El papa Francisco se refirió al «escándalo» que supone que millones de personas pasen hambre y denunció la especulación financiera en los precios de los alimentos, durante una audiencia a los participantes en la 38 Conferencia de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).
Al recibirlos en el Vaticano, el Papa recordó en un discurso en español que la crisis económica, los conflictos abiertos, y el cambio climático complican la situación de la lucha contra el hambre, pero en, su opinión, el «verdadero escándalo» es que haya millones de personas que sufren y mueren de hambre «cuando es bien sabido que la producción de alimentos actual es suficiente» para todos.
«Es necesario encontrar la manera de que todos puedan beneficiarse de los frutos de la tierra, no sólo para evitar que aumente la diferencia entre los que más tienen y los que tienen que conformarse con las migajas, sino también, y sobre todo, por una exigencia de justicia, equidad y respeto a todo ser humano», dijo el papa argentino.
Jorge Bergoglio hizo un llamamiento a «hacer algo más para dar vigor a la acción internacional en favor de los pobres, no sólo armados de buena voluntad o, lo que es peor, de promesas que a menudo no se han mantenido».
Advirtió de que en la lucha contra el hambre «no se puede seguir utilizando como coartada la crisis global actual» mientras que exista, entre otras cosas, «la especulación financiera, que en este momento condiciona el precio de los alimentos, tratándolos como cualquier otra mercancía y olvidando su destino primario».
Ante ello, insistió en que «es necesario oponerse a los intereses económicos miopes y a la lógica del poder de unos pocos, que excluyen a la mayoría de la población mundial y generan pobreza y marginación, causando disgregación en la sociedad, así como combatir esa corrupción que produce privilegios para algunos e injusticias para muchos».
Además de señalar que la actual situación está «directamente relacionada con factores financieros y económicos», Bergoglio agregó que «es también consecuencia de una crisis de convicciones y valores, incluidos los que son el fundamento de la vida internacional».
El Papa destacó entonces la necesidad de que la comunidad internacional y la misma FAO emprendan una seria reconstrucción, como la iniciada por este organismo «para garantizar una gestión más funcional, transparente y ecuánime», y tomen «mayor conciencia de la responsabilidad de cada uno».
Francisco también pidió que «las relaciones internacionales restablezcan esa referencia a los principios éticos que las regulan y redescubran el espíritu auténtico de solidaridad que puede hacer incisiva toda la actividad de cooperación».
El pontífice aplaudió la idea de la FAO de dedicar el próximo año a la familia rural, pues consideró que «hay que reforzar la convicción de que la familia es el lugar principal del crecimiento de cada uno, pues a través de ella el ser humano se abre a la vida y a esa exigencia natural de relacionarse con los otros».
En conclusión pidió al organismo de la ONU que dé un nuevo impulso «a los procesos de toma de decisiones» y que estos se caractericen «por la promoción de la cultura del encuentro y de la solidaridad».