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El periodista Martín Pérez despide a Douglas Vinci, uno de los que cambiaron para siempre la historia de la radio en la Argentina

Carlos Masoch (Douglas Vinci) se hizo conocido en el programa que conducía junto a Lalo Mir y a Bobby Flores, Radio Bangkok (en rigor “Aquí Radio Bangkok”, acaso la más innovadora propuesta radical que salió al aire en la década del 80. Transitó la “Primavera democrática” y se silenció con la hiperinflación del 1989

Martín Pérez (*)

Para mí era Douglas Vinci, y para él yo era El Gavilán. Cuando nos reencontramos, años después, pasé a llamarlo cariñosamente Carlitos, pero para él nunca dejé de ser el Gavilán. Y está bien que así haya sido, ya que nos conocimos en la época de Radio Bangkok, un programa de radio que me abrió las puertas de los medios y del oficio, aún cuando simplemente participé de él como oyente. Un oyente activo, hay que decirlo, pero oyente al fin. En cambio, Carlos Masoch supo ser parte fundamental de aquel torrente radial que cambió nuestra vida, una revolución, una ola mediática y cotidiana que se podría decir que nos trajo surfeando hasta el día de hoy, pero no le echemos la culpa de este desastre a Bangkok y mucho menos al Reverendo Douglas Vinci, es decir al querido Masoch. Al menos no lo hagamos hoy, que acabo de leer –via Lalo Mir primero, pero despues a través de todxs sus/nuestrxs compañerxs en este viaje– que acaba de abandonar el edificio. A los 72 años, Carlos Masoch, artista plástico y también personaje radial bajo el nombre de Douglas Vinci, nos ha dejado un poco más solos. Disculpen la solemnidad y la frase hecha, qué pecado, pero de pronto no se qué decir, cómo abarcar el sentimiento que me genera su adiós. Porque nunca fuimos grandes amigos con Carlitos, pero nos conocimos, claro que nos conocimos entonces. Radio Bangkok fue una explosión que me cambió la vida, pero no solo a mi, sino que lo cambió todo. Hasta la aparición de Lalo Mir y sus amigos, los medios hablaban otra lengua, otro idioma, y cuando Bangkok irrumpió desde la FM a disputarle las mañanas a la AM con el idioma de la calle, ese “nosotros” que era la cultura rock tomó por asalto la vida mediática y la vida en general, hasta reinventarla a nuestra imagen y semejanza.

 

 

Lo sé porque lo viví en carne propia, ya que en esa época yo trabajaba en una fábrica de ropa, un enorme galpón donde regularmente todos teníamos que hombrear rollos de tela al comienzo del proceso, y poner prendas en bolsas y armar cajas al final del mismo. Una vida laboral explosiva, con tiempos muertos y otros vertiginosos y sin descanso, que Radio Bangkok hizo más pasajera, y con la que fui ganando adeptos, de a uno por vez. Todos se fueron acercando a mi radio: primero les llamaba la atención mis risas o algo que llegaban a escuchar al pasar (el vómito de Bangkok siempre fue un hit), y después ya eran fans, se traían sus radios, y me alentaban cuando leían al aire alguno de mis mensajes, que yo firmaba con mi seudónimo de dibujo animado, como casi todos los oyentes. Esa tropa de la mañana rocker, esos tipos que hablaban mi idioma (y al mismo tiempo me lo enseñaban), de pronto se fueron convirtiendo en la voz de aquella época, de las mañanas laburantes, de una ciudad trucha que de golpe se reconocía a sí misma. Siempre se dice que Los Simpson fue el primer programa de televisión que, en horario central, se atrevió a afirmar que nuestros gobernantes o servidores públicos no tenían las mejores intenciones, y es verdad. Pero en las mañanas radiales de Buenos Aires eso mismo sucedió poderosamente años antes en Radio Bangkok, en las voces de Lalo Mir y compañía, entre los que estaba Masoch, a.k.a. Douglas Vinci. Leo por ahí que sus arrebatos fueron las primeras fake news, se mandaba a tono con un programa que transmitía desde el lugar mas trucho del mundo, Bangkok, pero retrataba a esta ciudad mejor que nadie, al punto que todos los trabajadores los terminaron adoptando, y puedo dar fe de ello. Los que fruncían la carita eran los dueños, o los clientes, los que caían a visitar el depósito como paso previo a realizar una compra, y de pronto se sentían ofendidos por algo que escuchaban en mi radio. Que a partir de entonces pasó a tener que estar apagada durante cada visita. Por eso nunca se olviden, amigos y amigas: el mundo se divide en dos, los que en un shopping se identifican con los clientes, y los que lo hacen con los laburantes. Por acá, siempre laburantes, y a mucha honra.

 

«La foto es del año pasado, la posteó Masoch en sus redes, la sacó Hilda Lizarazu».

 

Pero me fui de tema, asi que disculpen, y volvamos a Douglas Vinci, volvamos a Carlos Masoch. Si digo que está bien que para Carlitos yo nunca dejé de ser El Gavilán, era porque ya en aquellas épocas de oyente, que uno de los protagonistas del programa que yo seguía reconociera mi apodo ya era una muestra de cariño. Y así lo siguió siendo, ya que con el tiempo compartimos amigos, y cuando empecé a trabajar en los medios me lo volví a encontrar, ya en su faceta artística, y pasé a admirarlo mucho mas al tiempo que me gané su respeto. Masoch era uno de los grandes, algo que comprobé en la última muestra que fui a ver, la de los dibujos que hizo durante la pandemia, que exhibió en el Borges. Pasamos a hablarnos seguido, a prometer alguna visita a su estudio, que quedaba en mi pedaleo habitual de los fines de semana. No pudo ser. La vida sigue, es lo que hace, seguir, con o sin nosotros. Y hoy me asaltó la noticia de su muerte. Buen viaje querido Carlitos, formaste parte de un hecho artístico que me cambió la vida, te convertiste en uno de mis compañeros ajenos pero cercanos en este viaje, admiré tu trabajo y tus mundos, y ahora te saludo y te despido. Como corresponde. Como debería ser siempre. Como seguirá siendo cada vez que te nombre y te recuerde.

 

(*) Posteo publicado en Facebook como homenaje a Douglas Vinci/Carlos Masoch, quien murió en la madrugada de este 2 de abril.