En la madrugada de este martes, la policía de la Comisaría Número 11 de San Isidro halló el cuerpo sin vida de Martín Gaitán, de 19 años, con un disparo fatal. Gaitán no era un desconocido para las fuerzas de seguridad: su nombre estaba vinculado a una serie de robos a viviendas de alto valor en la Zona Norte del Gran Buenos Aires, incluido el resonante caso del asalto a Baby Etchecopar.
Las cámaras de seguridad de la zona captaron el momento en el que Gaitán intentaba escapar de un grupo de personas. Poco después, estas mismas personas lo alcanzaron y lo ejecutaron de un disparo, sellando así el trágico destino del joven delincuente.
A pesar de su corta edad, Martín Gaitán ya tenía un amplio historial delictivo. Junto a su banda, había perfeccionado un método de robo rápido y violento, dirigido principalmente a casas de lujo. Uno de los casos más mediáticos en los que estuvo involucrado fue el asalto a Baby Etchecopar, un hecho que lo puso en la mira de la opinión pública y las autoridades.
Las autoridades sospechan que la muerte de Gaitán responde a una venganza interna en el mundo del crimen organizado. Fuentes cercanas a la investigación revelaron que el joven habría tenido deudas pendientes con otros delincuentes, lo que podría haber desencadenado su violento asesinato.
Este tipo de ajustes de cuentas no es inusual en organizaciones criminales de esta magnitud. Cuando una persona se convierte en un problema o una amenaza, la respuesta suele ser rápida y letal.