Francisco inició este martes su programa oficial en la primera visita de un Papa en 30 años a Chile, en medio de la expectación de indígenas e inmigrantes y los ecos de los abusos sexuales de decenas de religiosos que desgastaron la buena imagen de la iglesia trasandina alimentada por –entre otras cosas– su trabajo por los derechos humanos durante la dictadura de Augusto Pinochet.
El pontífice argentino, que también visitará Perú a partir del jueves, se reunirá con la presidenta saliente chilena, la socialista Michelle Bachelet, que el 11 de marzo entregará el poder al conservador Sebastián Piñera.
Papa llega a un Chile, el país más crítico de América Latina para la iglesia Católica, que se encuentra en pleno cambio social: acaba de aprobar el aborto terapéutico y tramita en el Parlamento el matrimonio igualitario tras la adopción de la unión civil de parejas del mismo sexo. Este lunes, en la misma líneaa, una comisión legislativa aprobó el proyecto de ley de identidad de género, que reconoce a las personas transgénero.
«Somos una sociedad más justa, libre y tolerante, pero con desigualdades que requieren del mensaje de esperanza de un hermano espiritual de Alberto Hurtado», el primer santo chileno, tuiteó Bachelet para dar la bienvenida al pontífice.
Las manifestaciones de personas contrarias a la visita de Francisco, como los que reclaman justicia a la iglesia para que se juzgue y se expulse a los curas pederastas o los que integran la comunidad gay y transexual, fueron muestra anticipada las dificultades para este periplo papal.
Abusos sexuales
Activistas de varios países lanzaron este lunes en Santiago una organización global contra el abuso sexual infantil («Ending Clerical Abuse») y exigieron al Papa que actúe para desterrar la pederastia que mancilla la imagen de la iglesia de Pedro.
La ONG estadounidense Bishop Accountability -que desde 2003 se dedica a publicar los archivos de abusadores dentro de la iglesia Católica- difundió la semana pasada una lista con nombres y antecedentes de casi 80 clérigos que abusaron de menores en Chile.
Tras el comedido entusiasmo que suscitó en su primer recorrido en papamóvil la víspera por la Alameda, principal arteria de la ciudad, las autoridades esperan una presencia multitudinaria en la misa que oficiará este martes en el Parque OHiggings, la primera de las tres que presidirá en Chile, país donde Francisco vivió cuando era seminarista.
El programa del pontífice en Santiago está cargado de actividades, entre ellas destaca una visita a una cárcel de mujeres, un encuentro con religiosos en la Catedral de Santiago, una visita privada al santuario de San Alberto Hurtado y un encuentro con jóvenes.
Indígenas e inmigrantes
Francisco irá este miércoles a Temuco (800 km al sur de Santiago), donde tendrá un encuentro con los mapuches, los habitantes originarios de Chile, y el jueves concluirá su visita en Iquique (1.800 kilómetros al norte) epicentro de la inmigración.
Se espera que los mensajes más fuertes del Papa sean para los indígenas del sur y para la integración de los inmigrantes.
Los mapuches confían en que la visita del pontífice, convertido en defensor de los indígenas, ayude a «visibilizar» su causa y contribuya a acercar posiciones en un conflicto que mantiene un foco de tensión constante en el sur del país.
Se espera que cerca de 400.000 personas lleguen a la Base Aérea Maquehue, donde Francisco oficiará la llamada «Misa por la integración de los pueblos», que incluirá una rogativa mapuche para honrar a los primeros habitantes de Chile y Argentina.
La inmigración es otro de los temas de preocupación del jefe de la iglesia Católica, descendiente también de inmigrantes italianos en Argentina.
«Renunciamos a menudo al encuentro con el otro y levantamos barreras para defendernos», dijo recientemente Jorge Bergoglio con motivo del Día Mundial del Migrante.
Atraídos por el desarrollo del país, con una de las rentas per cápita más altas de América Latina (aunque desiguales), centenas de miles de inmigrantes han llegado en los últimos años, principalmente de Haití, Venezuela, Colombia, Bolivia o Perú.
«Su visita es una bendición para los migrantes. Ojalá su voz le dé más sensibilidad a los chilenos con todos los que llegamos. Esa es mi esperanza», dijo a la AFP Carolina, una venezolana de 24 años, llegada hace 6 meses a Chile.