“El principio de las cosas, el agregado al título original (Murales) lo puse porque con este film busco contar mi historia, hacer evidente eso que me costó tanto, y dejar sentados los interrogantes que tengo, en esta película hay más dudas que certezas, ahí hay un principio, entender por qué llevo el nombre de Francisco como mi tío”, dice el realizador audiovisual Francisco Matiozzi Molinas, que ahora también firma con su segundo apellido; antes, cuando hizo Pochormiga (2004) o Militantes (2011) se lo conocía como Francisco Matiozzi, lo que lleva a pensar que esta vez se trata de un doble estreno: Murales, el principio de las cosas, la película, y un apellido que se extiende en consonancia con el involucramiento que el realizador tiene con su nuevo material: estar de los dos lados de la cámara, empezar a transitar los pliegues de su propia historia asumiendo riesgos y desafíos, poniendo pasado en presente, apropiándose de los interrogantes que cargó durante buena parte de su vida para darle carnadura a un drama familiar cuyas heridas pueden no tener fin. Francisco Matiozzi Molinas tiene cinco tíos desaparecidos o asesinados por la represión durante la última dictadura cívico-militar; una situación, un tema que el realizador fue tocando de modo tangencial en su filmografía previa –no hablaba de sus tíos pero sí de contextos donde la militancia, las injusticias, los recuerdos eran el hilo de las historias– y que ahora, en Murales, el principio de las cosas, aborda sin ambages, dejando gotear las dudas que permearon su imaginario hasta esta última decisión.
Murales, el principio de las cosas tuvo varios años de factura y fue modificando su rumbo a medida que su autor pegaba un volantazo en sus objetivos; nunca dejó de ser un relato sobre los murales que pintaba el colectivo de ex presos políticos local para homenajear a sus compañeros desaparecidos pero al mismo tiempo fue sumando postas a partir de un motor de búsqueda, la de qué hacer con la película y la de caminar los interrogantes. Cuando se le señala que en Murales… está más marcado lo que vivió familiarmente, como si hubiera decidido ponerse en relación con respecto a ese drama, Matiozzi Molina apunta: “El tema de mis tíos está presente en todos los trabajos que hice, de hecho yo empecé a estudiar cine por eso, para ver si podía reconstruir la historia de mi familia; como me di cuenta de que no lo podía hacer desde el vamos, empecé merodeando el tema con situaciones que tuvieran que ver; en Murales… empiezo vinculándome con el colectivo de ex presos políticos por mi familia, para conocer parte de esa historia y cuando dije quién era empezaron a contarme sobre mis tíos, ese espacio me permitió también hablar sobre la militancia de esa época y debatir políticamente, me resulta interesante escucharlos, empecé a ir con la cámara y a tratar de construir una película en función de lo que ellos hacían, pero en ese momento no pensé en poner mi cuerpo ni mi historia; a medida que fue pasando el tiempo seguí filmando los murales y no encontraba la forma de darle un cierre; originalmente la película iba a ser más testimonial, con los distintos murales que iba pintando el colectivo; el primer mural que hacen es en Corrientes y La Paz para poder terminar lo que no pudieron en el 76, por ejemplo el que iba a hacer Horacio Dalmonego el día del Montonero, y que no pudo ser porque cae la cana y matan a dos compañeros y el Pollo zafa aunque luego cae. Treinta años después decide terminar ese mural y el colectivo decidió hacer lo mismo en honor a los compañeros caídos. Yo me vinculo con ellos a través de mi viejo en 2006, ahí tiro la primera toma y automáticamente me sentí parte”.
La militancia y después
Como se dijo más arriba, Matiozzi Molinas es el director de Miradas… y también es el protagonista que se mueve con los vaivenes de la historia, y se mueve literalmente a través de “Pancho” cuando se muda de casa. Acerca de cómo decidió involucrarse delante de la pantalla, más desde el yo protagonista que desde el narrador, el director lo explica como un imperativo. “Fue una necesidad; la película tiene varias etapas, yo filmaba algo y me alejaba, tenía que desear retomarla, así que me senté a reescribir el guion y ahí pensé en un personaje muy cercano a mí, un director que buscaba a su familia formulando preguntas, y que a medida que investigaba más perdido estaba, traté de hacer más evidentes las incertidumbres, por ejemplo el lugar donde habían asesinado a mi tía, preguntaba a mi familia y nadie sabía, y empecé indagando en qué diario había aparecido la noticia”, confiesa Matiozzi Molinas.
Y tanto pregunta el realizador, en ese pasar de una situación a otra, que también indaga a su madre por el nombre que lleva. “Ahora podía hacerle a mi vieja las mismas preguntas que ya le había hecho pero de otra forma, porque estaba delante de ella y detrás de la cámara, fue el modo de que ahora comience a llevar mis dos apellidos”,dice el realizador.
No sería exagerado decir que Murales… es un relato en tránsito; en ese sentido el interrogante sería hacia dónde sería ese tránsito. El director lo explica así: “La película está en continuo movimiento, el protagonista se entrena para cruzar el río Paraná y vive esa tensión, las situaciones cotidianas afectan la construcción de la película, por eso la mudanza, porque no puede terminar la película y no puede estar tranquilo en ningún lugar; también esto permite pensar que no está todo cerrado, y tiene que ver con la búsqueda de identidad”. En referencia a lo conversado, todo indicaría que Matiozzi Molinas pudo avanzar más en su historia familiar. “Creo que pude avanzar, cuando terminé y le puse “el principio de las cosas” sentí que era un punto de partida para empezar a hablar de todo eso que me pesaba; y además sentí mucho alivio cuando terminé esta película”, concluye.