían que ni era argentino, que no sabía cantar el himno, que van a decir ahora”. Y esas palabras, las de esa nota cobran hoy otro sentido, como se las estuviera diciendo hoy, después del partido con Holanda. “Nos va a dar muchas satisfacciones y para mí es un jugadorazo. Al hincha argentino le gustan los grandes jugadores y Lio lo había demostrado de sobra, pero yo creo que tuvo que ver mucho la prensa en meterle a la gente en la cabeza de que Lio esto, Lio el otro y como Lio recién empezaba, recién empieza. Yo exploté a los 26, él ya está para ser completo”, explicaba el Diego.
Y como siempre se metía con la prensa. “Él está en la edad justa para demostrarle a todos que estaban equivocados, pero no al público argentino, a algunos que se creen que saben de futbol y nuca patearon una pelota y nunca estuvieron en un momento limite como estuvimos nosotros los jugadores de futbol”. Un Diego que parece hacer leído las notas de los medios hegemónicos sobre Messi, un día después de haber derrotado a la naranja mecánica. Le cuestionaban los modales, que se levantara contra la injusticia, que no se callara contra un odiador de latinos y un árbitro extraño que tenía cierta devoción por la tarjeta amarilla.
“Es un chico excepcional, respetuoso. Yo estoy orgulloso de haberle dado la capitanía, de hacerlo líder del equipo y hoy lo está demostrando. O sea que no me equivoque”. Cuando se repasan las declaraciones de Maradona, anticipa a este Leo. Y un poco se hace dueño de esa paternidad, o mejor dicho de haber colaborado con la creación de este líder que entusiasma al pueblo y decepciona a la hegemonía anti argentina a la que esta felicidad le duele.
Por qué nació ahora este Messi no es un misterio. Quizás porque no había lugar para dos, sobre todo si hablamos de estas raras monarquías donde el mejor es sólo uno.
Un hombre es hombre cuando entierra al padre. Decía Soriano. Cómo metáfora… Y a veces no tanto.