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El Premio Alfaguara fue para Leopoldo Brizuela

El escritor argentino fue galardonado con el premio de novela Alfaguara por su obra "Una misma noche", seleccionada entre los 785 manuscritos presentados.  Leopoldo Brizuela recibirá como premio 175.000 dólares.

El actor platense recibirá 172 mil dólares como premio

El escritor argentino Leopoldo Brizuela fue galardonado hoy con el Premio Alfaguara de Novela 2012 -dotado con 175.000 dólares- por su obra “Una misma noche”, una reflexión sobre la dictadura militar que fue elegida entre los 785 manuscritos presentados.

El jurado, presidido por la escritora española Rosa Montero e integrado por Montxo Armendáriz, Lluis Morral, Jurgen Dormagen, Antonio Orejudo y Pilar Reyes, realizó el anuncio a través de una videoconferencia desde Madrid de la que participaron en simultáneo distintos países de América Latina, entre ellos la Argentina, que contó con la presencia del ganador ni bien se conoció el fallo.

Presentada bajo el título “La repetición”, la novela cuenta la historia de un escritor que un día es testigo de un asalto a la casa de sus vecinos por parte de la policía y ese incidente abre el dique de sus recuerdos: en el año 1976, durante la dictadura militar esa misma casa había sufrido un ataque.

De este modo, Leonardo, el narrador de la historia, un escritor de 40 años, decide escribir una novela para rescatar y exorcizar ese pasado que dejó una huella imborrable en su memoria de adolescente, “una historia inspirada en hechos reales”, reveló el propio Brizuela.

“Eso que ocurrió fue real y durante años lo conté oralmente a gente cercana y me daba cuenta de que podía ser interpretado de las maneras más opuestas. El gran motor de la novela era esa capacidad que tenemos de modificar el pasado, de modificar la propia memoria y cómo un recuerdo puede ser dicho de muchas maneras”, detalló.

Brizuela (La Plata, 1963), autor de “Inglaterra. Una fábula” y “Lisboa. Un melodrama” sostuvo que “la historia tiene la atracción de los misterios que exigen ser revelados, que exigen que se les ponga palabras. Es una novela dura, llena de amenazas y de dolor pero abre la capacidad de cambio”, se explayó.

Emocionado, nervioso y agradecido se mostró el flamante ganador, de impecable traje azul y camisa blanca, durante el anuncio del premio, por el que se reconoció “feliz” pero también “emocionado por ver algo que es tan íntimo y tan profundo de golpe en boca de otra gente”.

Al ser interrogado por el estilo de su escritura, que el jurado calificó de minimalista, Brizuela dijo: “Para ser sincero, escribí en estado de inspiración, tenía tanta necesidad de escribirla que no sé si tuve elecciones demasiados concientes, sólo pensaba en desentrañar esa historia, que iba eligiendo sus modos, sus palabras. Era un tono que la novela misma exigía”.

“Me interesa -agregó- una frase de Flannery O`Connor que dice, `no escribo lo que pienso sino para saber lo que pienso` y en ese sentido yo escribí para tratar de entender”, detalló.

Para la española Rosa Montero, “la novela trata temas mayores, porque roza las tragedias clásicas, la relación entre padre e hijo, la relación entre el individuo y la sociedad, la culpa y la violencia, la dignidad y la indignidad, todas tragedias contadas con una contención increíble y con una gran potencia narrativa”.

Además, señaló que la historia posee “una atmósfera de amenaza constante, tiene mucho de novela de misterio, hasta de policíaca, si tenemos en cuenta que se persigue una verdad esencial, personal, es una especie de thriller existencial”, resumió.

“Habla de la trastienda de una sociedad, en este caso de la argentina, pero la historia sobrepasa lo local. Habla de una sociedad que tiene que enfrentarse con una dictadura, con un abuso de poder, con una historia de violencia, de culpa, con la complicidad social, con discernir cómo se divide una sociedad entre víctimas y verdugos”, desmenuzó Montero.

¿Cuánto tiene de autorreferencial este narrador, Leonardo Bazán, que tiene las mismas iniciales que el autor? Le consultó Télam: “Tiene las vivencias, el sentimiento, no exactamente las cosas que me pasaron pero sí hay un recuerdo que me disparó la historia, cuando pasó la patrulla por mi casa de Tolosa, en 1976, yo tenía 13 años, y me puse a tocar el piano”.

“Aunque eso -prosiguió- me lo acordé mucho después, es un recuerdo verdaderamente autobiográfico, a una cuadra vivía Hebe de Bonafini, a 10, Cristina Kirchner, también Estela de Carlotto, es un barrio con mucha historia y la patota entró en todas las casas y mi reacción fue tocar el piano, con un tipo con una Itaka al lado.

¿Qué era eso y por qué no me lo había acordado nunca? Para iluminar esa actitud escribí la novela”.

“Yo creía que no me acordaba nada y en cuanto empecé a escribir, a reconstruir, por deducción, te das cuenta la potencia que tiene la escritura, mucho más que la palabra hablada. Eso nunca dejó de pasar, hasta que lo empecé a contar”, aseguró.

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