Alrededor de 500 feriantes de la plaza Homero Manzi, ubicada en Salvá al 5900, en la zona sur de la ciudad, se congregaron desde el mediodía de ayer en el predio para esperar al subsecretario de Control y Convivencia Ciudadana, Guillermo Turrin, cuya llegada estaba prevista para las 16. Sin embargo, la visita del funcionario no duró más de diez minutos, ocasión en la que simplemente comunicó que el Ejecutivo seguirá adelante con el proyecto de intervenir el emblemático espacio del barrio Roque Sáenz Peña, pero que “se irá haciendo por etapas”.
El encuentro entre Turrin y los feriantes se pautó luego de que el 29 de abril pasado agentes municipales levantaron un vallado en los costados de la plaza, con el fin de cercar el sitio para evitar el ingreso al terreno y así comenzar con las intervenciones que planea realizar la Municipalidad, a través de la Secretaría de Servicios Públicos y Mediaombiente.
Ante el cerramiento del predio –que al día siguiente de colocarse fue retirado por el mismo personal municipal–, los trabajadores decidieron turnarse para hacer guardia e intentar preservar sus fuentes de trabajo.
La feria, también llamada como “La Saladita”, empezó a funcionar a fines de 2000 con el trueque, impulsada por varias personas de la zona sur de la ciudad, y a donde cada uno llevaba un objeto, ropa o mueble que no usaba para cambiarlo por otra cosa que sí necesitara. Con el paso de los años, el trabajo informal de los manteros, puesteros y vendedores ambulantes se fue extendiendo y actualmente son más de mil los que viven del trabajo en la Homero Manzi.
“La intervención se va a concretar, se irá haciendo por sectores y lo que resta por hacer es acordar con ellos por qué sector empezaremos a trabajar”, fue lo que les dijo ayer Turrin a los feriantes que, si bien intentan mantener la calma, la tensión es notoria en vistas de que para todos los puesteros la actividad que realizan en la plaza es el único ingreso de su hogar.