En el cierre del año, las Abuelas de Plaza de Mayo anunciaron ayer la identificación del nieto número 100, hijo de un militante montonero desaparecido durante la última dictadura militar, que pudo ahora reencontrarse con su media hermana.
Se trata de Matías Espinosa (quien lleva el apellido de su madre Norma), un joven de 33 años, que fue criado por su madre y que se acercó a Abuelas luego de tomar conciencia de que su padre era el militante desaparecido Tulio Tucho Valenzuela.
Valenzuela no pudo reconocer a su hijo porque vivía en la clandestinidad debido a que era una de las cabezas de la columna de Montoneros en Rosario y fue protagonista de una las historias más dramáticas e increíbles del enfrentamiento entre Montoneros y la última dictadura militar.
En uno de los tantos operativos ilegales, la dictadura detuvo a Valenzuela. Prisionero en un campo de concentración en Rosario, el por entonces general Leopoldo Fortunato Galtieri le ofreció liberarlo –pero dejando como rehén a su mujer Raquel Negro y a su hija– a cambio de que condujera a los militares hasta Mario Eduardo Firmenich, por entonces exiliado en México.
“Tulio simula comerse los argumentos e inician conversaciones políticas con él (en alusión a Firmenich)”, contó Alfredo Álvarez, íntimo amigo del militante desaparecido. En febrero de 1977 Valenzuela viajó con un grupo de militares al Distrito Federal de México, pero antes de entrar en contacto con la cúpula montonera logró fugarse de sus captores.
Posteriormente logró ponerse en contacto con los jefes máximos del grupo guerrillero a quienes les reveló el plan siniestro de los sicarios de la dictadura. Entonces dieron una conferencia de prensa donde contaron los planes de Galtieri, lo que desencadenó un conflicto diplomático y los secuestradores fueron expulsados de México. Pero la decisión de Tucho de salvar a los jerarcas Montoneros no fue bien entendida por la conducción nacional de Montoneros que le realizó un juicio revolucionario en el que se reconoció su heroísmo, pero se lo condenó por traición.
Su compañera de entonces, Raquel Negro (que había dado a luz a la hija de ambos en 1978, la cual fue recuperada por Abuelas en 2008), fue asesinada por las fuerzas represivas de la dictadura después de, aparentemente, haber dado a luz a mellizos.
Cinco meses después, Tulio Valenzuela volvió voluntariamente a la Argentina en el marco de la primera contraofensiva montonera y, al verse cercado por integrantes de un grupo de tareas de la Escuela de Mecánica de la Armada (Esma), se suicidó ingiriendo una pastilla de cianuro.
Matías Espinosa se crió con su madre Norma Espinosa –alejada de la militancia en 1975– y sus abuelos maternos, estudió Educación Física y actualmente se dedica a la docencia. A pesar de que desde niño su madre le contó detalles referidos a su padre, fue durante su adolescencia cuando el joven tomó conciencia de que su padre era Tulio Valenzuela y que se encontraba desaparecido.
En 2009, tras la restitución de Sabrina (su media hermana, hija de Tulio Valenzuela y Raquel Negro), Matías fue derivado a la Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad (Conadi) para realizarse los estudios genéticos que permitieran corroborar su filiación.
El 30 de junio de este año los resultados confirmaron que es hijo de Valenzuela, por lo que Matías viajó a conocer a su hermana Sabrina a Rosario, con quien “comenzó una estrecha relación”, informaron las Abuelas.
Hace tres días, la titular de Abuelas, Estela de Carlotto había adelantado a NA que se trataba de un caso “muy especial”, por lo que la intención era anunciarlo esta semana “como broche de oro del año”. Sin embargo, a diferencia de otras ocasiones, esta vez no hubo anuncio en conferencia de prensa para respetar el deseo de privacidad del muchacho, señalaron a NA voceros de Abuelas.
“Las Abuelas celebramos, al finalizar el 2009, el reencuentro de dos hermanos, y brindamos por el encuentro”, señaló la organización que preside Estela de Carlotto en un comunicado.
Tulio Valenzuela y Norma Espinosa se conocieron a mediados de 1974 cuando militaban en la columna oeste de Montoneros, por la zona de San Justo, y a fines de ese año comenzaron una relación de pareja.
Alrededor de mayo-junio de 1975, Tulio fue trasladado por la organización a Santa Fe y Norma –quien trabajaba como docente– lo acompañó. Allí convivieron cerca de un mes y en julio de 1975 Norma quedó embarazada, aunque poco después la pareja decidió separarse y la joven regresó a Buenos Aires, se desconectó de la militancia y se fue a vivir a la casa de sus padres a la espera del nacimiento de su hijo.
Matías nació el 6 de marzo de 1976 en Lomas de Zamora y cuando tenía aproximadamente seis meses su madre organizó un encuentro con Tulio para que se conocieran. En ese momento, Tulio no lo pudo reconocer dándole su apellido debido a su situación de clandestinidad.