Y un día los colectivos volvieron a la calle. “Al haber percibido el 100 por ciento del sueldo, a partir de la cero hora de mañana se retoman los servicios, tanto del transporte urbano como interurbano de la ciudad de Rosario”, anunció este martes al caer la tarde el titular de la Unión Tranviarios Automotor (UTA) de Rosario, Sergio Copello. El dirigente puso así el punto final a la medida de fuerza más extensa en la historia del gremio local, que se llevó adelante por más de veinte días en casi todo el país, y que dejó expuesta una singular paradoja: en la región donde existe mayor concentración de ómnibus y trabajadores del transporte automotor de pasajeros, Capital y Gran Buenos Aires, nunca se detuvo la circulación de colectivos. Lo hizo posible la superlativa inequidad en la distribución de subsidios del Estado nacional respecto del resto del país, que recibe apenas 1 de cada 10 pesos destinados al sector, un tema que se continuará discutiendo entre los distintos niveles de gobierno pero ahora con las unidades en la calle.
La medida de fuerza que para todos fue un paro aunque Copello se esforzó en distinguir que se trató de un “corte de crédito laboral” –el cese de actividades fue por no haber recibido el salario por servicios ya prestados– arrancó en Rosario y la región el pasado lunes 11 de mayo, y al día siguiente en el resto del país salvo en la llamada Amba (área metropolitana de Buenos Aires), en algunas ciudades del territorio bonaerense y en la capital sanjuanina. En los últimos días se llegó a un acuerdo en Tucumán, donde la medida quedó sin efecto mientras persistía en el resto de las urbes donde hay sistema.
Durante todo el conflicto, que atravesó de un mes a otro y se fue ubicando por encima incluso de las grandes luchas protagonizadas en los inicios del gremio –fundado por trabajadores anarquistas– el máximo dirigente local de la UTA había dejado en claro que no se iba a deponer la medida de fuerza hasta que todos los choferes hubieran cobrado el 100% del salario de abril.
Mientras tanto, el secretariado nacional de UTA decidió respaldar sin matices lo que decidiera cada seccional del gremio, mientras transcurrían mesas de negociación que pasaban a cuarto intermedio –a veces de una semana– sin arribar a acuerdo alguno.
La seccional local, en esa línea, fue inusualmente agria con la segunda línea del Ministerio de Transporte de la Nación, al mando del radical Mario Meoni. Y de hecho, pese a las restricciones por la cuarentena obligatoria protagonizó una de las movilizaciones más multitudinarias en décadas, con más de un millar de trabajadores del transporte en la calle. “Teníamos la paciencia agotada. No fue una pulseada ni con el intendente ni con el gobernador: salimos a la calle a demostrar que ya no podíamos más”, refirió Copello este martes.
Antes de la masiva protesta, el dirigente había admitido que no era común que la UTA apelara a esa modalidad. De hecho, el gremio incluso no se sumó, o lo hizo a regañadientes, a paros generales lanzados por la CGT contra las políticas del gobierno de Mauricio Macri, a los que sólo acató por disciplina sindical. Sí protagonizó paros sectoriales o generales al gobierno de Cristina Fernández, en reclamo por el Impuesto a las Ganancias.
Pero en todos los casos se trató de medidas de fuerza de 24, a lo sumo de 36 horas, casi en los antípodas de los 23 días de la histórica huelga que ahora concluye.
De igual modo, el titular de UTA Rosario advirtió que, si bien la medida se dejaba sin efecto, no se iba a poder “comenzar inmediatamente a funcionar, más después de tantos días”. Recordó que “hay una cuestión de higiene, de cargar gasoil, de diagrama de servicios”, por lo que la esperada normalización se iba a dar “a lo largo del día” y también “con el correr de los días”.
De todos modos, Copello también tranquilizó a los usuarios de que el retorno a las actividades no será un corto interludio entre dos medidas de fuerza: “Con tantas actividades flexibilizadas, seguramente el transporte va a adquirir un ritmo mucho más normal en cuanto a la recaudación”, estimó. En otras palabras, de ahora en más no va a ser tan dificultoso afrontar el pago de salarios.
Copello tampoco quiso hablar de un potencial nuevo conflicto, aun si vuelve a ocurrir un atraso salarial, a pocos días de que los choferes deban cobrar los haberes de mayo: “El sueldo lo tienen que depositar hasta el viernes. Y ahí evaluaremos, si no lo hacen, qué medidas tomar. Pero no nos podemos adelantar”, atajó el dirigente la pregunta de un cronista.
Con todo, Copello expresó confianza en que la negociación “que están haciendo en Buenos Aires” los directivos de la UTA nacional con las empresas y el Estado lleguen a buen resultado. De hecho destacó, con mejor semblante que en días pasados, que todos los privados depositaron la deuda salarial: “Tardaron veinte días, pero cumplieron”, se animó.
Y también puso expectativas en que el sector, pese a contar con subsidios específicos, pueda ingresar también al programa ATP, de Asistencia al Trabajo y la Producción, que aplica el Estado nacional a los sectores que, por la pandemia de coronavirus y la cuarentena obligatoria, mermaron la actividad o quedaron paralizados. “Se está tramitando”, marcó.