El cardenal y arzobispo emérito de Washington, Theodore McCarrick, acusado de abusos sexuales, deberá permanecer recluido y apartado de sus funciones por orden del Papa Francisco, hasta que se aclaren las acusaciones que pesan sobre él, según informó ayer la Santa Sede a través de un comunicado.
Este jueves por la tarde el cardenal presentó su renuncia como miembro del colegio cardenalicio a través de una carta. Menos de un día después, Francisco la aceptó y dispuso que el estadounidense permanezca “en una casa que le será indicada para una vida de penitencia y oración, hasta que las acusaciones se aclaren a través de un regular proceso canónico”. Una medida que en el mundo civil correspondería a la prisión preventiva a la espera de que se celebre el juicio. Es la primera vez que a un cardenal se le retira su título por estos motivos.
McCarrick siempre negó los hechos y recientemente manifestó a través de un comunicado su “plena” colaboración con las autoridades vaticanas. Sin embargo, el pasado 20 de junio una comisión de investigación en Nueva York determinó que las acusaciones “estaban fundamentadas y eran creíbles”. Como respuesta, esa misma semana, el secretario de Estado vaticano, el cardenal Pietro Parolin, ordenó que el purpurado abandonara el servicio público, siguiendo las instrucciones del Papa.
El pasado 20 de julio, un hombre rompió su silencio después de 40 años y aseguró al New York Times que el cardenal McCarrick, que se hacía llamar entre los muchachos de su parroquia uncle Ted (tío Ted), había abusado de él cuando tenía 11 años. El entonces sacerdote tenía 39 años y había continuado abusando durante dos décadas más.
McCarrick fue ordenado cardenal por Juan Pablo II y participó en el cónclave de abril de 2005 en el que fue elegido pontífice Benedicto XVI, pero no en el que eligió a Francisco porque superaba la edad permitida para los purpurados electores: 80 años. Hasta el momento era una de las autoridades eclesiásticas con más poder e influencia en la Iglesia estadounidense.
En el pasado, ya había protagonizado otras polémicas que nunca fueron a más, tanto por rumores de haber mantenido relaciones con adultos como por comportamientos inapropiados con seminaristas jóvenes, según los medios estadounidenses.
El cardenal Joseph Tobin, actual arzobispo de Newark confirmaba que habían recibido al menos tres acusaciones en la misma dirección, en la nota publicada en la diócesis con la que se informaba de la suspensión de McCarrick.
Escepticismo
Las medidas del Vaticano fueron acogidas con cautela y cierto escepticismo entre algunos colectivos de víctimas. “Esto se debería aplicar de forma sistemática, no como un golpe de efecto mediático. Que se tomen estas decisiones cuando se ven obligados por la opinión pública no es suficiente. Aunque estas medidas siempre son bienvenidas, no tienen gran valor”, dice Francesco Zanardi, que sufrió abusos por parte de un sacerdote italiano y que preside la asociación Rete l’Abuso, que recoge y denuncia casos en todo el territorio nacional. Desde junio pasado la entidad también forma parte de una nueva red internacional de víctimas de abusos sexuales por parte del clero, la ECA (Ending Clerical Abuse), presente en 15 países.