Viene jugando este Mundial desde 1986 con una eficaz línea de tres con Raúl, Margarita y Patricia. Más adelante armó una contención para detener cualquier tempestad con Rubencito, el Bebu, Nico y Pablito. Ya lo estaba dirigiendo Neldo en “Mercadito” en ese equipo verde, como el tono de la histórica conquista de las pibas en el Congreso.
Adelante nunca le faltaron referentes a quienes buscar para darle la pelota y en esa búsqueda aparecían Vero y Agus.
Siempre jugó por el lateral izquierdo, porque supo desde el principio que la derecha atrasa, que por allí no se puede construir el juego, por eso su canchita tiene la geometría de su imaginación. Juega con los pies (sobre la tierra) desde su primera marcha del 24.
Juega de “memoria” porque sabe que es el cimiento de la historia, que nada se construye sin esa verdad modelada con dignidad e ideas claras… y corajudas. Porque no puede haber justicia para aquellos que se han perdido los campeonatos mundiales por “caprichos” genocidas si los responsables y cómplices no pagan sus ensangrentadas cuentas.
Por eso adelante tiene a esos locos de la 86 con los que jugó a hacer radio en “Uno por semana”. Porque sabe que el lenguaje en cualquier escenario nos define y que las palabras están para ser liberadas de sus ataduras.
Por eso también jugó de cuentista en Pelota de Papel, un libro solidario, para ser el “Coleccionista” de los goles lindos.
Y jugó en Villa Banana un Clásico único en su género, tal vez el verdadero Clásico, allí en Comunidad Rebelde donde se juega en patas y en el barro y donde la pelota sale solo si se va a la zanja, donde se sienten los colores, pero donde el color que se defiende es el de la piel.
Mencionó en sus guantes a las “madres” y las “abuelas”, imprimió en su camiseta a la altura del pecho nuestras usurpadas Islas Malvinas. Pudo haber transformado su realidad en un cómodo espacio donde aplastar el culo y gambetear los compromisos, pero no puede jugar distinto fuera de la cancha. En ella siempre busca desalambrar el área, hace que en los sistemas donde siempre figuran 10 empiecen a ser 11, porque siempre se siente adentro de la historia y los desafíos son su vocación.
Entre el sueño y el fracaso, los que viven con urgencias editoriales van a lo seguro y se puede seguir fracasando convenciendo a todos que triunfar es una utopía. A muchos les encanta que la tinta huela a sangre y les duele hasta los huesos cualquier expresión artística a la que no puedan amordazar.
Al final del día es probable que tenga la sensación de que quedaron cosas por vivir, por eso nos queda la posibilidad del sueño como un mundo paralelo que acompaña a la vigilia y se manifiesta alma adentro para completar el ciclo.
Tal vez en este instante, este muchacho esté mirando en esa máscara que es el espejo a un pibito que le agradece por haber seguido el rastro de su propio sueño.