Marta Fassino fue concejala de Santa Fe durante 12 años. En 2006 debatía sobre qué hacer con el monumento al boxeador Carlos Monzón que está en un extremo del paseo costero de la capital provincial. “Cuando dije que fue un femicida otros concejales me quisieron linchar”, recuerda hoy a 43 años de la última pelea del histórico campeón de la década del 70. Monzón parecía seguir siendo intocable.
El 14 de febrero de 2018 Fassino, junto a otras mujeres, cuestionó la decisión del gobierno de mantener la estatua de Monzón. Era el aniversario del femicidio de Alicia Muñiz, pareja del boxeador, quien fue condenado por el crimen. En 2019 Fassino fue a otro monumento. O mejor dicho, un memorial. La ciudad había construido un espacio de memoria a las víctimas de violencia de género entre 2015 y 2019. El lugar elegido fue a 10 metros de la estatua de Monzón.
“Si vandalizan o tiran abajo la estatua de Monzón acá van a querer construirle 4 monumentos más. Él acá es más que Reutemann”, dice Fassino a El Ciudadano.
Una escena o toda la película
El 14 de febrero de 2018, mucho antes de que una serie de Netflix acercara la historia casi completa del boxeador y femicida Carlos Monzón, un grupo de mujeres fueron hasta el monumento de la costanera para protestar. “No queremos monumentos, no me importa si es campeón”, cantaban. Era la fecha en la que Monzón había asesinado a su pareja Alicia Muñiz, crimen por el que había sido condenado décadas atrás cuando no existía la figura de femicidio. “¿El monumento público a Carlos Monzón es compatible con una sociedad que condena los femicidios?”, preguntaban las mujeres ese febrero.
La pregunta retumbó hasta Paraná. En junio un grupo de militantes colocó una placa en uno de los costado del monumento de la costanera. Decía: “Campeón mundial y FEMICIDA”. Ese pedazo de bronce duró tres días antes que alguien lo quitara.
Abajo
Pero la de la costanera no es la única estatua a Monzón en Santa Fe. Hasta 2019 había otra en Los Cerrillos, a 48 kilómetros de la capital, donde el boxeador murió después de un choque de auto. Organizaciones feministas habían pedido al escultor que la había hecho y la tenía en reparación que desistiera de recomponer ese símbolo. El escultor aceptó.
En noviembre el colectivo Ni Una Menos de la capital y las autoridades lograron completar la historia de Monzón y ayudar a construir un futuro con memoria que nos aleje de la violencia. En un predio del Ministerio de Desarrollo provincial, a pasos de la estatua del boxeador, diseñaron y construyeron un memorial que recuerda a las víctimas de violencia de género de la capital entre el 3 de junio de 2015 y el 3 de junio de 2019, la fecha del nacimiento del colectivo Ni Una Menos.
Desde entonces las rocas con 26 de los nombres de las mujeres que fueron víctimas brotan del pasto. Hay flores y un banco rojo, símbolo de la lucha contra la violencia a las mujeres. También hay un paseo con placas en el suelo que preguntan a quienes caminan: “¿Te cela?”, “¿Te obliga a tener sexo?”, “¿Te aleja de tus afectos?”. Para Marta Fassino, integrante de Ni Una Menos, es la parte pedagógica del memorial, donde las personas pueden hacerse esas preguntas y reconocer si son o conocen a víctimas o victimarios.
El lugar, a cuenta de la pandemia, aún no ha tenido muchas oportunidades de ser centro de actos y manifestaciones. Motivos no les ha faltado. Uno muy reciente: el femicidio de Julieta Del Pino.
“La ciudadanía de Santa Fe no está preparada para sacar el monumento de Monzón. La resistencia sería mucha. A Monzón lo odio, pero si vandalizan su estatua le van a hacer 4 monumentos más”, opinó la ex concejala.
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