El papa Francisco estuvo por la mañana de ayer en Holguín, uno de los centros más antiguos del cristianismo en Cuba y ciudad natal de los hermanos Castro. Por la tarde, se dirigió a Santiago de Cuba, el gran puerto del este, conocida en la épica revolucionaria como la “ciudad heroica” porque Fidel Castro anunció allí el triunfo de la revolución. Ya en la mañana de hoy, en esa ciudad Francisco se despedirá de los cubanos con una gran misa y luego partirá rumbo a Washington para su primera visita a Estados Unidos.
El papa visitó Holguín, célebre en Cuba por su emblemática cruz de cinco metros construida en 1790 en lo alto de una colina. Rezó en ese sitio simbólico llamado “la Loma de la Cruz” y desde ahí bendijo la cuarta ciudad del país, que acoge por primera vez a un pontífice, en la región en la que Cristóbal Colón desembarcó en 1492.
El sermón de la misa versó sobre la necesidad de mirar más allá de las clases sociales, discurso que Francisco trazó en base a las enseñanzas de Jesús a Mateo al recordar que los publicanos –recaudadores de impuestos– eran “traidores para el pueblo: le sacaban a la gente para dárselo a los otros”.
Sin embargo, Jesús “lo miró con misericordia” y lo invitó a seguirlo”, recordó el pontífice, y ese encuentro “ha transformado a Mateo, y atrás queda el banco de los impuestos, el dinero y su exclusión”, porque “encontró la alegría en el servicio”.
Francisco pronunció este discurso en la plaza Calixto García de Holguín, que posee la diócesis más cercana a la Base Naval de Guantánamo.
La misa fue acompañada por un coro cuyos miembros, vestidos con remeras azules y sombreros confeccionados por un artesano cubano, agitaban eufóricos banderas de la isla y del Vaticano mientras entonaban canciones con ritmos caribeños.
El pontífice arribó a bordo del papamóvil y fue ovacionado por miles de personas que aguardaban su saludo tras la valla –algunos con banderas argentinas–, y la aclamación se hizo sentir más aún cuando el pontífice saludó especialmente a niños y enfermos.
El Papa, tal como lo hizo anteayer en La Habana, permaneció notablemente eufórico durante todo el recorrido hacia la plaza –mirando y sonriendo a los fieles– en donde lo esperaba un estrado cuyo color predominante es el azul, adornado con unas brillantes rosas rojas sobre la superficie.
Luego se trasladó a Santiago de Cuba, en donde visitó el santuario de la Virgen de la Caridad del Pobre, patrona nacional.
Hoy emprenderá viaje a Washington, segunda etapa de esta gira de ocho días. El Papa, que medió secretamente para facilitar el restablecimiento de relaciones entre ambos países, es reconocido por los cubanos como la figura que puede acelerar aún más el acercamiento.
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