El comienzo de Newell’s en el Clausura es mucho más que saludable. En realidad es casi el mismo equipo se cargó de fracasos en 2011, pero sí cambió la actitud. Y eso es propiedad del técnico de turno, en este caso de Gerardo Martino.
Cuando se habla de actitud es común derivar el pensamiento a la entrega, el correr a destajo, dejar todo en la cancha (por citar una vulgaridad de estos tiempos), el meter «huevo» que imploran los hinchas y no siempre se trata de eso. Está claro que nunca se le reprochó falta de voluntad, lo que no tuvo en la temporada pasada fue juego y contundencia. Y en eso es donde e instala el cambio. Hoy Newell’s parece jugar a algo. Le falta contundencia, marca poco de acuerdo a lo que crea. Al menos sucedió en las primeras dos fechas del torneo.
Firme en el fondo, con la experiencia que le aporta Víctor López es Pellerano quien luce más efectivo. Jugando como primer central es un gran tiempista y le sobra para salir jugando con prolijidad. Vergini le pone voluntad a su nuevo puesto de lateral por la derecha, se muestra de manera permanente y trata de ser prolijo con la pelota, en la marca no tiene problemas. Vangioni, en el fútbol argentino, jugaría en cuaqluier equipo. Puro potencia para transitar todo el andarivel izquierdo.
A propósito de López deberá acostumbrarse que los tiempos de Peratta no son los mismos que los de Luchetti, ex compañero de Banfield. En un par de situaciones López cubrió la potencial salida del uno, pero el Flaco (Peratta) no sale nunca. En cambio el de Banfield vive encima de la jugada, porque no es buen atajador. Esos tiempos y estilos distintos suelen confundir al defensor, que dos veces tuvo que revolear la pelota a la platea por esperar a su arquero. Solo falta tiempo para pulir los movimientos.
En el medio empiezan los cambios serios. Mateo es el cinco clásico que corre como loco a todo el mundo, pero no pasa más allá del círculo central. Bernardi, más suelto, es el inicio del dominio del juego. Encargado de la primera puntada en la generación de fútbol. Pérez, mientras no se pelee con nadie, deja ver su calidad como asistidor. Urruti ya aprovechó un pase profundo contra Estudiantes, y un centro de maestro ante Argentinos, y así anotar sus dos goles. Figueroa sigue debiendo, pero Martino lo banca.
Antes de asumir el Tata le dijo a los dirigentes que se arreglaba con los delanteros de la casa, asumiendo un riesgo importante. Sperduti y Urruti, eran sus elegidos para atacar. Dos rápidos, que plantaban una incógnita grande. ¿Y el nueve?. «Urruti», dijo el DT. Y el pibe responde con goles, además juega y mucho. Es picante en el mano a mano, y ha mostrado matices para definir.
En suma, no hay mucha variantes a la vista. Pero con una alcanza: actitud, a la hora de jugar. Confianza en la palabra del técnico. Y convencerse que se puede jugar sin miedo a perder, una costumbre que debieran dejar de lado en lo inmediato. Un Boca, tan austero como soberbio (acumula 33 juegos sin derrotas), lo espera implacable en la Bombonera. Será una dura prueba de carácter para el Newell’s del Tata Martino.
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