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“El Papa estuvo cerca y rezó por la explosión en la ciudad”

Por: Marcelo Masuelli.- El arzobispo José Luis Mollaghan conoce a Bergoglio desde hace años y traza un preciso perfil del sucesor de Pedro.


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El arzobispo de Rosario José Luis Mollaghan conoce muy de cerca a Jorge Bergoglio. Conserva en su escritorio varias estampas de quien es hoy el papa Francisco, que expresan un deseo que no  olvida: “Querido José Luis: que Jesús te bendiga y la Virgen Santa te cuide. Y por favor, no te olvides de rezar por mí.” A poco más de seis meses del histórico “Habemus Papam” que consagró al argentino sumo pontífice, la máxima autoridad católica local trazó un perfil preciso del sucesor de Pedro.

— Monseñor, usted fue designado obispo auxiliar de Buenos Aires en 1993, poco tiempo después de que también fuera designado Jorge Bergoglio. ¿Qué recuerdo tiene de aquel entonces?

— Mis primeros siete años de obispo los viví cerca de monseñor Jorge Bergoglio. Cuando fui elegido obispo auxiliar de Buenos Aires en 1993, monseñor Bergoglio ya era obispo auxiliar de Buenos Aires y esto significó un trato diario hasta el año 2000 en que fui designado obispo de San Miguel. Desde el primer momento me llamó la atención su presencia de pastor, profundamente evangélica, enriquecida por signos y gestos, sobre todo ante cualquier forma de sufrimiento, su lenguaje llano y su calidez humana, cuyo testimonio ha sido constante a lo largo de los años. Ser pastor, sacerdote u obispo, es para él ser humilde de corazón, con una entrega total al ministerio. Y en este servicio siempre prefirió la austeridad y la humildad del último a las actitudes autorreferenciales, generalmente unidas a los protagonismos o a los individualismos.

 — ¿Pensó en algún momento que Jorge Bergoglio podía llegar a ser elegido Papa?

— Por principio no suelo pensar en quién puede ser el próximo Papa. Por cierto era uno de los cardenales que tenía esa posibilidad pero  nunca pensé que podía ser elegido. Por otra parte, por su personalidad, hacía difícil imaginar algo así, por su gran humildad, porque aún teniendo cualidades sobresalientes,  siempre me pareció que los primeros lugares eran un peso para él, y prefería tener un bajo perfil. Pero al oír su nombre pronunciado por el cardenal Tauran con gran emoción agradecí a Dios, y recé por él, como siempre lo  pedía, con la oración de la Iglesia “que el Señor lo conserve y lo fortalezca…”.

— ¿Imaginó, alguna vez, que el sucesor de Pedro podría llegar del continente americano?

— Alguna vez pensé que un Papa podría pertenecer a nuestro continente. Lo experimenté al conocer a tantos obispos en el Sínodo de América, en el que participé en Roma, donde eran notables las cualidades espirituales, pastorales, y humanas de muchos hermanos en el episcopado.

— ¿Ha tenido oportunidad de hablar con Francisco, después de su elección?

— Hubiera querido ir a la misa del comienzo de su pontificado pero cuando la Nunciatura nos comunicó que el papa Francisco prefería que sus compatriotas no viajemos, y que en cambio hiciéramos un acto de solidaridad con los pobres, seguí este momento trascendente por los medios, y le envié un cordial saludo. El Papa estuvo cerca espiritualmente y rezó por la explosión en nuestra ciudad. Nos envió un mensaje  para las familias de las víctimas y para los damnificados, que después le agradecí por carta; así como recientemente envió un saludo con ocasión de la inauguración de un sector nuevo en la UCA, y nos invitó a tener presente que al ser de Rosario, cuna de la bandera, debíamos vivir como patriotas.  Por otra parte, tengo en mi escritorio como recuerdo varias estampas suyas, que me envió como arzobispo hasta el año pasado  en diferentes ocasiones, en las que  además del contenido, también  expresan un deseo, como una consigna, que no olvido: “querido José Luis: que Jesús te bendiga y la Virgen Santa te cuide. Y por favor, no te olvides de rezar por mí”.

— ¿Cómo podría describir estos primeros meses de papado de Francisco?

— Su palabra de supremo pastor, su espiritualidad profunda y su cercanía cargada de hechos significativos han suscitado renovada esperanza en su guía y en la conducción de la Iglesia. Inclusive muchos hombres y mujeres, aún de otras confesiones y no creyentes, valoran su persona y su ejemplo.

— El papa Francisco ha dicho que “si la iglesia no sale a la calle, se convierte en una ONG”. ¿Cómo vive y responde a ello la Arquidiócesis de Rosario?

— Salir a la calle significa no quedarnos adentro, salir en la misión y confesar la centralidad de Jesucristo, salir con el testimonio, la catequesis  y con obras. Pienso en el trabajo pastoral con los jóvenes, en la pastoral de juventud y la pastoral universitaria. Parecería que no es fácil reunir a lo jóvenes con motivos espirituales, que dejen un fin de semana o un tiempo de vacaciones por causa de la fe. Sin embargo lo hacen, movidos por este deseo evangelizador. Pensemos por ejemplo en el trabajo de “Manos a la Obra”, que este año hicieron los jóvenes de pastoral universitaria de la Arquidiócesis durante el verano, en un pueblo de nuestro territorio. Fue un compromiso misionero y social. Esto es lo que el Papa llama salir a la calle. También podemos mencionar recientemente la presencia de los jóvenes, que estuvieron solidariamente presentes con Caritas y otros movimientos arquidiocesanos. También en el Cemar durante los hechos vividos en Oroño y Salta. Fueron serviciales y discretos. Esto también es salir a la calle. Pero pensemos también en la presencia de la pastoral social, en gran parte fruto del primer Congreso de Pastoral social que se vivió en Rosario, que además contó con la presencia del por aquel entonces cardenal Bergoglio. También  en la enseñanza de la doctrina social, en el trabajo parroquial en los barrios, en la obra de Caritas y de otros movimientos. Asimismo hay que subrayar el trabajo que se realiza para prevenir la drogadependencia en varios lugares de la Arquidiócesis. Todo esto es salir a la calle, como lo es también en un sentido de religiosidad popular la peregrinación de los jóvenes a San Lorenzo, y recientemente la presencia multitudinaria que caminó al Santuario de San Nicolás.

— Desde el primer momento, Francisco decidió intervenir directamente en asuntos que dieron fuertes dolores de cabeza e incluso dañaron la imagen de la Iglesia. Podemos nombrar los problemas dentro del Instituto para las Obras de Religión, los casos de abusos y demás.  ¿En relación a estos temas, cómo cree que serán los próximos seis meses de pontificado?

— Pienso que el tiempo por venir será importante por los propósitos manifestados por el Papa. Particularmente el de la transmisión de la fe y el de responder a los desafíos y tareas propuestas para la vida de la Iglesia, como ha señalado en relación a la renovación de la Curia, al nombrar  la Comisión de los Ocho Cardenales. También las respuestas al hombre y a la cultura de hoy, el respeto por la vida, la dignidad del hombre, y la causa de la paz en el mundo. Recordemos que la Iglesia vive el año de la fe un acontecimiento que conmemora los cincuenta años del Concilio Vaticano II.

–  El Papa Francisco quiere y, por momentos, tiene un acercamiento físico con la gente que preocupa a la custodia, como si esto fuera poco, Ali Agca, quien disparara contra Juan Pablo II, dijo el 1 de julio a una radio italiana que es “fácil” dispararle. La gente le tiene un amor muy grande y no son pocos los que temen por su vida. ¿Hay temor a esto en el clero?

– El Papa tiene mucha confianza en la providencia y por eso actúa con esa confianza. Por esta razón nos pide siempre que recemos por él. Así como también el día de su elección pidió a todos los que estaban en la plaza que en silencio el pueblo orara por él  para que Dios lo bendijese.

—  ¿Qué cambio ha notado en nuestra comunidad a partir de la elección de Bergoglio como Papa? ¿Qué ve usted en las parroquias?

— En las parroquias, capillas, iglesias y colegios que visito encuentro una gran adhesión  al Papa y  comunión con Pedro, que se llama Francisco. Lo quieren ante todo por ser el Papa, pero también por su persona, por su ejemplo,  y porque es nuestro compatriota, que está cerca y nos conoce. Nos sentimos muy unidos a él en muchos aspectos,  humanos y espirituales. Él ama nuestra patria inmensamente, conoce Rosario y estuvo con nosotros como iglesia arquidiocesana y también quiere entrañablemente a nuestra patrona, la Virgen de Lujan, que camina delante de su pueblo.

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