La iglesia San Cayetano volvió a ser escenario de una convocatoria impactante, pero esta vez por otro santo: San Expedito, el patrono de las causas urgentes. Desde temprano, los fieles se dieron cita para tocar la figura del santo en su día. Cada uno con sus motivos: por pura fe, por agradecimiento o para pedir. En definitiva, la fe llevó a cientos de rosarinos durante la jornada de ayer hasta la iglesia de Buenos Aires y Cerrito. Por eso, desde temprano se instalaron los vendedores ambulantes con sus puestos para ofrecer la imagen del santo en distintos envases y formatos: estampitas, pulseras, llaveros, velas y rosarios.
“Le he pedido a San Expedito que nunca me falte el trabajo, y vengo a instalar el puestito todos los días 19 de cada mes; hasta ahora me ha respondido muy bien”, sostuvo Susana, una de las vendedoras del lugar y “canastera” de profesión (vende flores a domicilio).
Ya en las cercanías del templo de calle Buenos Aires se podían ver los puestos de comerciantes con distintos productos con nombre del santo. También había baldes repletos de claveles y rosas rojas, color característico de Expedito.
Maximiliano lleva años vendiendo en una de las esquinas de la iglesia. Allí, con sus figuras de San Expedito, la Virgen María y Jesús en la cruz, le contó a El Ciudadano que los días 19, pero sobre todo los 19 de abril, “son muchas las mujeres que se acercan, preguntan precios y compran para los miembros de la familia o amigos. Claro que algunos maridos que se acercan las tiran del brazo para que no gasten, pero ellas compran algo igual”, dijo entre risas. Por otro lado, aclaró que si bien San Expedito es un gran convocante, “hasta ahora no hubo santo que llame tanta gente como San Cayetano. Hoy (por ayer) hay mucha gente ingresando a la iglesia, pero los 7 de agosto esto es una locura, tenemos mucho lugar en la vereda”, agregó.
Lucas, de 20 años, era uno de los más jóvenes de la hilera de quienes esperaban ver la imagen de Expedito. Se dirigió al lugar con el deseo de pedirle trabajo al santo de la capa roja y agradecerle por la buena salud que tienen los miembros de su familia. Según relató, a diferencia de la mayoría de sus amigos, él conoció a Expedito “por una estampita que me dio mi mamá cuando comencé la facultad. Me dijo quién era y por qué ella era tan devota. Así que cuando le comento que tengo que rendir, mi vieja repite como loro: «Rezale a San Expedito». Ya en la facultad escuché a muchos compañeros hablar de él, de los que pidieron y rindieron bien”.
Más atrás en la fila estaba una señora que prefirió no dar su nombre. Su rostro mostraba angustia y esperanza a la vez. “Por un lado vengo a agradecer que en el negocio familiar las cosas repuntaron. Tenemos un almacencito del cual vivimos casi dos familias, y con la economía de hoy los clientes del barrio no pueden comprar demasiado, pero la vamos piloteando”, relató. La charla comenzó así, hasta que la mujer se quebró: “Mi nieto, de 16 años, está eligiendo malas amistades, y de a poco consume porquerías que lo pueden matar. Vengo a pedirle al santo que lo guíe hacia el buen camino”.