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El mestizaje nos hizo más resistentes

Las relaciones sexuales entre los ancestros del hombre actual y otras especies humanas prehistóricas permitieron al humano moderno heredar variaciones de genes que fortalecieron su sistema inmunológico, según un estudio publicado ayer en Estados Unidos.

Estos genes, llamados HLA, son esenciales para que el organismo reconozca y destruya patógenos, explicó el investigador francés Laurent Abi Rached, de la Universidad de Stanford, en California, y uno de los autores del estudio publicado en la versión online de la revista Science.

Esos genes se encuentran entre los más variables y adaptables del genoma humano, ya que la evolución rápida de los virus requiere la capacidad de reaccionar y adaptarse rápidamente, agregó el científico.

Tres humanos inteligentes convivieron en la fase final de la evolución de la especie humana: los Homo sapiens (ancestros del humano moderno), los Denisova y los Neanderthal. Los tres se separaron hace unos 400.000 años. Los Neanderthal emigraron de África hacia Europa y Asia occidental, y los Denisova dejaron África por Asia oriental.

Los ancestros de los humanos modernos salieron de África hace sólo 65.000 años. En Eurasia se encontraron con sus primos, los Denisova y los Neanderthal, con quienes tuvieron encuentros sexuales.

“El mestizaje no fue sólo un hecho fortuito que ocurrió; aportó algo útil para el acervo genético de los humanos modernos”, dijo Peter Parham, que dirigió el estudio.

Al comparar los genes HLA de los humanos prehistóricos con los de los humanos modernos, los investigadores determinaron que las variaciones de los genes HLA probablemente surgen de relaciones sexuales con los Denisova y los Neanderthal.

Se sabe muy poco sobre el homínido de Denisova descubierto en Rusia, cuyos únicos restos conocidos son huesos de dedos y un diente. Sin embargo, la secuencia del genoma del Denisova a partir del ADN extraído de sus huesos permitió determinar cuándo esos cruzamientos se produjeron con humanos.

La transferencia de genes de Denisova a los humanos modernos permitió la mayor frecuencia de una variante de los genes HLA (HLA-B) en las poblaciones de Asia occidental, el lugar donde más probablemente se produjeron estos acoplamientos fortuitos.

Otras variantes del grupo HLA (HLA-A) representan hasta el 64 por ciento de estos genes en las poblaciones de Asia oriental y Oceanía, con mayor incidencia en Papua Nueva Guinea.

Un escenario similar con otros tipos de genes HLA fue hallado en el genoma del Neanderthal, cuyo ADN, extraído de huesos, también fue secuenciado.

Estas variantes son muy comunes en los europeos y los asiáticos, pero raras en los africanos, indicaron los investigadores. Según ellos, la mitad de esas variantes de los genes HLA se heredan del mestizaje con los Neanderthal y los Denisova. En los asiáticos esta proporción alcanza el 80 por ciento y en Papua Nueva Guinea, el 95 por ciento.

“El sistema de genes HLA con su diversidad de variantes es como una lupa”, ya que proporciona muchos más detalles sobre la historia de las poblaciones que las familias comunes de genes”, dijo Abi Rached.

La secuencia parcial del genoma de los Neanderthal demuestra que algunos humanos modernos heredaron hasta el 4 por ciento de los genes de su primo desaparecido hace poco más de 30.000 años. Para los Denisova la proporción heredada llega al 7 por ciento, de acuerdo con los resultados de la secuencia de ADN completada en diciembre.

Abi Rached dijo que espera que nuevas investigaciones ahonden en el papel que los genes inmunes pueden haber jugado no sólo en la protección de los que sobrevivieron, sino también en las enfermedades autoinmunes que los humanos enfrentan en la actualidad.

Analizar el legado de antepasados prehistóricos en el organismo de humanos modernos puede llevar a nuevos tratamientos para enfermedades actuales, algo que los investigadores destacan al mencionar el potencial de este campo de estudio.

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