Federico Guaglianoni tenía 35 años, participaba de la Acción Católica en la iglesia La Merced de barrio La Guardia, estudiaba profesorado de física en el Instituto Olga Cossettini, apoyaba las luchas de la agrupación Carlos Fuentealba y también fue uno de los 71 obreros que en junio pasado perdió su trabajo tras el cierre de los Talleres Ferroviarios Rioro de Pérez. La noche del último lunes de noviembre, a Federico lo sorprendió al menos un ladrón cuando caminaba hacia la casa de su madre. El asaltante le sacó la mochila en la que llevaba los apuntes y un tupper. Las fuentes judiciales no especificaron si Federico se resistió, pero el ladrón le disparó en el abdomen en Isola y Sánchez, en zona sur. Un hombre que pasaba por el lugar lo encontró malherido cerca de la medianoche y lo llevó hasta el puesto que tiene personal de Infantería en el acceso sur. Federico ingresó al Sanatorio Parque, donde quedó internado hasta anteayer, cuando los médicos informaron que había fallecido. En un primer momento el caso quedó a cargo del fiscal de Flagrancia, Rodrigo Urruticoechea y luego pasó a la Unidad de Homicidios Dolosos, donde la pesquisa quedó a cargo de Miguel Moreno. Según indicaron fuentes de la investigación, al cierre de esta edición no había personas identificadas como tampoco detenidos por este crimen.
Con la noticia de su muerte las redes se llenaron de mensajes de afecto y condolencias para la familia desde todos los ámbitos por los que Federico dejó su huella.
La iglesia
El padre Eduardo de la parroquia María Mediadora fue uno de los usuarios que publicó un mensaje para la familia y en diálogo con El Ciudadano contó que poco más de una década atrás Federico había sido catequista de la Mediadora, donde asistía con su madre. Y por estos días, pertenecía a la acción católica de la iglesia La Merced, agregó el párroco y manifestó su pesar por la situación.
A su vez, no sólo el Instituto Olga Cossettini cerró sus puertas anteayer por duelo, sino que también sus compañeros de la Agrupación Carlos Fuentealba le dedicaron un mensaje de afecto y lo recordaron por su lucha por la educación pública.
Injusto
Fito participa en la Carlos Fuentealba y milita en la agrupación la Bordó. A pesar de que se veían en forma esporádica desde 2015, Fito tenía afinidad con Federico por haberlo conocido en la militancia sindical ferroviaria. “Lo que me llamó la atención fue que siempre tenía un chiste para hacerte reír, siempre estaba contento. A pesar de que no cursábamos juntos cuando nos cruzábamos nos poníamos a hablar. Cuando se quedó sin trabajo por el cierre de los talleres ferroviarios en Pérez le escribí preocupado y me contestó: «Bueno, ya veremos». A los dos meses ya había conseguido otro trabajo con mejores condiciones. Así era él, muy alegre y estaba siempre en un estado permanente de buena onda”. Fito aclaró que Federico, sin ser militante, siempre simpatizaba con las luchas justas y en la Cossettini siempre se preocupó por la educación pública: “Era de los tipos que te decían «contá conmigo» y que estaba para lo que necesités”.
Para Fito la situación en la que perdió la vida Federico fue ingrata e injusta por donde se la mire. Resistió los tres años que los talleres ferroviarios estuvieron en jaque y ahora, que estaba en un empleo estable, fue asesinado.
A Federico lo echaron con la última camada, se repuso, consiguió nuevo trabajo en pocos meses y lo más importante fue su fuerza de voluntad para estudiar. “Los que somos grandes y empezamos el profesorado vivimos corriendo por el trabajo, con nuestros compañeros vivimos el cariño del momento y no tenemos la carrera al día. Es de valorar que alguien lo intente. Eso ya es todo un sacrificio”.