Cuando un hombre decide tomar atajos fuera de la ley debe asumir las consecuencias y a veces ese desenlace no sólo atañe a un ámbito penal sino a su círculo más íntimo. Esta es la historia de una mujer y un hombre que cruzaron sus vidas hace más de un lustro y formaron una pareja. El noviazgo duró algunos años pero luego de contraer matrimonio todo cambió. El muchacho comenzó a tener actitudes extrañas, desaparecer de su domicilio por varios días y a portar armas, hasta que un día fue apresado por una tentativa de homicidio. Esta situación corrió el velo que obnubilaba a su esposa, quien descubrió que su marido no sólo tenía problemas con la Justicia sino también con el consumo de drogas. En el año 2012 presentó una demanda para anular su matrimonio y recientemente el Tribunal Colegiado de Familia 7ª resolvió admitir el pedido al concluir que el hombre actuó con dolo y vició la voluntad de su mujer, quien había aceptado contraer nupcias sin conocer el verdadero trasfondo de la persona con la que compartiría su vida. El fallo no se encuentra firme.
Luego de tres años de noviazgo sin mayores sobresaltos, una pareja decidió contraer matrimonio. El gran momento llegó en octubre de 2011, aunque ello produjo un giro en la relación. La mujer comenzó a observar señales de alerta y terminó descubriendo la peor faceta de su marido. Según refiere la demanda, se suscitaron hechos extraños y su esposo comenzó a tener raros comportamientos, a lo que se sumó la ausencia reiterada del hogar durante varios días. Esta situación llegó a su punto máximo en diciembre de 2011, cuando el muchacho desapareció. Su mujer ya no pudo contactarlo y comenzó descubrir secretos de su pareja. Según expresa el fallo, la chica se enteró de que su marido consumía y vendía drogas desde hacía 10 años, que portaba armas de fuego y finalmente que no lo encontraba porque estaba preso por un hecho de tentativa de homicidio.
El joven fue detenido los primeros días de 2012 en la zona oeste. Momentos antes, el frente de una vivienda había sido baleado y un joven de 28 años, que se encontraba arreglando un portón junto con su cuñado, recibió un tiro en la cabeza. Según la pesquisa, un móvil policial observó, en los alrededores del lugar del hecho, a tres jóvenes que al ver a los uniformados huyeron abandonando una moto y arrojando un arma de fuego calibre 9 milímetros, el mismo calibre que la utilizada en la balacera, quienes poco después fueron detenidos.
Este hecho generó una causa penal donde el cónyuge en cuestión fue imputado por tentativa de homicidio junto con otras dos personas. Luego fue procesado por lesiones graves, pero más tarde la Cámara Penal lo desvinculó del hecho. Por su parte, la mujer resolvió dejar el hogar conyugal e iniciar una demanda para lograr la nulidad del matrimonio. El letrado Alejandro Impallari fundó la pretensión de su clienta en el dolo con el que actuó el esposo al ocultar esta faceta de su vida. El abogado sostuvo que esta situación vició la voluntad de la joven al tiempo de contraer matrimonio.
El caso recayó en el Tribunal Colegiado de Familia Nº 7 y el trámite estuvo a cargo de la magistrada Graciela Topino, quien resolvió admitir el pedido. La jueza tuvo en cuenta que si bien el hombre fue sobreseído del delito penal por el que fue imputado, la causa existió y fue procesado. A ello sumó una serie de testimoniales y documentación que respaldaron la versión de la mujer.
Si bien el hombre se allanó a la pretensión, Topino valoró el caso y concluyó que el consentimiento de la mujer se encontraba viciado por dolo, ya que al momento de contraer matrimonio desconocía las características personales de su pareja. Topino resolvió anular el matrimonio porque existieron defectos graves antes y durante la celebración de la boda y, de no haber mediado ardid o engaño, la joven no hubiera aceptado casarse.