Mabel Gabarra se puso por primera vez el pañuelo verde en agosto de 2003. Tenía 56 años y era feminista desde hacía dos décadas. El triángulo de tela se lo había dado un grupo de cordobesas de la organización Católicas por el Derecho a Decidir. Habían llegado a Rosario a la edición 18° del Encuentro Nacional de Mujeres (ENM) con la propuesta de convertirlo en el atuendo de la defensa del aborto legal. Mabel recuerda que fue la primera vez que sintió que estaba en una marea verde. Junto con otras 10 mil caminaron por el centro rosarino en la marcha de cierre del ENM después de lograr el primer taller de estrategias hacia la legalización. Ese día ni Mabel ni ninguna de las compañeras con las que en los 80 habían fundado la militancia feminista en Rosario se imaginaron que 15 años después iban a cruzar a mujeres de todas las edades con el pañuelo en el cuello, en la muñeca o atado en la mochila. “Si se aprueba o no la legalización del aborto depende de los legisladores, pero para nosotras esto ya es una victoria. Los niveles alcanzados de conciencia social no van para atrás, sólo avanzan”, explica en diálogo con El Ciudadano.
Mabel Gabarra recibe a este diario en el living de su casa en el barrio República de la Sexta. Tiene 71 años, es abogada y una de las fundadoras de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito. Es jueves a la mañana y el televisor está enchufado a una notebook a través de un cable HDMI. El canal de Youtube de la Cámara de Diputados de Argentina se reproduce en la pantalla y transmite en vivo el debate en comisiones de los nueve proyectos de Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE). Desde el 10 de abril hasta el 31 de mayo más de 700 voces a favor y en contra de la legalización del aborto exponen ante los diputados sus argumentos. Mabel estuvo en el atril el jueves 26 de abril. Centró la exposición de siete minutos en la condición de Estado laico de Argentina. Dijo que la presión de los fundamentalismos y la jerarquía religiosa sobre los gobiernos se traduce en el financiamiento de obispos, curas, escuelas religiosas y otras instituciones de culto y pesa en las mujeres y su sexualidad.
“No estoy en contra de las religiones. En el debate hemos visto a católicas, pastoras evangélicas y muchas personas religiosas. El problema es la jerarquía de la Iglesia que siempre fue machista”, explica y baja apenas el volumen del televisor para que el debate sea el telón de fondo de la conversación. “En las exposiciones en contra hay mayoría de varones egresados de facultades privadas confesionales y representantes de la jerarquía católica hablando de los deseos, de las angustias, de los temores y de los embarazos de las mujeres. Todas cuestiones de las que no tienen idea y hablan desde el prejuicio y la religión”, opina.
En los últimos meses es común escuchar que la llegada al Congreso de la discusión sobre la legalización del aborto es el mundial feminista. Mabel coincide. Todos los martes y jueves no se pierde un solo partido. Ve la transmisión que arranca a la mañana y termina casi a la noche entre medio de las actividades diarias. Y cuando no puede verlo, busca después las exposiciones que más le interesan.
La analogía del fútbol no deja de recordarle, sin embargo, al Mundial del 78. Dos años antes había salido del país exiliada. Su marido estaba preso y sus dos hijos quedaron con la abuela. Mabel pasó 10 meses en Uruguay y después llegó a Francia, donde trabajó con los grupos de Solidaridad con Argentina en la campaña contra el Mundial. Militaban para visibilizar los crímenes de lesa humanidad cometidos por el gobierno de facto y tapados por el espectáculo mundialista.
Mabel creció en una familia católica en un pueblo santafesino. Toda su infancia y adolescencia estuvieron marcadas por una educación religiosa y por actividades organizadas por el cura. Llegó a Rosario a estudiar derecho y empezó a militar con el movimiento de curas del tercer mundo. La fe religiosa la fue abandonando de a poco y para el final de la carrera ya era atea. Cuando a los 29 se fue exiliada formaba parte del Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT).
El trabajo con mujeres empezó con la vuelta a Argentina. Con la abogada Susana Chiarotti, también exiliada y una de las voces que se escuchó en el Congreso, habían trabajado en Rosario asesorando a sindicatos. Durante el exilio se encontraron en Francia y se propusieron armar algo juntas cuando estuvieran de regreso. El foco iba a estar puesto en las mujeres como trabajadoras. Ya de vuelta al país fundaron Indeso Mujer Rosario. Una de las primeras tereas fue un relevamiento de la composición de los gremios de la ciudad, donde notaron bajísima participación de mujeres en las comisiones directivas. A medida que avanzaban la agenda se complejizó. Las mujeres llegaban a Indeso con problemas que excedían la agenda laboral. Hablaban de violencia de género, problemas de pareja y situaciones que llevaron a las abogadas al derecho de familia.
“Empezamos a estudiar y nos dimos cuenta que no podíamos trabajar con mujeres sin perspectiva feminista”, explica Mabel y recuerda los 80 como años de mucho aprendizaje. “Primero Susana viajó a un encuentro de mujeres en Brasil y volvió con material para leer. Y en el 86 se hizo el primer ENM y ahí volvimos todas cambiadas. Nos empezamos a relacionar con el feminismo porteño, recibíamos materiales por correo de toda Latinoamérica y nos capacitamos”.
Mabel piensa en las pibas, ese nuevo actor político del feminismo argentino que reúne a adolescentes y veinteañeras en todas las movilizaciones desde el Ni Una Menos de 2015. “Tienen 14 años y se dicen feministas, al revés del recorrido que hicimos nosotras. Hay algo intuitivo que las libera. Falta sustento teórico, lo cual es interesante para pensar en espacios de formación. Pero se nota que son hijas de la democracia y que tienen una potencia muy fuerte”.
“… de la Universidad Nacional de Litoral” se escucha decir al diputado Daniel Lipoveszky en la tele y Mabel para la oreja. La mención de alguien de la provincia siempre llama la atención. Una mujer con camisa blanca empieza a hablar. Agradece y dice la frase más recurrente en el equipo contrincante: “La persona humana tiene derecho a la vida”. Mabel suelta un resoplido de hartazgo, como si un jugador hubiese sacado la pelota afuera del área por decimoquinta vez.
Prejuicios y alianzas
A fines de los 80 Mabel llegó a un estudio de televisión de Rosario invitada para hablar de los ENM. Se sentó en el set de grabación, el conductor la presentó y lo primero que le preguntó fue: “Decime, ¿las feministas están en contra de la penetración?”. Mabel recuerda se quedó muda por un segundo pero antes de que se le notara la incomodidad puso primera y respondió: “Las feministas estamos con el placer. Todo lo que sea placer estamos de acuerdo, todo lo que sea en contra no porque es violencia”. En los medios, explica, era muy difícil hablar de feminismo y de violencia. “Había un prejuicio muy grande, nos preguntaban si estábamos enojadas con los hombres, si éramos todas lesbianas, no entendían que estemos casadas y tengamos hijos, nos ponían en el lugar de resentidas”.
Mientras los medios las miraban con recelo, las feministas rosarinas tejían alianzas entre las organizaciones y los distintos niveles del Estado. Desde fines de los 80 hubo concejalas, diputadas y funcionarias que trabajaban en alianza con las organizaciones. “Es una ciudad que tiene una articulación muy particular. Las representantes de Estado, tanto ejecutivas como legislativas, forman parte del movimiento de mujeres. Eso hizo que haya un feminismo muy fuerte y que avancemos mucho en las políticas públicas”, opina Mabel y trae el ejemplo del protocolo de aborto no punible aprobado a nivel nacional en 2007. “Fuimos las propias feministas que estábamos dentro y fuera del Estado las que hicimos la adaptación y la llevamos al Concejo. Y eso se logró porque había cuadros estratégicos en distintas áreas. Las articulaciones que hacemos son variadas y nos llevan a largas discusiones pero esa transversalidad es también la riqueza de este movimiento”.
El trabajo articulado del movimiento de mujeres con el Estado convirtió a la ciudad en un caso testigo. Desde hace seis años en la salud pública municipal no se registran muertes de mujeres por aborto gracias a la aplicación del protocolo de Interrupción Legal del Embarazo (ILE), vigente en todo el territorio nacional para casos de violación y riesgo de salud de la mujer. Sólo lo aplican un tercio de las provincias.
La campaña verde
Mabel fue una de las fundadoras de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito. Estuvo la primera vez que se usó el pañuelo verde, participó del primer taller de estrategias hacia la legalización en 2003 en Rosario y en Mendoza propuso la cruzada de cinco meses de concientización aue se hizo en 2004. En 2005 viajó a Córdoba con compañeras de Rosario a la reunión a la que convocaron Católicas por el Derecho a Decidir, donde más de 70 organizaciones fundaron la Campaña y definieron las consignas de “Educación sexual para decidir. Anticonceptivos para no abortar. Aborto legal para no morir”. También eligieron el logo para el pañuelo y propusieron repartirlo en eventos y marchas en todo el país. Mabel recuerda que al principio nadie lo agarraba y volvían con los bolsos llenos. Fueron 15 años en los que se sumaron 500 organizaciones y se presentó el proyecto en el Congreso siete veces. El mayor logro fue sacar al aborto del clóset: que la despenalización sea social. “Hoy el pañuelo está en todos lados. Ves a las pibas que lo llevan por la calle atado en la mochila y pensás en todo lo que se logró. Si la ley no sale no importa. El paso que hemos dado, el avance en el consenso social es increíble. Que las nuevas generaciones que se acoplen a esta lucha y la toman como bandera para nosotras es hermoso”.
Hacia el aborto legal
El debate por la Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE) en el plenario de las comisiones de Legislación General, Salud, Legislación Penal y Familia comenzó el 10 de abril. Hay una decena de proyectos presentados. El de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito es el que más apoyos tiene, con 71 firmas. Desde 2005 fue presentado siete veces y este año entró por primera vez al plenario de comisiones después de que el presidente Mauricio Macri diera libertad de conciencia a los legisladores de Cambiemos. Desde entonces cada martes y jueves de 9.30 a 13 y de 14.30 a 18 entre 40 y 50 referentes y especialistas a favor y en contra de la iniciativa dan argumentos y contestan las preguntas de las y los diputados. El jueves 31 de mayo terminarán las exposiciones y la semana siguiente será el dictamen de las comisiones. La votación será el miércoles 13 de junio.
Cómo me convertí en feminista
A mitad de enero la Argentina fue trending topic en Latinoamérica con el hashtag #soyfeminista. Miles de mujeres salieron a contar en las en redes por qué se definían como tales. “No se nace mujer, una llega a serlo”, del libro El segundo sexo (1949), fue de las frases de Simone de Beauvoir que marcó el feminismo del siglo XX. Parafraseando a la filósofa francesa, El Ciudadano propuso diferentes personajes de la ciudad contar cómo se hicieron feministas. Porque no se nace feminista, una llega a serlo.