Por Lucía Cholakain Herrera (Cosecha Roja)
El día que dos de las cuatro mujeres que denunciaron a Lucas Carrasco lo hicieron formalmente no imaginaron que aquel acto se multiplicaría: cuando se hizo público que estaba siendo acusado de abuso, las historias emergieron en todos los formatos y en todas las redes. «Durante la causa fueron recabados testimonios que demostraron la existencia de un comportamiento sistemático y violento por parte del imputado», resalta Natalia D’Alessandro, una de las abogadas de la querella. Aquellos testimonios se presentaron también en la etapa de instrucción para apoyar las declaraciones de las denunciantes. Hasta el día de hoy continúan llegando screenshots y textos de mujeres que fueron hostigadas por Carrasco.
Los ritmos de la justicia son distintos a los del decir feminista: la primera denuncia formal por abuso sexual fue en agosto de 2016, el imputado fue a indagatoria un año después y recién en noviembre de 2017 se lo procesó por una de las denuncias. A partir de entonces empezó una contienda legal que devino en una elevación a juicio por dos de los cuatro delitos denunciados, ambos por abuso sexual.
«Cuando arrancamos con las chicas llegamos a la conclusión de que para contar nuestra historia teníamos que hacer una denuncia formal», recuerda Sofía, una de las denunciantes cuya causa llega a juicio. «Más que nada porque mucha gente exige una denuncia penal para legitimar tus dichos», dice. Sofía estudia derecho y conoce los tiempos del poder judicial: desde las primeras reuniones se dedicó a traducir cada uno de los movimientos de la causa para el resto de sus compañeras.
El juicio, que empezará el 4 de septiembre de este año en el Tribunal Oral en lo Criminal N°9, juzgará a Carrasco por dos casos de abuso sexual en su casa. En ambos el contacto inicial fue por chat. Hasta hoy, Carrasco desmiente los hechos y alega persecución política. Pero fue embargado por 300 mil pesos y está obligado a presentarse cada un mes en el Tribunal.
A pesar de que hayan pasado tres años y que dos de las denuncias por grooming y abuso sexual hayan quedado truncas en la etapa de instrucción, todo se prepara para el juicio. «Esperamos demostrar en el debate su responsabilidad en cada uno de los hechos denunciados y que las chicas que fueron víctimas de violencia encuentren justicia en la resolución que tome el Tribunal», agrega D’Alessandro.
La llegada de los dos casos a la instancia oral refleja aquello que sucede en el ámbito público con los escraches -de hecho, la primera denuncia contra Carrasco fue de carácter informal y por internet en mayo de 2016-, y también la amplia distancia que existe entre las demandas feministas del presente y los procesos judiciales. Pero ya no hay vuelta atrás: «En esta etapa del debate oral, más allá de lo horrible que pueda ser, se van a tener que sentar, mirarnos y escucharnos», dice Sofía, como futura abogada y denunciante. «Más allá del resultado, de si hay una condena o no, nos van a tener que escuchar. Y esta va a ser siempre nuestra verdad».