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El Municipio promueve una nutrición adecuada en la primera infancia

El programa Buen Provecho acompaña mensualmente la entrega de 1.700 cajas alimentarias a familias de toda la ciudad con herramientas que permiten generar hábitos alimenticios saludables

Mejorar la situación nutricional de niñas y niños menores de 3 años que asisten a los centros de Convivencia Barrial (CCB), trabajando con sus padres, madres, familiares y/o adultas y adultos referentes, es el objetivo principal de Buen Provecho, un programa de la Municipalidad de Rosario que, si bien fue pensado y planificado para otro contexto, se puso en marcha en plena pandemia, con cambios y adaptaciones que permitieron lograr, aún en una situación tan adversa, los objetivos propuestos.

Desarrollado por la Dirección de Políticas Alimentarias de la Secretaría de Desarrollo Humano y Hábitat, la iniciativa plantea diferentes acciones que promueven hábitos alimenticios saludables dirigidos a maximizar los recursos con los que cuentan las familias, como los alimentos que reciben mensualmente en la caja alimentaria.

«Nuestra prioridad en esta época que nos toca transitar es continuar acompañando a todos los sectores de la ciudad y sobre todo a los más vulnerables», remarcó el secretario de Desarrollo Humano y Hábitat, Nicolás Gianelloni, y agregó: «Desde el inicio de la pandemia nos propusimos mantener el foco en las infancias para que puedan seguir creciendo y nutriéndose, tanto en su educación como en su alimentación. Por esto, con el programa Buen provecho acompañamos desde los centros de convivencia barrial a todas las familias con niñas y niños de hasta 3 años, con cajas especiales».

Cabe destacar que cada mes, la Municipalidad asiste a unas 1.700 familias con las cajas de asistencia alimentaria. Más allá de los alimentos que se otorgan tradicionalmente, a partir de la implementación del programa y en el contexto de pandemia, se incorporaron productos específicos, teniendo en cuenta la adecuada nutrición de quienes transitan la primera infancia.

«Pensamos la alimentación como un derecho», afirmó la directora de Políticas Alimentarias del municipio, María Eugenia Hulten, quien sostuvo que «a través del programa Buen Provecho el municipio desarrolla acciones para mejorar la nutrición infantil”.

«Este tipo de políticas del gobierno local amortigua las consecuencias que produce el aumento de la pobreza y la malnutrición en el contexto actual y genera propuestas que acompañan a las familias en los barrios más vulnerables”, aseguró la funcionaria, y aclaró: «La seguridad alimentaria no se garantiza con sólo la asistencia concreta de alimentos, sino que conlleva y es necesario el acompañamiento a estas familias en las tareas vinculadas a la educación alimentaria».

Adaptado al aislamiento

“Los chicos, al no poder asistir a los centros, no podían recibir el desayuno, el almuerzo o la merienda. Por eso se creó una caja que tiene elementos que pueden cubrir la necesidad nutricional del niño aunque no pueda ir al CBB”, indicó Analía Santa Cruz, una de las integrantes del equipo que coordina el programa.

Precisamente, por la llegada de la pandemia y el aislamiento social imperante, Buen Provecho, pensado para un contexto diferente con talleres y encuentros presenciales, tuvo que adecuarse a la coyuntura. Así surgió un grupo de difusión de WhatsApp que integran madres y padres de toda la ciudad que son beneficiarios de las cajas alimentarias, donde reciben distintos tipos de recetas e información de utilidad vinculada a la alimentación.

“Enviamos recetas que en un 80 o 90% se pueden elaborar con los productos que están en la caja; recetas que son posibles, ricas y que los chicos pueden hacer con las mamás”, indicó Santa Cruz, y agregó: “También compartimos instructivos sobre huertas, material explicativo sobre los cuidados en relación al Covid-19, para saber cómo lavar las verduras”.

De esta forma, todos los martes, madres y padres reciben una propuesta diferente para llevar adelante con niñas y niños. Además, se invitó a quienes se animasen a compartir sus propias recetas para ponerlas en común con todos aquellos que participan en el programa. “Nos sorprendió la devolución. En algunos lugares más que en otros, pero tuvimos muy buena respuesta”, aseguró la coordinadora.

Junto a la caja alimentaria que retiran mensualmente en los distintos CCB de la ciudad, siempre se suma algún obsequio. En ocasiones fueron juegos de carácter educativo, para que disfruten los más chicos, y en otras oportunidades se entregaron plantines para las huertas o macetas domiciliarias.

“La idea es que puedan incorporar verduras, frutas, plantas aromáticas y medicinales, que puedan trabajar en casa con la huerta y la cocina. Incorporar saberes que son del interés general y, más que nada, garantizar que los chicos tengan una correcta alimentación”, sostuvo Santa Cruz y remarcó la importancia de ofrecer “herramientas educativas para fortalecer esta pata alimentaria”.

Para y con las chicas y los chicos

Ana y su hijo Cristian, de 3 años, asistían habitualmente al CBB La Tierrita para el desarrollo de distintas actividades que, con el inicio de la pandemia, no pudieron continuar y fueron suspendidas.

La mujer es una de las madres que cada mes se acerca hasta el espacio de calle Mburucuyá 951 Bis (distrito Noroeste) para retirar la caja alimentaria con productos pensados especialmente para su hijo. Recibe también las recetas y la información que se comparte desde el programa Buen Provecho. “Una vez hicimos pizza y Cristian enseguida quiso sumarse, estaba muy contento”, cuenta.

Ana también recibió plantines de plantas aromáticas, aunque aclara que en ese rubro las cosas no resultaron como con las pizzas: “No nos fue muy bien en jardinería, creo que las regamos mucho”, dijo entre risas, en el marco de un reducido encuentro con algunos vecinos del barrio, con quienes intercambian experiencias cada vez que se acercan a retirar las cajas.

En el caso del Centro de Convivencia Barrial Emaús (Génova al 7900), son más de 60 las cajas alimentarias que el municipio reparte cada mes. Elena, vecina de la zona de Hostal del Sol, llega en bicicleta hasta el lugar acompañada de Benjamín, su hijo de 3 años, para retirar la caja alimentaria.

Elena señala que, aunque siempre le gustó la cocina, gracias a la difusión de algunas recetas y a la información nutricional que recibió desde el programa, pudo integrar algunos nuevos hábitos para mejorar la alimentación suya y, principalmente, de su niño. “Antes no sabía, pero ahora a los guisos, un minuto antes de sacarlos del fuego, les incorporo la espinaca. A Benja le encanta y se come todo”, remarca.

También incursionó en la elaboración de un pan de lentejas. “En un principio dudaba si él lo iba a comer, pero le puse un poco de chocolate y le gustó”, reconoce y explica orgullosa que su hijo come frutas y toma jugos naturales de manera habitual.

“Y le encanta pintar o jugar con la plastilina que le dieron acá en el CCB”, comparte de paso, y agrega que se puso muy contento al recibir el plantín de albahaca: “La plantamos y ya usamos para hacer con fideos y ajo, incluso nos floreció”, afirma.

En el caso de Jésica, quien asiste al CCB Emaús junto a su hijo de 2 años, también llamado Benjamín, la cocina va ganando un espacio de a poco pero sin mucho apuro: “Es que los días de semana solemos comer en lo de mi suegra, y ella cocina muy bien”, confiesa. A pesar de eso, la joven de a poco se va animando en las actividades culinarias, sobre todo los fines de semana. Y menciona además que el pequeño extraña mucho jugar en el CCB: “Al principio yo no sabía si traerlo, pero desde que cumplió un año viene acá, y la verdad que a él le encantaba poder venir”.

Seguridad y soberanía alimentaria

Buen Provecho tiende a buscar estrategias, dispositivos de abordaje innovadores, con acciones cotidianas desde el trabajo en territorio que posibiliten el fortalecimiento de las actuales propuestas alimentarias existentes desde el Estado. La idea es enriquecerlas, potenciarlas desde el acompañamiento, brindando distintas herramientas que contribuyan a la seguridad alimentaria y, dentro de las posibilidades de cada familia, a su soberanía.

En la propuesta participan y colaboran, además, el programa de Prevención y Promoción de la Salud Colectiva de la Secretaría de Salud Pública, la Secretaría de Ambiente y Espacio Público, la Universidad de Concepción del Uruguay, y distintas organizaciones de la sociedad civil.

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