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El primer round del debate tuvo poco espacio para la discusión

Los seis candidatos presidenciales que quedaron en carrera después de las primarias participaron este domingo, en Santa Fe, del primer debate obligatorio por ley, con acusaciones y exposiciones no demasiado diferentes a los spot de campaña

Los seis candidatos presidenciales que quedaron en carrera después de las primarias participaron este domingo, en Santa Fe, del primer debate obligatorio por ley, con acusaciones y exposiciones no demasiado diferentes a los spot de campaña. Mauricio Macri (Juntos por el Cambio), Alberto Fernández (Frente de Todos), Roberto Lavagna (Consenso Federal), Nicolás Del Caño (FIT), José Luis Espert (Unite) y Juan José Gómez Centurión (Frente NOS) compartieron escenario desde las 21 en el Paraninfo de la Universidad Nacional del Litoral (UNL) y volverán a cruzarse dentro de una semana, el domingo 20, en la Universidad de Buenos Aires (UBA), a sólo siete días de las elecciones generales. El debate fue televisado en directo por la Televisión Pública, con señal abierta para que pueda ser tomada por todos los canales de aire y de cable.

El esquema fue, tal como se preveía, rígido y sin intercambio libre entre los candidatos, aunque no exento de acusaciones entre los candidatos, la mayor cantidad de veces sin respuesta.

Todo comenzó con una exposición de 45 segundos, a modo de presentación. Luego se desarrollaron los bloques temáticos sobre cada tema asignado. Cada candidato tuvo tres minutos para desarrollar los temas, divididos en dos minutos para el desarrollo y dos rondas de 30 segundos en las que podían hacer uso libre de ese tiempo. En el último tramo del debate tuvieron un bloque de cierre de un minuto libre para cada candidato.

Los ejes temáticos fueron relaciones internacionales, economía y finanzas; derechos humanos, género y diversidad; educación y salud. Para el segundo debate los ejes serán seguridad, empleo, producción e infraestructura; federalismo, calidad institucional y rol del Estado; desarrollo social, ambiente y vivienda.

En el arranque nomás, Alberto Fernández dedicó parte de su espacio de presentación para recordar el debate Macri-Scioli del 2015 y calificar al actual presidente como “alguien que mintió mucho” en aquella oportunidad, en lo que fue el primer estiletazo de una larga serie. “Me impresiona cuando el presidente dice las cosas que dice”; “nunca entendió cómo funciona la economía”; “cuando termine va a dejar 5 millones de nuevos pobres”; “el presidente no se enteró pero nos hizo una daño enorme”; “de los 39 mil millones de dólares que nos dio el FMI, 30 mil se fugaron y se los llevaron sus amigos”, fueron sólo algunas de las frases que usó el candidato del Frente de Todos tan sólo en la primera hora de debate, sin que Macri ensayara respuesta alguna, a excepción de una acusación al pasado de Fernández, por haber dicho “que la ex presidenta Cristina Fernández destruyó la economía”.

Tras el primer receso, y cuando tocó el turno de derechos humanos, diversidad y género, llegó el momento de posicionarse sobre el proyecto de legalización del aborto, donde Del Caño y Fernández tomaron una postura de apoyo al proyecto, mientras que el resto de los candidatos optó por el silencio. El más enjundioso a la hora de atacar el proyecto fue Gómez Centurión, quien se sabe basa su campaña casi exclusivamente en este tema.

En esta segunda hora de debate no se frenaron las advertencias de Fernández a Macri, que con dedo en alto señalando al presidente lo acusó de “ejecutar sólo el 10% del presupuesto de género”; le pidió explicaciones de “por qué trató tan mal a los científicos”, y lo volvió a acusar de mentir “y decir disparates”, luego de que Macri hablara de aumentos en los presupuesto de Salud y Educación.

Macri resistió como pudo y sólo atinó a hablar de “narcocapacitación” en la provincia de Buenos Aires, trayendo al debate a Axel Kicillof, y en su minuto final aprovechó para decir que “el kirchnerismo no cambió, volvió el dedo acusador y la canchereada”.

En cuando al resto de los candidatos, Lavagna y Del Caño repartieron críticas por igual a macrismo y kirchnerismo, como eje de sus exposiciones. El ex ministro de Economía trató de hacer eje en la pobreza, y advirtió al resto de los candidatos por no haberla incluido “como violación a los derechos humanos”. También se mostró como quien sabe cómo salir de la crisis y en su minuto final habló de reconocer “el fracaso de la clase política entera”. .

Del Caño, por su parte, con un pañuelo verde en su muñeca, fue el único que hizo referencia al Encuentro Nacional de Mujeres de la Plata, pidió un minuto de silencio por los muertos en Ecuador, y también cruzó por igual a Macri y Fernández.

Los más deslucidos fueron Espert y Gómez Centurión, el primero con un discurso contra los inmigrantes, contra la clase política, con especial hincapié en críticas a los sindicalistas. Y el segundo candiato, de ultraderecha,casi sin otra propuesta que la oposición a la legalización del aborto.

En definitiva, el debate presidencial fue muy parecido al que protagonizaron en junio los candidatos a gobernador de Santa Fe. Se limitó a exposiciones y respuestas, pero no hubo margen para el intercambio libre entre los postulantes, como sí había ocurrido en el debate previo al balotaje de 2015 entre Macri y Daniel Scioli. Del mismo modo, la labor de los moderadores se limitó a presentar los temas y no pudieron hacer preguntas ni repreguntas a partir de las exposiciones de los distintos postulantes.

Los seis candidatos debatieron en el mismo recinto donde se realizaron las convenciones que reformaron la Constitución Nacional en 1957 y 1994.

En torno al debate se montó un riguroso operativo de seguridad. Arribaron a Santa Fe fuerzas federales y se realizó en forma temporal un cerramiento de la zona de la Manzana Histórica de la UNL, donde se presentaron los candidatos.

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