El Papa Francisco afirmó que no tiene «ningún problema» con el presidente Mauricio Macri, ni tampoco «ningún reproche personal que hacerle» y dijo que lo considera «una persona bien nacida, una persona noble», en el marco de una entrevista en la que ubica a buena parte de los dichos sobre su vínculo con el gobierno argentino a «rumorología».
El Papa respondió a preguntas tendientes a aclarar su vínculo con Macri, de igual modo que abordó aspectos relacionados con la titular de Madres de Plaza de Mayo, Hebe de Bonafini, quiénes son sus «voceros» en Argentina y la sintonía que mantiene con los sectores conservadores de la Iglesia Católica, en una nota que publica hoy el diario La Nación.
«Yo no tengo ningún problema con el presidente Macri. No me gustan los conflictos. Ya me cansé de repetir eso». No tengo ningún reproche personal que hacerle al presidente Macri. No dirá nada más sobre la rumorología», expresó Francisco.
Consultado específicamente si alguna vez tuvo algún «problema» con Macri, respondió «Una sola vez, en Buenos Aires, durante más de seis años de convivencia. Él como jefe de gobierno de la Capital y yo como arzobispo. Una sola vez en tanto tiempo. El promedio es muy bajo».
«Algunos otros problemas los hablábamos en privado y lo resolvíamos en privado. Y los dos respetamos siempre el acuerdo de privacidad. No busque razones. No hay ninguna explicación en la historia para que se diga que yo tengo un conflicto con Macri», subrayó.
El Papa comentó que recibe «con gusto» a integrantes del gabinete presidencial que calificó como «viejos amigos», tales los casos de los ministros Esteban Bullrich (Educación), Jorge Triaca (Trabajo) y Susana Malcorra (Relaciones Exteriores).
Incluso señaló en tono distendido sobre la canciller Malcorra «no sé cómo hizo una ingeniera electrónica para tener semejante cintura política, se lo pregunté con sentido del humor» y agregó que «debe haber aprendido en las Naciones Unidas».
Por otra parte, destacó la «sensibilidad social» de la gobernadora de la provincia de Buenos Aires, María Eugenia Vidal, y la ministra de Desarrollo Social, Carolina Stanley.
«Conozco la sensibilidad social de ellas y sé por la Iglesia argentina que siguen siendo muy sensibles ante el sufrimiento de los que menos tienen», indicó.
Respecto de su encuentro con Hebe de Bonafini, dijo que «fue un acto de perdón. Ella pidió perdón y yo no se lo negué. No se lo niego a nadie. Nunca fue cierto que las Madres ensuciaron la Catedral de Buenos Aires».
«Ocuparon dos veces la Catedral. Y las dos veces yo di la orden de que no les faltaran agua ni baños. Es una mujer a la que le mataron dos hijos. Yo me inclino, me pongo de rodillas ante semejante sufrimiento. No importa lo que haya dicho de mí. Y sé que dijo cosas horribles en el pasado», agregó.
Respondió sobre otro tópico habitual en Argentina, referido a quiénes ofician como voceros suyos cuando hacen declaraciones -se le mencionó en particular el caso del legislador porteño Gustavo Vera- «¿Es necesario repetirlo? Lo repito entonces: la oficina de prensa del Vaticano es el único vocero del Papa».
«Hay mucha confusión sobre mis voceros en la Argentina. Hace unos dos meses, la oficina de prensa del Vaticano informó oficialmente que esa dependencia es el único vocero del Papa. No hay más voceros, en la Argentina o en cualquier otro país, que los voceros oficiales del Papa», se explayó.
También trató el rechazo de la donación del gobierno argentino al emprendimiento Scholas Occurrentes y señaló que «nunca hubo con ese subsidio rechazado un conflicto entre el Papa y el gobierno argentino. Hubo una cuestión entre el Pontífice y sus amigos José María del Carril y Enrique Palmeyro, responsables de la fundación Scholas, a quienes el Papa sigue distinguiendo».
El Sumo Pontífice remarcó que no puede «apoyar ni dejar de apoyar» a jueces de la Argentina porque no está «al tanto de los pormenores judiciales argentinos, en respuesta a una puntual consulta sobre el reciente paso de magistrados por el Vaticano.
«Hubo aquí un congreso mundial de jueces sobre la mafia y la trata de personas, como ya lo hubo con alcaldes de todo el mundo sobre el mismo tema. Vinieron unos 200 jueces de todo el mundo. Seis eran argentinos. Algunos jueces argentinos pidieron saludarme en privado y yo accedí. Sucedió eso y nada más», apuntó.
En cuanto a su vínculo con los sectores más conservadores de la Iglesia Católica, el Papa Francisco manifestó que «ellos hacen su trabajo y yo hago el mío. Yo quiero una Iglesia abierta, comprensiva, que acompañe a las familias heridas. Ellos le dicen que no a todo».
«Yo sigo mi camino sin mirar al costado. No corto cabezas. Nunca me gustó hacerlo. Se lo repito: rechazo el conflicto» y concluyó la reflexión con una sonrisa amplia: «Los clavos se sacan haciendo presión hacia arriba. O se los coloca a descansar, al lado, cuando llega la edad de la jubilación».