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El nuevo escenario sin la presencia de Moyano

Atrás parece haber quedado el sueño de Moyano de que el movimiento obrero fuera actor principal de la vida del PJ.

Con la reciente revalidación –sin transpirar– de su título de jerarca máximo del sindicato de choferes de camiones, Hugo Moyano inició una etapa de resistencia que procura, como objetivo de mínima, permanecer al frente del sillón mayor de la CGT hasta el final de su mandato legal, el año que viene.

Y como idea de máxima, resistida por sectores políticos del ultrakirchnerismo, continuar en la sede de la calle Azopardo durante el casi seguro segundo mandato de Cristina Fernández. Fuentes allegadas al camionero explican ahora que aquella vocación por mantener la influencia sindical tiene, como correlato inevitable, la decisión de abandonar el trabajo político para acrecentar la presencia partidaria.

Traducido: atrás quedó el sueño de Moyano, de hace no tanto tiempo atrás, de que el movimiento obrero que él conduce fuera un actor central, imprescindible, en la vida interna cotidiana del Partido Justicialista. El líder cegetista es aún el presidente del PJ provincial, cargo que heredó por la convalecencia de Alberto Balestrini. Es improbable, arriesgan los voceros oficiosos dela CGT, que intente un mínimo operativo para retener ese cargo cuando, en un muy cercano 2012, se produzca la renovación de autoridades partidarias.

Moyano nunca pudo recuperarse del cachetazo que supuso aquel ninguneo presidencial a la hora de conformar las listas de candidatos legislativos del Frente parala Victoria, en junio pasado. En todo caso, lo que dejó en evidencia esa decisión fue lo que el moyanismo nunca pudo lograr: la conducción real, efectiva, de esa tropa de intendentes y legisladores que conforman la mayor estructura partidaria del país.

Moyano jamás logró empatía con esa dirigencia ducha, histórica, acaso enquistada. Los que, sin que se notara mucho, aplaudieron a rabiar cuando comprobaron que la promesa del camionero de ocupar el 33 por ciento de las candidaturas del oficialismo con hombres dela CGTquedaba sólo en una aspiración voluntariosa.

La eventual resignación partidaria del camionero está destinada a avivar la interna del PJ bonaerense que, se supone, aportará un caudal de votos importante al triunfo kirchnerista que vaticinan las encuestas para el 23 de octubre.

Se viene en el peronismo provincial un tiempo de definiciones que, para muchas fuentes partidarias, signará la relación de una Cristina transitando su último período de gobierno y de un gobernador Daniel Scioli pensando en la opción de la presidencia para 2015. Recordemos que, aunque es un título casi sin aplicaciones prácticas, Scioli está al frente del justicialismo a nivel nacional desde la muerte de Néstor Kirchner.

Voceros de la gobernación aseguran que la definición del capítulo partidario se dará en común acuerdo conla Casa Rosada.Lo resumen así: si Cristina aspira a presidir el PJ nacional, allí estará Scioli para encabezar el peronismo bonaerense; y si ella decide seguir sin meterse en cargos partidarios, como hasta ahora, Scioli mantendría la titularidad formal del peronismo a nivel país y el sillón principal del justicialismo provincial podría ser ocupado por una figura consensuada entre ambos. Suena demasiado idílico para ser política.

En este último escenario, quienes nombran a Amado Boudou, posible vicepresidente dela Nación, para ocupar el rol de cabeza de partido buscan resaltar la idea de que el actual ministro es el bendecido porla Rosadapara suceder a Scioli en la provincia, dentro de cuatro años. Su incursión partidaria sería un primer paso ideal.

Algunos cristinistas más cebados, con malicia, hablan de clonar “la lógica que se dio con Balestrini”. O sea: que el vicegobernador sea el titular del PJ provincial. Quieren posicionar a Gabriel Mariotto, el compañero de fórmula de Scioli y casi seguro futuro vice en un puesto que, por ahora, parece quedarle un poco grande.

Olvidan un detalle: Scioli y Balestrini tenían una sociedad política aceitadísima, algo que hasta el momento no parece posible de replicar con el titular de Afsca. Otro sector habla del ministro del Interior y referente del peronismo del interior, Florencio Randazzo –en subterránea pelea con Boudou desde hace varias semanas– como una pieza que podría conformar tanto a Scioli como a Cristina.

Se resalta: lo único seguro es que ni Scioli ni Cristina contemplan a Moyano como titular del PJ bonaerense en los próximos cuatro años. Descansando en una campaña electoral anodina y con la certeza del triunfo como elemento rutinario, los análisis y especulaciones que cruzan al oficialismo bonaerense apuntan al futuro.

Más allá de lo que dicen las fuentes oficiales respecto de la decisión de acordar con la presidenta el nuevo esquema partidario, empieza a brotar en el sciolismo un debate interno, por ahora acotado a la mesa de ministros y a algunos circuitos donde pesan los intendentes, respecto del lugar partidario que debería ocupar el gobernador.

Aunque no lo dicen, muchos sciolistas creen que el cristinismo puro buscará obstaculizar la eventual carrera presidencial de Scioli y que, ante este escenario hostil, el gobernador debería renunciar a sus puestos en el PJ nacional, reclamar la conducción del peronismo bonaerense y desde allí construir un liderazgo partidario férreo, blindado de acechanzas externas.

A priori, esa idea choca con lo que parece ser la naturaleza de Scioli: cero conflictos, diálogo en lugar de la confrontación y poca osadía política.

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