Cristian Alfaro finalmente tomó la decisión. El árbitro que representó a la ciudad durante la última década en las categorías superiores de la Liga Nacional lo meditó, lo analizó y decidió bajarse de la competencia profesional del más alto nivel. Para el afuera suena a inesperado, extraño, ya que a los 44 años y en el mejor nivel de rendimiento decidió no concurrir a la burbuja de la Liga Nacional y quedarse en casa, apostar a emprendimientos personales y a aguardar por el reinicio de la actividad local. Colgó la camiseta 77. Y obviamente, El Hincha quiso conocer sus razones.
-¿Cómo tomaste la difícil decisión de no seguir dirigiendo en la Liga y por qué lo hiciste?
-Fueron 17 años bajo la órbita del basquetbol profesional de la AdC y de manera prácticamente full time. Era una decisión que venía madurando desde hace algún tiempo y quizás necesitaba ese empujoncito para salir de una actividad de la que uno se enamora, te atrapa y que se compara a la de un noviazgo de adolescente. Pero durante las dos últimas temporadas asumieron a la coordinación de los árbitros personas nuevas en el estamento que no me tenían en consideración, y creo que después 15 finales y una semifinal de todas las categorías dirigidas Liga B, TNA, Liga A, comenzó el proceso interno, en el que prioricé salir por la misma puerta en la que había ingresado.
-La pandemia le cambió la vida a mucha gente. ¿En tu caso cómo lo viviste?
-Fue difícil desde todo punto de vista, pero el árbitro está preparado desde lo mental para afrontar situaciones de stress de otra manera. Desde lo económico estuvimos 9 meses sin percibir ninguna remuneración, lo que en mi caso puso en juego mi resiliencia y pude reinventarme en una actividad que es un hobby como la cocina (tengo un emprendimiento), a valorar la salud por sobre muchas cosas, a ponerle un freno a la vida y a sacar cosas positivas que nos brinda.
Los años de Liga, de viajes, de madrugadas esperando colectivos, de escuchar palabras hirientes pero también frases simpáticas. De enojos, de alegrías, de tiempo compartido con amigos y colegas. De esos que salen a una cancha sabiendo que son dos (o tres) contra el mundo. “Aprendí con el tiempo a hablar con los jugadores, a entenderlos, a saber que una palabra puede ayudar a calmar una situación y a poder llevar adelante un partido”, cuenta como alguno de sus aprendizajes en esta extensa carrera en el arbitraje de todo nivel, que ahora cierra una etapa en la Liga.
-¿Qué te llevás de los años de arbitraje en la Liga?
-Me llevo lo mejor, muchos amigos, lugares conocidos, experiencias vividas, y una preparación a nivel personal que te da el arbitraje para afrontar el afuera con otra visión.
-¿Recordás los debuts?
-Mi debut en la Liga A fue en Argentino de Junín ante Quilmes de Mar del Plata y esa temporada (2017/2018) arbitré cerca de 40 partidos de Liga A y 30 de TNA incluyendo octavos de final de los playoffs. En el TNA fue en la temporada 2007 /2008 en Corrientes con San Martín ante Pdro Echagüe –Saladill y en la que era Liga B mi primer partido fue en cancha de Atlético Rafaela y por el octogonal que daba un ascenso a la Liga B Racing de Gualeguaychu vs 9 de julio de Morteros (con el Negro García).
-¿Cuál fue el de la despedida?
-El último de la Liga A fue Peñarol de Mar del Plata ante La Unión de Formosa, en enero de 2020.
-¿Te acordás del momento más duro que viviste por el arbitraje?
-El momento más duro fue dejar a mi mujer actual internada en el sanatorio a punto de dar a luz a Maite (mi hija menor) porque perdía el colectivo (no me habían conseguido un reemplazo desde la AdC). Me enteré a las 3 de la madrugada que había sido papá.
-¿Y en un partido?
-El partido en el que peor la pasé fue en Viedma, donde ganó la visita por 1 punto en la última bola e igualó la serie de semifinales. Recuerdo que estuvimos mucho para poder salir del estadio, y montaron un operativo policial para poder irnos de la ciudad.
-¿Y cuándo un árbitro se va feliz de un partido?
-Los partidos más felices son todos aquellos en los que hay un justo ganador y donde los árbitros no tenemos incidencia en el resultado.
-¿Qué tenés ganas de hacer en el arbitraje? ¿Seguir en Rosario?
-Todavía no tengo definido cómo seguirá mi futuro relacionado al basquetbol, pero seguramente una vez que se retome la actividad a nivel local y provincial está entre los planes poder seguir colaborando y aportando mi experiencia de Liga para árbitros más jóvenes que tengan intensiones de progresar en la actividad.
-Seguramente querrás nombrar personas que te acompañaron durante tu carrera arbitral.
-No puedo dejar de mencionar a mi familia en primer lugar que fueron el sostén en todo momento, Varinia, Agostina, Luca, Maite y Bárbara. En la parte física los profesores Guillermo Gribinsky, Oscar Ramos y Alfonso Palmitieri y mi psicóloga deportiva, que fue un pilar fundamental en mi desarrollo, Laura Tallano.
No es el fin de su carrera, es apenas bajarse del alto nivel de exposición, de la vida nómade de pasar de ciudad en ciudad, estadio en estadio y tal vez, de sentir que su trabajo y esfuerzo para estar a la altura de la actividad es recompensado. Por ahora, colgó la 77.