Omar Kadhr reconoció su culpabilidad en los cinco cargos que se le imputaban, entre ellos el de homicidio de un soldado norteamericano al que arrojó una granada durante un operativo contra un complejo de la red islamista Al Qaeda en Afganistán en el año 2002.
El acusado, que ahora tiene 24 años, también admitió haber plantado artefactos explosivos y haber recibido entrenamiento en el uso de armas por parte de la organización de Osama Ben Laden.
Vestido con un traje negro en lugar del mameluco naranja típico de los detenidos en la cárcel para presuntos extremistas islámicos de Guantánamo, Kadhr, quien nació en Toronto y habla inglés sin dificultades, respondió con varios «sí» cuando un juez militar le detalló los cargos en su contra y le preguntó si los comprendía.
El juez le preguntó si alguien le había hecho alguna promesa a cambio de declararse culpable, y el acusado respondió que «no».
Más temprano, su abogado dijo que confiaba en poder llegar a un acuerdo extrajudicial porque su cliente enfrentaba una casi segura sentencia de prisión perpetua bajo este sistema de justicia militar que según su visión facilita los procesamientos pese a cambios adoptados por el presidente estadounidense, Barack Obama.
«No hay muchas opciones. O se declara culpable para evitar el juicio o va a juicio, y el juicio es un proceso injusto», dijo el abogado Dennis Edney, citado por la cadena de noticias CNN. Los términos del acuerdo no fueron revelados del todo.
Kadhr deberá comparecer ahora a una audiencia en la que se le fijará su condena, y que podría durar varios días.
El inicio de su juicio por crímenes de guerra estaba previsto para hoy, y enfrentaba una probable condena de reclusión perpetua.
El acusado podría reunir los requisitos para ser transferido a Canadá luego de cumplir el primer año de su sentencia, para completarla en su país natal, dijo el juez militar, coronel Patrick Parrish.
El gobierno de Canadá dijo que se trata de un cuestión entre Kadhr y el gobierno norteamericano y que no tenía «otros comentarios».
Khadr, que lleva ocho años en el controvertido centro de detención en Guantánamo, fue detenido a los 15, y se convirtió así en el preso más joven retenido en la prisión. Es además el único preso de occidental que aún permanece encerrado en la bahía cubana. En un primer momento se había declarado inocente.
Su proceso, que empezó en agosto, fue especialmente controvertido, ya que las organizaciones humanitarias alegaron que nunca debió haber llegado a Guantánamo por su edad y porque fue sometido a maltratos tras su detención en Afganistán.