Como cada año, muchos dejan las compras navideñas para último momento y en esta oportunidad la megaferia de Economía Solidaria en la plaza San Martín es una buena alternativa. Desde ayer, los puestos ofrecen sus mejores productos, a precios accesibles y con materiales de primera calidad. Continúan hoy de9 a19 con ofertas en vestimenta, calzado, repostería, tejidos, bijouterie, blanco, conservas, marroquinería, adornos en porcelana fría, vidrio, cuero y madera. Para todos los gustos y bolsillos.
El emprendimiento que tiene como fin colaborar con la economía de quienes se quedaron sin trabajo o carecen de formación que los incluya en el mercado laboral estándar, viene creciendo con el correr de los años y fue modificando su meta. Cada vez son más las personas de clase media que participan de los puestos, que agregan recursos a sus emprendimientos, que aportan ideas innovadoras. En esta oportunidad la feria promete la oferta de 144 puesteros que se han sumado desde la debacle de 2001.
Desde la esquina de Dorrego y Córdoba se puede ver la hilera de tiendas que rodean el espacio verde en pleno centro. El colorido también tiene que ver con la variedad en los productos a la venta. En una de las esquinas está Elcira, quien lleva casi cinco años vendiendo en las ferias. La mujer cuenta ya 55 pirulos en su haber y hace 5 años quedó sin trabajo luego de dedicarse durante 30 al trabajo como administrativa. “Antes a los 50 y hoy a los 55 años, no me toma nadie para trabajar, entonces apenas me quedé sin mi trabajo anterior, empecé a tejer a crochet y dos agujas, y hacer manualidades con el material que tenía a mano”. Esta historia, como la de muchos, fue construyendo la feria que hoy tiene su segundo y último día en la plaza del libertador. Elcira comentó que entre sus tejidos surgieron ropitas de bebé y ante la época festiva los arbolitos navideños a crochet. A lo largo de estos años también se perfeccionó en la creación de zapatos, pero el material se fue encareciendo y los zapatos han quedado medio aplastados de tantos traslados y descoloridos de las jornadas largas de exposición en las ferias. “Es mejor seguir con los tejidos, son livianos y los puedo trasladar en el colectivo”, advirtió.
Más en el centro de la vereda se instalaron los puestos de indumentaria femenina y marroquinería. Allí están Pamela y Natalia con sus prendas y un probador colgante. También hay remeras para chicos y a precios accesibles. En otro sector se encuentra Elena con las carteras de cuero ecológico que confecciona junto a su hija.
Una particularidad de esta propuesta es que las tiendas feriales exceden los límites de las ofertas, tal es el caso de Pamela y Natalia, quienes aprovecharon sus conocimientos sobre redes sociales para dar mayor difusión a su producción. “Llevamos un año en la feria de Economía Solidaria y muchos ya nos reconocen por nuestro nombre, inclusive hacemos contactos con los clientes desde nuestro sitio en Facebook, o bien nos encargan prendas, sabiendo los días y lugares donde nos pueden encontrar”, comentó Pamela.
En tanto, Natalia trabaja en conjunto con su madre y su hija. Las tres se ocupan de llevar adelante el emprendimiento que nació hace unos años en su propia casa, vendiendo ropa “con reuniones en casa y gracias al boca en boca”, comentó.
El caso de Elena y su hija es diferente. La mujer tiene experiencia en la confección de indumentaria: “Al ver que mi hija buscaba trabajo sin tener suerte, nos pusimos a producir juntas. Ella diseña, yo me encargo de la costura, tenemos carteras y bolsos para todos los gustos”, confió. Es así como expone en plena plaza algunas bandoleras estampadas, bolsos con banderas de colores, morrales rústicos y otros con dibujos.
Recuerdos del trueque
En el sector de panificación y dulces están Isabel y Víctor. Ambos tienen experiencia (formal o informal) en la elaboración de budines y pan dulces. Isabel agranda su propuesta con los dulces de arándanos, duraznos y frutos del bosque, mientras que Víctor vende con orgullo sus galletas integrales. El hombre que se esconde tras unos anteojos de sol marrones dialogó con El Ciudadano y mencionó que luego de estar 30 años al frente de una panadería de Sarmiento al 500, la crisis de 2001 le tiró sus proyectos por el piso. “La verdad que la remé con algunas ventas hasta 2006, pero ya era demasiado, así que en 2007 me uní a Economía Solidaria y, a mis 40 años de oficio, les sumo el contacto con la gente en la plaza.
Por su parte, Isabel había participado de los trueques generados por la debacle económica de hace diez años. “Ya trabajaba con budines y todo lo relacionado a la pastelería y en los trueques conseguía todos los elementos para seguir produciendo, excepto manteca, que la tenía que comprar en el mercado sí o sí”. La mujer también mencionó que gracias al trueque su familia “comió todos los días, conseguí verduras, frutas, de todo un poco, nos ayudó mucho”.
A su vez, compartió un secreto que da muestra de la calidad de sus budines y pan dulces: “Las frutas son maceradas en cognac, porque así duran mucho más y son más ricas. Muchos las maceran en licor y tienen poca vida útil. Eso sí, todos los productos aquí no tienen conservantes, son ciento por ciento naturales”.
Ramona, por otra parte, no participó de los trueques, pero fue integrante de las ferias que pasearon por la ciudad, desde Oroño y Arijón, pasando por 27 de Febrero y Maipú. “Desde 2001 estuve trabajando con contraprestación en un centro comunitario, reciclábamos telas y hacíamos manoplas y todo lo relacionado a la mantelería. Con el tiempo me fui largando con lo que vendo hoy”, dijo mostrando los manteles, caminos y carpetas para mesa pintadas a mano. “Me recibí hace años en dibujo y pintura, así que cuando vi la oportunidad de hacer mis propias creaciones, me puse a trabajar con otro entusiasmo”, aseguró.
Las ganancias registradas por las ventas en este tipo de feria integran un aporte importante en la economía de cada feriante pero no satisface las necesidades básicas. Es una “gran vidriera”, como han dicho algunos, para poder dar a conocer sus productos pero no para “vivir de estas ventas”.
Por ejemplo, Natalia aseguró que el ingreso de sus ventas en la feria representa el “70 por ciento”, mientras que el resto se lo gana con las ventas que realiza por medio de las redes sociales o encargos.
Sin embargo, ésa no es la misma realidad de los demás integrantes de la feria. Ayudan, pero no salvan la economía de nadie. Muchos de los puesteros, como Isabel, afirmaron a este medio: “Es una salida laborar importante, pero no cubre con los gastos familiares que tenemos”. A su vez, Elcira fue concisa: “Se subsiste con las ventas en la feria, pero nada más”.