Con rezos, cantos religiosos y mucha expectativa, una creciente marea de fervientes peregrinos esperaba este viernes al papa Francisco en el santuario portugués de Fátima, que bajo fuertes medidas de seguridad celebra el centenario de las apariciones de la Virgen a tres pastorcitos.
Desafiando la lluvia, decenas de miles de católicos venidos del mundo entero se concentran en la explanada frente a la Basílica de Nuestra Señora de Fátima, en el centro de Portugal, en espera del pontífice argentino.
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Vestido con un impermeable, el español Pablo Sánchez cuenta que pasó la noche en la explanada bajo una improvisada carpa para garantizar un privilegiado lugar cerca de la Capilla de las Apariciones, erigida en el lugar donde según la creencia católica se apareció por primera vez la Virgen a los niños pastores.
«Llovió bastante y con viento, en casa se está mejor. Pero valió la pena. Nunca había venido a Fátima, y además espero ver al papa, y espero que tenga un mensaje para mí», señala Sánchez, de 23 años, que vino conduciendo desde Cádiz, sur de España, para estar en las celebraciones en las que se espera hasta un millón de personas.
«Montamos guardia como soldados» para resguardar el lugar, bromea Carolina Palacios, una funcionaria paraguaya de 48 años que peregrinó junto a 60 personas desde el país sudamericano. «Este es un gran acontecimiento mundial para la religión católica. Ya vimos al papa en Paraguay cuando fue. Pero es diferente acá, el ambiente es muy religioso».
Convergiendo en el santuario, muchos peregrinos vinieron a pie desde distintas regiones de Portugal, algunos de ellos inclusive haciendo de rodillas los últimos metros hasta la Capilla de las Apariciones, para orar delante de la talla de Nuestra Señora de
Fátima
«Uno ve la presencia de Dios en tantas personas, como hay una sed de espiritualidad, a pesar a que muchos dicen que la gente está en otra cosa», afirmó el sacerdote venezolano Carlos Prieto, portador de una gran bandera de su país. «Sabemos que el papa está pendiente de la situación en Venezuela y está preocupado», afirmó Prieto, en referencia a las protestas opositoras que en seis semanas han dejado 38 muertos.
Esperanza y paz
El papa argentino, que profesa una intensa devoción a la Virgen María y aprecia la vitalidad de la piedad popular que él ha podido ver de primera mano entre los más humildes en América Latina, vendrá «en peregrinaje» por 24 horas a Fátima.
«Pido a todos ustedes que se unan a mí como peregrinos de la esperanza y de la paz: que sus manos en oración continúen sosteniendo las mías», escribió en su cuenta de Twitter poco antes de partir de Roma hacia Portugal.
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El plato fuerte de su visita tendrá lugar el sábado, 13 de mayo, coincidiendo con el centenario de las primeras apariciones marianas a los tres pastorcitos: Francisco y su hermana Jacinta, muertos muy jóvenes por la gripe española, serán declarados santos por el pontífice en una misa de canonización.
La madre de Jesús se habría aparecido en seis ocasiones, entre mayo y octubre de 1917, a lo dos hermanos y su prima Lucia, a quienes reveló tres «secretos», que la Iglesia católica consideró como proféticos de la historia del siglo XX.
Francisco llegará este viernes a la tarde a la base aérea militar de Monte Real, en el norte de Lisboa.
Será recibido por el presidente portugués, Marcelo Rebelo de Sousa, con quien sostendrá un encuentro, para luego partir en helicóptero hacia Fátima, unos 40 kilómetros al noreste.
Seguridad reforzada
Muy dado a los baños de masas, el papa argentino hará su entrada triunfal alrededor de las 18 al santuario a bordo de un «papamóvil» enviado especialmente de Roma. Tras rezar solo en la Capilla de las Apariciones, bendecirá a los 400.000 peregrinos reunidos frente a la Basílica de Fátima. En la noche, volverá a saludarlos en la tradicional procesión con velas.
En vista de la visita del papa y la concentración de la multitud, las autoridades portuguesas han desplegado un enorme dispositivo de seguridad, que movilizará a unos 6.000 agentes. Las autoridades portuguesas aún recuerdan cuando un sacerdote español intentó matar con una bayoneta al papa Juan Pablo II en Fátima en mayo de 1982.