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El Nano, con todos los honores

El cantautor Joan Manuel Serrat fue distinguido por la Facultad de Humanidades y Artes con el título de Doctor Honoris Causa. El músico brindó una conferencia y emocionó a todos al cantar uno de sus clásicos.

Los ojos de ese joven de pelo largo que devolvía la pantalla gigante en blanco y negro eran los mismos, varias décadas mas tarde, que frente a esa multitud reunida en el teatro esperaba el reconocimiento más importante que la Universidad Pública le puede otorgar.

Una jornada signada por la emoción se vivió ayer al mediodía en el acto de reconocimiento al español Joan Manuel Serrat, quien fue distinguido por la Facultad de Humanidades y Artes de la Universidad Nacional de Rosario (UNR) con el título de Doctor Honoris Causa, la máxima condecoración que otorga la institución casi centenaria. El Teatro Municipal La Comedia estuvo colmado por autoridades e invitados que lo ovacionaron de pie.

Un panel, una pantalla grande y un atril pero fundamentalmente el gran piano de cola se robó toda las miradas desde antes mismo que las luces se encendieran y el protagonista subiera a las tablas, dando una cuota de expectativa por oírlo hacer lo que mejor sabe, cantar, y por lo que se encuentra recorriendo la Argentina junto a Ana Belén, Miguel Ríos y Víctor Manuel.

José Goity, decano de la Facultad de Humanidades y Artes y responsable de la iniciativa, fue el encargado de inaugurar el escenario con una laudatio que abrió su discurso resaltando la importancia y trascendencia del encuentro. Allí, con visible emoción, explicó –por si hiciera falta– que Serrat “es uno de nuestros máximos compañeros”, para más tarde resaltar que su música “nos acompañó cuando nos dolía el alma. Gracias por el amor, por la vida y las esperanzas”, cerró el decano.

En la intimidad de una sala que estuvo colmada en su totalidad por autoridades de la UNR y del Ejecutivo, se llevó a cabo la entrega de los distintivos: el diploma y la medalla de Doctor y un sinfín de presentes. Entre todos, el cantautor mostró especial atención por una estatuilla de Mendieta obsequiada por la intendenta Mónica Fein y un lápiz de los que el Negro Roberto Fontanarrosa utilizaba para su trabajo que estaba en manos de La Mesa de los Galanes. También se hicieron presente las Madres de Plaza 25 de Mayo que le obsequiaron su pañuelo distintivo con el que el Nano interpretó la única canción con la que se despidió de Rosario.

El músico español estuvo en todo momento conectado con lo que sucedía en su honor. No ocultó la emoción ni repartió forzadas sonrisas cómplices. Nada de eso. Agradeció el gesto, recordó a amigos como  Fontanarrosa y colmó de música la sala primero con las palabras de un discurso político, poético y sincero que profundizó en temas que golpean la coyuntura de su tierra natal, pero más tarde con una interpretación sentida de “Aquellas pequeñas cosas” que no dejó a nadie desencantado.

Era el momento de tomar la palabra, pero los organizadores sorprendieron con la proyección de un video con testimonios e imágenes de archivo que recordaban la historia del músico con la ciudad. Imágenes de un recital de principio de los 80 en el estadio de Rosario Central, una charla en la emblemática mesa del bar El Cairo y entrevistas de toda índole hicieron que el músico se emocionara.

La mirada de Serrat se posaba en la figura de Mendieta que minutos antes le había regalado la intendenta. Allí, en ese perro de metal que besaba, se reconocía. “Antes que nada, agradecer esta carta de emociones que me llegan en forma de recuerdos e imágenes, de palabras y voces”, dijo en relación con el video que lo emocionó.

“Inicio mis palabras con el bajo tono de la emoción; no era esta mi idea pero ya me vendré arriba mientras vaya hablando y reflexionando en voz alta palabras que creo que en un día como hoy son inexcusables”, dijo Serrat, catalán, antes de iniciar su presentación refiriéndose a Cataluña.

“No sería prudente bajarme de esta tribuna sin haberme liberado de un sentimiento que llevo rumiando desde hace días complicados, días de sobredosis emocionales donde la incompetencia y los intereses no siempre confesables coinciden desde el territorio querido para mí que se llama Cataluña”, opinó a través de un escrito con el que comenzó su oratoria diciendo que, desde que comenzó la consulta, se manifestó contrario a la independencia.

Volviendo al tema que lo tenía como protagonista, celebró la distinción porque, opinó, “es el fruto de algo tan simple y preciado como el amor, el cariño; así lo entiendo y así lo agradezco. Si para algo vale la pena la vida es para querer y para ser querido; eso es lo que mueve mis pasos. Soy un goloso de la amistad”.

Hablando de Rosario a través de uno de sus hijos prodigio, Serrat opinó: “El Negro es un rosarino universal; un gestor de humanidades. A todos nos representaba y todos nos sentíamos bien representados por él, todos presumimos de él; nadie es tan querido como él porque nadie es tan de todos. Porque nadie es tan nuestro”.

Hace más de medio siglo que por primera vez Serrat subió a un escenario para cantarle al amor y a la vida y nunca más se bajó de allí. “Cincuenta años que dejo por escrito mis pensamientos. El secreto de un escritor no está en la inspiración sino en el trabajo y en la paciencia. Yo escribo sobre lo que ocurre a mi alrededor y dentro de mí. Con las canciones me expreso, me comunico con los demás y me gano la vida. Yo canto por el gusto de cantar, porque me da placer”, dijo y concluyó: “No diré que me siento un rosarino más porque no soy tan vanidoso, pero sí que seré tan rosarino como ustedes me lo permitan”.

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