El hambre golpea en las zonas más humildes de la ciudad y las drogas, ya sean legales o no, son vistas por muchos jóvenes como una manera de menguar el sufrimiento. La presidenta del Colegio de Profesionales del Trabajo Social de la provincia de Santa Fe, Natalia Juárez, alertó por el crecimiento de las adicciones, principalmente de un elemento que fue un símbolo de la década del 90 y cuyo consumo volvió a incrementarse: el pegamento de contacto tipo Poxirrán que en algunas presentaciones contiene el solvente tolueno.
Este pegamento genera una sensación de saciedad y sopor en niños y adolescentes. Su efecto hace que los chicos no sientan hambre, pero genera severas complejidades a mediano plazo y una fuerte dependencia. “Los niños y jóvenes que viven en una situación de desamparo consumen drogas para llenar un vacío material y simbólico”, interpretó el especialista de la ONG Vínculo Horacio Tabares, con dos décadas de trabajo territorial, a El Ciudadano. Y alertó sobre el daño que causa la inhalación de los vapores de este compuesto: “Tienen solventes que afectan todos los sistemas orgánicos. Dañan el sistema nervioso central en pibes que todavía se están desarrollando. Y estas alteraciones se van a expresar en su conducta y aprendizaje”.
El referente de la organización social Causa Facundo Peralta añadió que la situación económica actual es el motivo del incremento de chicos que se drogan con Poxirán: “Al tener menos dinero, buscan drogas más baratas y ésta es una de ellas. Además, es muy fácil de conseguir porque es un producto legal que se vende en cualquier ferretería”. Hay una ley que prohibe vender el producto a menores, pero se viola permanentemente. También, el fabricante había lanzado una línea del mismo pegamento sin el solvente tolueno, pero mantiene la presentación original a la venta.
Alejandra Fedele, del Movimiento Evita, coincidió en que el uso de pegamento como droga “se profundizó en este último tiempo” y señaló que el efecto del Poxirán está directamente vinculado con la falta de alimentos y calefacción. “Aspirando pegamento se les va el hambre y el frío. Llama la atención que cada vez son más chiquitos, empiezan a los 8 años. Evidentemente, hay un mayor que se los compra, porque las ferreterías no pueden venderles a menores”, dijo a El Ciudadano.
Juárez recalcó que las políticas de asistencia directa del Estado “quedaron desfasadas” como consecuencia del incremento y variación de de as adicciones. “La Asignación Universal por Hijo tiene un monto ínfimo que no llega a cubrir ningún tipo de necesidad. La Tarjeta Única de Ciudadanía (TUC), que es provincial, aporta sólo 190 pesos”, cuantificó al programa Trascendental, que se emite por LT8. Y denunció “una retirada de los tres niveles del Estado”. “Sólo quedan centros de salud y hospitales provinciales”, explicó.
Nunca se fue
Si bien el pegamento tipo Poxirrán es un símbolo de la década del 90, los referentes sociales coinciden en que su consumo nunca desapareció. Reconocen que sí hubo una merma gracias a políticas públicas que mejoraron la situación de familias de bajos recursos. Entre estas, destacaron la Asignación Universal por Hijo. “Es algo que estuvo siempre, pero ahora se ve en mayor cantidad”, insistió Peralta.
Lo nuevo y grave, además, es que la inhalación de pegamento con solvente escala a más capas sociales. “Es algo que se profundizó en estos tiempos y ya no sólo se ve en chicos de la calle, sino en otros que tienen casa y una familia”, enfatizó Fedele.
El psicólogo social Tabares vinculó la situación de pobreza extrema e indigencia que se incrementó en este último tiempo al aumento de la vulnerabilidad de la población.