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El mural que volvió del olvido

En México se recreó la historia de la recuperación de la pintura “Ejercicio plástico”, del artista David Alfredo Siqueiros, que permaneció durante diecisiete años abandonado en cuatro contenedores.

La historia de la recuperación del mural “Ejercicio plástico” de David Alfaro Siqueiros (1896-1974) fue recreada minuciosamente en la Sala de Arte Público, en el Distrito Federal de México, que lleva el nombre del famoso muralista, con una presentación fotográfica y una mesa redonda integrada por especialistas y funcionarios argentinos y mexicanos.

La tarea binacional realizada por ambos países, para rescatar del olvido la obra que permaneció por 17 años abandonada en cuatro contenedores, fue analizada de manera exhaustiva, aunque un clima de emoción y de camaradería prevaleció sobre la cantidad de datos aportados en la charla. “Es una gran alegría que todos conozcan lo que se ha hecho a partir de esa decisión política tan fuerte entre dos países de recuperar la cultura y en este caso un mural maravilloso. Nuestra presidenta Cristina Fernández de Kirchner cuando vino aquí como senadora asumió el compromiso de restaurar la obra”, resumió la embajadora argentina en México, Patricia Vaca Narvaja.

“Cumplió su promesa con creces –subrayó–, y también porque México nos ha acompañado y no podía ser de otra manera; nuestros pueblos históricamente han tenido lazos sociales políticos y culturales”.

Ante un público que desbordó la capacidad del salón de conferencias, la directora de Asuntos Culturales de la Cancillería, Magdalena Faillace, y el ex agregado cultural de la embajada de México en la Argentina, Miguel Díaz Reinoso –uno de los promotores iniciales del rescate–, fueron los que plantearon desde la perspectiva de cada país el proceso de recupero que finalizó en diciembre último.

Con la visita del presidente mexicano, Felipe Calderón, quedó inaugurado el mural, detrás de la Casa Rosada, en la vieja Aduana Taylor.

De la mesa redonda también participaron Gabriela Gil, directora del Centro Nacional de Conservación y Registro del Patrimonio Artístico Mueble del INVA, y Cecilia Jaber Breceda, que ocupa en la cancillería mexicana el mismo cargo que Faillace.

“Siqueiros nos convoca a los reencuentros: vinimos a compartir hallazgos y avatares en la búsqueda del mural, búsqueda llena de intenciones, pero también de decepciones”, apuntó Díaz Reinoso, uno de los tantos que pensó en una leyenda cuando le hablaron por primera vez de esta obra.

“Cuando nos enteramos de que había un complejo litigio legal dijimos: el mural sí existe. A principios de 2000 por notas de prensa se fue integrando un nuevo expediente para documentar su existencia y actualizar la información”, recordó.

Más adelante, Faillace se remontó a la tarea comenzada en 2003 cuando fue nombrada subscretaria de Cultura y “el tema del mural se había convertido en una obsesión”.

“Lo fui a ver al entonces presidente Néstor Kirchner y le dije que aunque no supiéramos el estado en que estaba había que declararlo patrimonio histórico cultural de la Nación y en noviembre de ese año salió el decreto y el mural comenzó así una etapa judicial protegido por la ley 12665, de nuestro patrimonio”, señaló.

Poco a poco, continuó Díaz Reinoso, el mural fue recobrando una imagen de lo que significaba, “era como armar un rompecabezas”. ¿Qué era ese mural de leyenda, en el que se mezclaban historias de amores y pasiones y muchas rarezas para la historia del muralismo como lo conocíamos hasta ese momento?, inquirió.

“Siqueiros, en 1933, en el sótano de la residencia de campo de Natalio Botana, director del diario Crítica, se concentró no en motivos revolucionarios, sino en el análisis de los problemas visuales y de la relación del arte con la tecnología –explicó–. Diseñó una nueva forma de percepción más ligada al cine, creó una obra con pocos antecedentes”.

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