Por Ana Valenzuela Zamora* / Nicolás Sampedro**
Para el desarrollo de una sociedad, hay pocas cosas más importantes que la educación. Se podrían poner a la par la alimentación, el hogar, el trabajo o la salud. Pero sin lugar a dudas es uno de los elementos vitales para el ordenamiento, el entendimiento y la construcción de identidad un pueblo.
Ahora, cuando se es presidente de una Nación, no basta con recitar frases motivacionales y tocar -forzadamente y sin ganas- cabecitas de niños. Cuando se es mandatario, eso que proclama hay que llevarlo a la práctica y demostrarlo. Cosa que la gestión de Cambiemos, como mínimo y siendo generosos, tiene serios problemas para llevar a la práctica, ya que desde sus comienzos (a nivel país, provincia y municipal) no han hecho otra cosa que menospreciar la educación.
El gobierno insiste mediáticamente que la educación es importante, pero a la vez recorta en miles de millones de pesos las partidas presupuestarias anuales. Es importante, pero no mueven un dedo en mejorar la infraestructura de los edificios, ni siquiera luego de que esa negligencia (no tragedia) costó la vida de Sandra y Rubén en Moreno.
Es algo cotidiano ver en las redes sociales la cantidad de imágenes de escuelas con ratas, o que luego de una fuerte lluvia se quede sin techos, o aulas sin pizarrones… Pero el discurso oficial apunta contra les docentes y maestres. Les docentes son “seres maléficos que odian a los niños y que quieren enriquecerse a costa de que pierdan clases, que además cobran sueldos altísimos y se van de vacaciones al extranjero” ¿no? ¿eso dicen en Clarín?
Pero en Argentina afortunadamente, la educación pública está arraigada a nuestra cultura, se tiene una tradición y compromiso con ella. Hasta algunos de les votantes más dures de Cambiemos sostienen que la educación es un derecho y que el estado debe garantizar que sea gratuita y de calidad.
Si hay un ejemplo de educación mercantilizada es el caso del vecino país trasandino: Chile. El vecino país es puesto como ejemplo de calidad educativa, de rendimiento académico, de eficiencia… pero lo que no se dice es que el arancelamiento de la educación promueve por sobre todas las cosas el individualismo.
En esa lógica no sólo la educación deja de ser un derecho para convertirse en un privilegio (de quienes pueden pagarla), sino que las personas que están al costado son rivales, no importa si se tiene 8, 15, 18 o 25 años. Estudiar bajo esa lógica, es estar en un constante reality show, donde se compite por puntajes, reconocimientos y premios; lo triste es que además se paga por ello.
Lo importante quienes comprenden el mundo de esta manera es que la formación sirva para tener un trabajo con gran sueldo, para poder comprarse las mejores cosas, ir a vacacionar a los mejores lugares, invertir en negocios, en un largo etcétera. El destino final es ser siempre “el mejor” y siempre aspirar a más. Es la necesidad de saciar su sed de consumo. Por eso, por ejemplo, en la lógica de mercado el lenguaje inclusivo no se promueve, porque “esas cosas no son importantes”. La inclusión, el reconocimiento de las diferencias, del otro como un actor a tener en cuenta, no importan. Importa, de ser necesario, pasarle por arriba para llegar a conquistar el mundo.
Pero la realidad es que para la mayoría de las personas que viven en este tipo de sistemas educativos, sus sueldos son necesarios para pagar las cuotas de los créditos que toma para poder estudiar, y el día que eligen tener hijos, ese sueldo irá a las cuotas de dichos estudios. Entonces, ¿se estudia para tener buenos sueldos para poder para pagar los estudios? Una rueda sin fin que sólo deja adentro a una minoría y excluye a las mayorías.
La educación es un derecho fundamental de los pueblos, derechos que les permite decidir cómo organizarse; reconocerse como comunidad; valorar sus identidades, sus diferencias y similitudes; les permite comunicarse, entenderse. El pueblo que permita que le arrebaten su educación estará sometido a la esclavitud de la ignorancia.
* Periodista, conductora del programa La Marea (Radio Futura FM 90.5), redactora de Revista Trinchera y colaboradora de Agencia Timón
** Periodista especializado en temas internacionales, conductor del programa Marcha de Gigantes (AM 1390 Radio Universidad Nacional de La Plata), productor general del programa La Marea (FM 90.5 Radio Futura), redactor de Revista Trinchera y colaborador de Agencia Timón