La idea de que el mundo entró en una “nueva era” de petróleo más barato quedó plasmada en los últimos días como parte del sentido común en los países desarrollados, en el marco de un fenómeno que puede tener diversas y hasta contradictorias consecuencias en el terreno económico y político.
La Agencia Internacional de la Energía (AIE), un organismo creado por los países desarrollados que nuclea la Ocde, sostuvo en un nuevo informe que el mercado petrolero está lejos de un rebote a precios más altos, luego de la caída de los últimos seis meses.
A partir de la desaceleración de la economía china, la AIE no descartó que los precios se retraigan aún más en 2015 –por el momento está por debajo de los 80 dólares el barril, el nivel más bajo desde 2010–.
El organismo admitió que cada vez hay más presión para que la Organización de Países Exportadores de Petróleo (Opep) reduzca su producción, como una forma de contener las cotizaciones, pero señaló que esa situación todavía no se concreta.
“Está cada vez más claro que ha comenzado un nuevo capítulo en la historia del mercado petrolero”, señaló la AIE.
La nueva situación ya está impactando en economías como la rusa y la mexicana –hay que notar que los presidentes Vladimir Putin y Enrique Peña Nieto dejaron con anticipación la cumbre del G20 en Brisbane, Australia, y no sólo por problemas políticos.
Como se sabe, la situación también puede tener consecuencias para el desarrollo del petróleo no convencional: la tecnología que permitió el boom del shale gas en Estados Unidos fue en parte consecuencia de los altos precios del petróleo.
Sin ese telón de fondo, habrá que ver en qué medida esa tecnología se hace más barata de manera de expandirse a otras regiones del mundo –el yacimiento de Vaca Muerta en la Argentina pero también otros en China aguardan esa posibilidad–.
En el caso de la petrolera nacionalizada YPF, las opiniones sobre su futuro son diversas.
En las últimas horas, la agencia Bloomberg informó que los billonarios George Soros, Daniel Loeb y Richard Perry salieron a vender parte de las acciones que poseían de YPF, con la caída del precio del petróleo en mente.
El fondo de Soros vendió 17 millones de dólares, el fondo Third Point, de Loeb, hizo lo propio por 92,5 millones y Perry Capital LLC se movió en el mismo sentido para mantenerse con el 1,2 por ciento de las acciones de la compañía.
Sin embargo, otro fondo, Hayman Capital, salió a afirmar que una vez que se resuelva el conflicto con los fondos buitre –se mostró optimista en ese sentido– la petrolera argentina, jugada al futuro del petróleo no convencional, será una gran oportunidad de inversión.
Adelantándose a ese escenario, el fondo adquirió acciones por 79,2 millones de dólares.
“Una vez que este tema con los buitres haya pasado, Argentina podrá atraer cientos de billones de dólares en inversión extranjera directa. YPF probablemente será la principal beneficiaria de estos flujos de capital”, señaló el magnate Kyle Bass, de ese fondo de inversión.
El financista no pareció espantado por la caída en el precio del petróleo, que podría complicar las posibilidades de inversión en Vaca Muerta.
En el juego de póker del petróleo, donde política, economía y proporciones del poder global se enlazan, seguramente esta no será la última mano.