El próximo 10 de septiembre, a las 5 de la tarde, el padre Joaquín Núñez será recibido en audiencia por el papa Francisco en Roma, luego de que el cura villero del barrio Bella Vista Oeste le enviara una misiva a comienzos de año, planteando los problemas que aquejan a su parroquia. “Le expresé algunas inquietudes, reales, concretas de la iglesia, como la administración de los sacramentos, el bautismo de los hijos de los padres que no están casados y la comunión de los divorciados, entre otras cosas”, señaló Núñez, quien en 1986 levantó la capilla Caacupé y el comedor San José Obrero, en Pascual Rosas al 1800, donde se alimentan más de 300 personas todos los días con el apoyo de Cáritas.
“Un domingo por la mañana me fui a bautizar y cuando volví me encontré con el mensaje en el contestador: era Francisco. Perdí las esperanzas, pero volvió a llamar el Jueves Santo. Hablamos largo y tendido de los problemas de los adolescentes en mi comunidad. Está muy preocupado con el tema de la marginalidad de los jóvenes, sin estudio, sin futuro, que son carne de cañón”, agregó Núñez, quien denunció el flagelo de la droga en su barrio: “Tenía un búnker a metros de mi casa, frente al comedor, al que viene mucha pibada. Con toda la movida de los gendarmes logramos que se fueran… pero están de vuelta. La Policía vino hace un mes, le mostramos dónde funciona, quedaron en regresar pero hace más de un mes de esto”, dijo resignado.
Próximo a cumplir 75 años, Núñez sabe del compromiso de Jorge Bergoglio, “de los tiempos del Colegio Máximo, en San Miguel, donde los franciscanos fuimos a vivir, lo conozco bien”.