Por Candela Ramírez
Edgardo Carmona es el secretario general del Sindicato de Prensa Rosario hace más de treinta años. Habló con El Ciudadano sobre la situación actual de las y los trabajadores del gremio, las transformaciones radicales que se produjeron en el oficio en los últimos años y manifestó sentirse preocupado por las formas que adoptó el gobierno nacional para dirigirse a la prensa.
—¿Cuál es el panorama en Rosario para trabajadores de prensa?
—En el ámbito público está claro que el gobierno ha decidido confrontar peligrosamente con los periodistas y con los medios de comunicación. Hemos hecho denuncias por los maltratos y agresiones directas a periodistas de todo tipo y color de radio, televisión, gráfica. Hay una agresión y una intolerancia a las diversas opiniones y este gobierno no banca ni una crítica ni una posición en contra.
Además trata de aleccionar al tipo que se anima tirándole encima el ejército de trolls para destruirlo o anularlo. Hay una intolerancia fenomenal, hay denuncias que han llegado a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos planteando esta situación y una alarma generalizada. Todas las organizaciones que nuclean a periodistas han marcado este punto como algo inaceptable de este gobierno y que creo que va en sintonía con esta nueva dinámica, esta forma de comunicar que tiene este gobierno que es agresiva, disruptiva, descalificatoria y muy violenta. No encaran un debate constructivo como se daría en una democracia civilizada sino con un modo mucho más parecido a un discurso autoritario para eliminar los disensos. En ese marco, están los periodistas.
Y con esa violencia nos contestan cada vez que un compañero plantea alguna posición contraria a lo que al gobierno le gustaría escuchar.
—¿Qué pasa con los medios públicos?
—A estos tipos no les interesa que el Estado sostenga medios públicos, donde se debería garantizar la autonomía del gobierno de turno en medios del Estado donde se promueva la diversidad y los disensos.
Si bien la ley de Servicios de Comunicación Audiovisual contemplaba al sector estatal, se podía profundizar la autarquía de los gobiernos de turno, mejorar ese proceso, pero este gobierno no decide eso sino cerrarlos, combatirlos. El caso más paradigmático es Télam y arrancaron ahí porque era la pata más débil del sistema de medios públicos porque no tiene una legislación específica que la proteja como sí tiene Radio Nacional o la Televisión Pública.
Lo de Télam era una propuesta de campaña, él dijo esto lo voy a cerrar, un domingo decidió cerrarlo y listo, transformó a Télam en una especie de agencia de publicidad estatal muy chiquitita. Y lo hizo con mucha perversidad porque cuando deciden armar una agencia de publicidad, para manejar la publicidad del Estado y, por el otro, una agencia de noticias en el marco de Radio y Televisión Argentina, como en las redes hubo festejos de los trabajadores que habían quedado, el gobierno de Milei se enoja y dice no, si ahora ellos festejan, no. Entonces ni siquiera encararon ese proceso.
El tema que hoy está en debate es si pasaría a una empresa residual del Estado donde van a ir todos los trabajadores que estos tipos hoy no reubican, además de los despidos. Hubo planes de retiro voluntarios no tan voluntarios porque la agencia estaba cerrada, con lo cual de 700 empleados que tenía la agencia el número de retiros fue 400.
Ahora abrieron los retiros voluntarios en Radio Nacional y en Canal 7 con la misma perspectiva. Están usando la cadena para eliminar los programas locales y dejar sin trabajo a la gente.
Van a contramano de todas las democracias de los países que ellos elogian. El paradigma es la BBC de Londres, después Canadá, Estados Unidos, Francia, todos tienen fuertes cadenas de medios públicos para asegurar que la información no sea rehén del negocio privado.
—¿Qué pasa con el canal estatal de Santa Fe?
—Hay algo distintivo porque Radio y Televisión Santafesina ha recibido un empuje. Este gobierno, de la mano de Horacio Ríos que ha sido nombrado director, hizo una especie de relanzamiento importante con producción local y difusión de los espectáculos deportivos. Hay una ampliación del personal para cubrir y se nota ahí una diferencia de lo que veníamos discutiendo con el gobierno anterior que no le daba mucha importancia a Radio y Televisión Santafesina. Lo distintivo de esta provincia es que es la única que tiene una ley que regula un medio público provincial, que salió al calor de la ley de medios que se discutió a nivel nacional, lo que faltó fue el desarrollo de la pata radial, por ahora es solo televisión.
—¿Cuál es la situación en los medios privados en la ciudad?
—Creo que las empresas han olvidado el rol social que tienen, la obligación que tienen por manejar un derecho humano fundamental como es el de la información. Por el contrario, trafican con la información. Se transformaron en empresas que han abandonado el desarrollo de la calidad y la inversión para convertirse en empresas de negocios paralelos. Esto marca a las claras un debilitamiento de la calidad en la información y una precarización de derechos de quienes elaboran esa información.
Si a vos no te importa lo que pasa ni lo que sale ni cómo sale evidentemente tampoco te importa tener gente bien paga con derechos respetados, en blanco, correctamente encuadrados.
Esto generó que hoy tengamos 60 compañeros que se fueron con retiro voluntario del diario La Capital. Hablamos de gente que se quería ir del diario porque no cumplía con sus expectativas profesionales. En nuestra actividad además de lo que sufre cualquier trabajador en el marco de la explotación horaria o de condiciones de trabajo, aquí hay también un agotamiento o una tensión muy fuerte en lo subjetivo, en lo intelectual. Si vos no podés desarrollar en un medio esa vocación que trabajaste durante tantos años, si todo lo que proponés se frustra, si tenés que estar sometido a una falsificación permanente de lo que vos querés contar por miles de obligaciones económicas y políticas, ahí se produce una tensión muy fuerte que genera un desgaste y que expulsa.
Nuestra tarea tiene un contenido objetivo: tener buen sueldo, derechos, laburar y poder disfrutar de tu familia y poder curarte a través de la salud de las obras sociales. Pero si no podés desarrollar esa vocación para la cual te preparaste sentís una gran frustración. Que está muy bien contemplada en el estatuto del periodista, que contempla una indemnización especial en función de evitar ese despido por cómo pensás. Ya desde el año 46 estaba contemplado en un estatuto que es muy sabio.
—¿Y cuál es el panorama de los medios cooperativos?
—Estamos en una situación muy complicada y la ausencia del Estado en subsidiar de algún modo también la actividad cooperativa, medios de organizaciones populares o sociales, vemos que la falta de dinero y de políticas estrechan el margen de diversidad. En un marco de capitalismo tan crudo como el que plantea Milei con una falta absoluta del Estado, la concentración en todos los marcos de la economía también pasa en la comunicación.
Las expresiones diversas, plurales, cooperativas, necesitan del Estado para poder desarrollarse y autonomizarse, que no se haga a costa de la precarización absoluta de los componentes de las cooperativas. Se hace más difícil, cada vez se hace más heroico, más bohemio, y el periodismo necesita profesionalizarse porque para investigar los temas de gravedad o que hacen a la vida común de un pueblo, se necesita invertir.
Para investigar se necesita plata, sueldo, infraestructura, logística, y cuando se estrecha la inversión eso desaparece. Entonces los gobiernos se sienten más a gusto porque es muy difícil investigarlos.
—Nombraste en el arranque de la charla todo lo que son los ataques, groserías, sobre todo en redes pero también en las conferencias de prensa del gobierno nacional. ¿Qué herramientas tienen los periodistas para defenderse de ese tipo de situaciones?
—Las herramientas son todas y ninguna porque dependen de la colectivización de la pelea. A muchas de las empresas en las que sus periodistas son agredidos no les importa, prefieren que el gobierno imponga su política de silencio porque tienen otros negocios paralelos. No veo mucha indignación en las cámaras empresarias ni en algunos colectivos de profesionales que por cosas mucho más mínimas en los gobiernos anteriores hicieron grandes escándalos. Pero bueno, es una reacción que se irá construyendo.
Nosotros tenemos presentaciones hechas en todos los organismos tanto de la justicia como organismos internacionales por estos ataques.
Este gobierno ha encontrado un mecanismo muy disruptivo en la agresión, en el no respeto de derechos que son fundamentales pero ellos consideran vacuos, viejos, obsoletos. No hay nada más obsoleto que el autoritarismo, la prepotencia, la puteada, la pérdida de derechos, retrotraer nuestras relaciones sociales a un pacto de hace cien años cuando estaba la esclavitud. No hay nada más anticuado que eso, sin embargo en esas usinas de trolls y comunicación de la derecha evidentemente han logrado instalar un paradigma que parece revolucionario o disruptivo pero que no son más que retrocesos fenomenales de una sociedad que se primariza en todos los terrenos, en lo económico y en las relaciones humanas.
—Así como es una época en que se han puesto en jaque un montón de cosas que creíamos establecidas, los periodistas y su trabajo también están un poco puestos en jaque, sobre todo en relación a su credibilidad, ¿cómo ves esto?
—Totalmente, porque a nadie le importa la verdad. Hace rato que venimos generando tribus en el marco de las nuevas formas de comunicar a través de redes y aplicaciones donde a nadie le interesa mucho la verdad de lo que pasa, solo le interesa reafirmar sus prejuicios.
A mi se me escapa el análisis interdisciplinario, cada uno tiene miradas muy sesgadas de su profesión pero hay un problema serio, a nadie le interesa confirmar si lo que pasa es cierto o no, si está bien o mal sino que cada uno se va posicionando cada vez más en lo que alguna vez se definió como la grieta que hoy no se visibiliza pero está profundizada a niveles fenomenales.
Hoy no hay dos tensiones porque la oposición todavía no se reacomoda, pero este sometimiento fenomenal a estas reglas brutales marca una grieta entre lo que es un gobierno profundamente autoritario y de minoría contra un pueblo donde hay un millón de pibes que no comen todas las noches.
Nunca hubo una concentración de riqueza tan rápida como la que hay ahora en defensa de un equilibrio fiscal suicida para el pueblo argentino y que además para los economistas que uno consulta termina chocando o termina hambreando a la gente que parece que debería soportar no comer, no vivir, no vestirse para que estos tipos puedan seguir choreánddose todo lo que se chorean.
En esa tensión están los periodistas, jugarte a decir lo que está pasando y que te tapen de mensajes de odio no es fácil transitar y además tampoco hay tantas tribunas donde decirlo. En la transformación que hubo los medios terminan copiando esta nueva forma de comunicación, diversión, farandulización, donde no se debate nada realmente.
—¿Cuál debería ser el rol de los periodistas?
—Para mi hoy los medios de comunicación tienen que pagar el costo de poder ser curadores de lo que circula en las redes, deben establecer con rigurosidad qué es verdad y qué no, qué es información. No la verdad desde el punto de vista dogmático, sino que lo que circula esté pasando realmente más allá de las miradas subjetivas que tenga cada uno en lo que pasa.
Hoy se dicen cosas que no pasan, se inventan noticias que no existen y a nadie le preocupa si eso es verdad o no, si entra en la vida privada, se denosta, no hay límites. Entonces como comunicadores en los medios que apuesten a la información con seriedad tenemos que lograr ser curadores porque somos los que tenemos que poder instalar la verdad en ese mar de dudas y quilombos y farandulización.
Hoy hay mucha más capacidad pero disputás en un terreno muy grande, hay mucha gente tratando de hacer streaming, tratando de lograr que lo sigan en las redes porque piensan que de ahí pueden sacar un mango…
Es muy cruel la competencia y eso sacrifica mucho la calidad de lo que vos decís. Porque es al revés, el periodista debe decir lo que ve y lo que siente y lo que piensa más allá de que haya adhesión de audiencia. Estamos para romper con las tendencias de mercado si algo no nos parece, no para que nos aplaudan. Nuestra tarea es de servicio y nuestro servicio es que la gente por lo menos tenga nuestra versión de lo que está ocurriendo, no para que adhiera.
Y para eso necesitás una sociedad entrenada en el disenso, que reciba lo que vos le decís y lo analice. Hoy se promueve una sociedad individualista que clausura el debate y entonces el like, el me gusta o no me gusta, ¿a quién le importa si a vos te gusta o no? Yo te estoy diciendo lo que pasa, no es si te gusta o no te gusta, en todo caso después vos sufrirás las consecuencias de no poder ver más allá de las anteojeras que te pone el mercado.
—En el periodismo pasa también esto de que más allá de los estatutos y reglas de cuántas horas debería trabajar un periodista y las tareas que implica, los periodistas a veces…
—Nos autoprecarizamos.
—Nos autoprecarizamos y nos volvemos como nuestra propia marca a través de las redes sociales, ¿cómo ves ese movimiento hacia este tipo de perfiles?
—Es que para mí la información es una construcción colectiva. Hoy los streamings se arman todos alrededor de una estrella, alrededor de un tipo popular porque da rédito y ahí se pone más o menos plata o un montón de adornos para que eso sea exitoso. Olga es uno de los casos más concretos, pero hay 80 personas trabajando, no es una cosa menor. Hay calidad televisiva en la propuesta, hay una producción fenomenal y hay plata.
Entonces, además de lo que los periodistas tengamos hoy para decir lo tenemos que decir con el envase y la calidad de la época.
Tenemos que romper el mito de que la comunicación popular es para los pobres o para la tribu. Debemos poder instalar una agenda distinta, romper ese cerco es muy difícil y ahora más todavía. Antes peleábamos contra una concentración nacional como Clarín o los multimedios locales. Hoy disputamos con Google, Facebook, y demás. Por eso reivindico mucho la protección del periodismo local.
El Estado de Nueva York dictó una ley para proteger los medios locales y paga la mitad de los sueldos a todos los periodistas locales. frente a la concentración de las plataformas que asfixian el periodismo local.
—Aseguran la existencia de la producción periodística.
—Exactamente. Local, con una mirada propia de lo que pasa. También en Inglaterra hay un impuesto a las grandes plataformas para bancar a los medios gráficos locales.
Es decir, muchos Estados, muchas sociedades están viendo que no pueden perder identidad frente a esa masificación global que imponen las grandes plataformas.
El otro día la investigadora Cora Gamarnik dio una charla en el sindicato, compartió las fotos en sus redes y la misma red se las tapó. Nosotros lo denunciamos ahí, la UBA también, porque lo vemos como un acto de censura. A ese nivel nos sometemos si no logramos independencia tecnológica y comunicacional.
En la experiencia rosarina, lo que vemos es que todos esos espacios nuevos precarizan no más, sino cien veces más que los medios tradicionales.
Hay también una fiebre de panelista, que en realidad en su momento surge porque abarata profundamente las producciones. Hacer buena televisión no es barato, de hecho los canales locales nunca tuvieron grandes producciones siempre se han limitado a los informativos. No hay un canal local que haga ficción ni que invierta en un documental.
Canal 5 y Canal 3 se han destacado en los últimos diez años y han hecho una inversión, hay caras nuevas y programas. Rosario3 generó una sinergia con radio y televisión, usando esas producciones y fue generando un cuerpo propio de periodistas.
Al cableoperador no le interesan los canales locales, los tienen porque están obligados por ley, tratan de invertir lo menos posible y los compañeros tienen que remar en un mar de carencias.
Ahí hay un Estado ausente que debería haber exigido que sus canales tuvieran calidad e inversión. Cuando se discutió la ley de medios decían que se iban a cerrar puestos de trabajo y era totalmente falso. Ahora vemos claramente quiénes cerraron puestos de trabajo, era una ley perfectible y que no abordaba las tecnologías más de vanguardia, también por impedimento de la oposición. Entonces el gobierno decidió sacar el capítulo de de las multiplataformas y la ley quedó un poco antigua al momento de ser promulgada pero era totalmente aplicable y habría que haberla mejorado pensando en esta proyección de las plataformas, las nuevas formas de producción y de propiedad.
—¿Qué se está haciendo en el sindicato de prensa, qué proyectos tienen?
—En el sindicato seguimos insistiendo en la necesidad de la agremiación, de formar un colectivo potente y disputar pero nos cuesta. Tal vez en esta forma nueva de atomización de la producción donde hay uno o dos compañeros en un lugar y han desaparecido las grandes redacciones donde se concentraba mucha gente se hace difícil.
Hay medios que hoy tienen mucha trascendencia y no tienen a sus periodistas regularizados, les pagan miserias. De cara a lo que viene, es importante que en los nuevos acuerdos paritarios ya hayamos incluido categorías de los compañeros que están en redes sociales, en la página web, y todas son perfectamente asimilables a nuestro convenio colectivo. Las empresas siempre eligen un atajo y los encuadran en algo más barato pero hay que dar la pelea. La hemos dado siempre.
Estamos también teniendo charlas con la universidad porque queremos generar una polémica fuerte sobre estas nuevas formas y capacitar acerca de estas nuevas formas de producción, queremos analizar los nuevos puestos de trabajo que se generaron. Hace 20 años atrás no había un solo cámara que transmitiera en directo, hoy todos los camarógrafos transmiten en directo.
Entonces, para nosotros hay un crecimiento de la tarea que debe ser remunerado. La tecnología nos da una posibilidad enorme de una tarea mucho más amplia que lo pone al periodista en capacidad él mismo de buscar la información y producirla en un formato o en una plataforma, antes eso no existía.
Ahora el periodista puede llevar a cabo una tarea mucho más integral, no es solamente la información que recauda sino cómo la quiere mostrar. Se necesita calidad, se necesita inversión. Y eso limita las posibilidades de aquellos que no tienen la capacidad económica.