Desde siempre, el hombre quiso hallar respuestas a interrogantes que lo acechaban desde el principio de los tiempos: cuestiones como el libre albedrío, la conciencia, la memoria, la inteligencia, el aprendizaje, la conjunción mente-cerebro.
Hasta no hace mucho, las respuestas a aquellas preguntas, al menos en Occidente, eran monopolizadas por filósofos, líderes religiosos o algún científico aislado.
Hoy, las neurociencias trabajan en equipo y desde hace unos 10 años en Argentina se invierten dinero y esfuerzos en investigación en neurociencia cognitiva. Si bien se carecía de tradición en este campo de investigación, hoy existen laboratorios y científicos que se dedican a ella.
Uno de esos casos es el de Néstor Braidot, doctor en Ciencias, master en Psicobiología del Comportamiento y en Neurociencias Cognitivas, además de master en Programación Neurolingüística y postgrado en Psiconeuroinmunoendocrinología. Ejerce la docencia en la Universidad de Salamanca, España, donde pasa parte de su tiempo cuando no ejerce su profesión en el país.
Braidot, haciendo un paréntesis a su tarea, concedió a El Ciudadano una entrevista telefónica en la que, entre otros temas, destaca la verdadera explosión en el conocimiento de las neurociencias a partir de la decisión política del gobierno de los Estados Unidos de darle un lugar preponderante a la investigación del cerebro humano.
Para Braidot, concomitantemente comienzan a desarrollarse avances en tecnologías que precipitaron una abundancia de descubrimientos relacionados con el cerebro en el área de la ciencia médica.
Se trataba de tecnologías que aceleraron la posibilidad de realizar estudios funcionales del cerebro humano. “Hasta el momento de esa irrupción, lo que se estudiaba era el cerebro cadavérico”, afirma Braidot, para enfatizar: “El gran avance se produjo cuando se lo pudo estudiar en funcionamiento y esto se logró a partir del advenimiento de la resonancia funcional”.
Lo neuro
“Inmediatamente, científicos de otras disciplinas se sintieron atraídos por esos logros y comenzaron a conformar grupos multidisciplinarios junto a los científicos del área médica. En mi caso, vengo de la economía y del marketing, y soy docente de la Universidad de Salamanca. Por esos años, debimos concurrir con un grupo de colegas a la Universidad de Upsala, Suecia, donde funciona una de las escuelas de negocios destacadas de Europa. En esa universidad llevaba adelante sus trabajos de investigación Arvid Carlsson, quien mereció el premio Nobel de Fisiología y Medicina en 2000 por sus investigaciones sobre la dopamina. De regreso en Salamanca, junto a otros profesionales, comenzamos a investigar sobre la predominancia de dopamina en sangre en las personas que tenían la actitud de poseer determinados coches deportivos”, explicó Braidot.
Era el comienzo del nuevo milenio y se daba en el mundo un salto cualitativo en las investigaciones y descubrimientos en el área médica, en neurología y neurocirugía, y se comenzaron a extrapolar conocimientos del área neurocientífica a su aplicación en otras disciplinas no médicas, mediante las cuales se intentaban explicar conductas y comportamientos de personas.
“En varios centros mundiales al mismo tiempo, se comenzaba a trabajar con los avances de las neurociencias en la aplicación a áreas económicas”, recuerda Braidot. Y agrega: “Tanto Martin Lidstrom en EE.UU. como Christophe Morin en Bélgica y nosotros en Salamanca empezamos nuestras líneas de investigación. Coincidió que los tres veníamos del marketing, y los tres habíamos sentido la necesidad de unirnos a nuestras respectivas áreas médicas”.
“Esos fueron nuestros comienzos condicionados por las circunstancias que mencionaba”, enfatiza Braidot.
A partir de allí, comienzan a producirse conocimientos adicionales y nuevas disciplinas que necesitaron, para ser nombradas, el aditamento de «lo neuro»: neuromanagement, neuroeconomía, neuroliderazgo, entre otros.
Las disciplinas se abren
“Fueron inicios en los que fuimos avanzando enfrentando un alto nivel de desconfianza. Mi primer libro –recuerda Braidot– lo publiqué en 2005 en España y fue duramente criticado, entre otros, por el procurador de México, que me recriminaba que daba a conocer herramientas para que las grandes corporaciones pudieran manipular a la gente. Entendimos que eran críticas fundadas en la falta de información, en el desconocimiento. No se entendía de qué estábamos hablando. Se desviaba la mirada al calificar a la manipulación, como si ésta fuera buena o mala. Era como si se intentara llevar ante el estrado judicial el cuchillo usado para un crimen”.
“Hoy vemos que a todas las disciplinas de las ciencias administrativas, en primer lugar las relacionadas con el management y el liderazgo, se las ha podido estudiar y han experimentado avances a partir del estudio desde las neurociencias”, sostiene Braidot, y se entusiasma en agregar: “Este año, me desafiaron y tuve que organizar un curso sobre neurofinanzas, un sector que no había sido alcanzado por las neurociencias. Ya se cuenta con fundamentos científicos. Por ejemplo, en la Universidad de Lausana, Suiza, se estudiaron decisiones financieras a partir de lo que se conoce del funcionamiento del cerebro”.
Han sido distinguidos en los últimos años con el Nobel trabajos que, partiendo de la teoría de los juegos y usando modelos matemáticos, se transforman en herramientas para entender el comportamiento de la economía y de las decisiones humanas dentro de las mismas. Un psicólogo fue distinguido con el premio Nobel de economía al demostrar “la no racionalidad de la decisión del hombre”.
“Nosotros nos estamos dedicando al desarrollo de gimnasios cerebrales, ya que hoy es posible aumentar la inteligencia de una persona e, incluso, en personas mayores a las que hasta no hace mucho se las dejaba de lado en el campo laboral”, explicó.
Volver de la muerte (neuronal)
Durante mucho tiempo, se aceptó que el deterioro por la edad era una condena sobre las personas porque de la muerte de las neuronas no era posible recuperarse. Braidot sostiene que ese axioma ha pasado a ser un mito: “Esto, se sabe, fue superado por la comprensión de las modificaciones que el cerebro hace por la neurogénesis y por la plasticidad neuronal. Sabemos que se produce la neurogénesis también en las personas de edad avanzada; son nacimientos neuronales nuevos. Una persona mayor de 70 años tendrá la piel arrugada, los músculos menos tensos, pero puede contar con un cerebro rejuvenecido”.
Ya sobre el final de la charla, Néstor Braidot deja una reflexión esperanzadora y, a la vez, optimista: “En los últimos años, se ha desatado un crecimiento exponencial de descubrimientos sobre el funcionamiento del cerebro humano y su potencial, lo que hace que podamos avizorar en el futuro un desarrollo aún mayor. Coincidimos en un Congreso en Madrid con dos figuras notables de las neurociencias como son Francisco Rubia y Antonio Damasio. Allí se concluía que no se vislumbraba un límite en la potencialidad de desarrollo cerebral. Sobre el final de la charla y aventurando lo porvenir, se coincidió en que podemos esperar un salto cualitativo de la evolución del cerebro humano más importante que el anterior”.