«La idea surge durante el rodaje de Fango en 2010. Morena se sumó al equipo aportando mucho y siendo puntual en los tiempos, por lo que le propuse desarrollar un largometraje basado en su cotidianeidad, de la misma forma que lo había hecho anteriormente con Vikingo y ella aceptó», explicó Campusano a la agencia de noticias Télam.
Bajo mi piel Morena cumple con todo los ítems que el realizador bonaerense trabaja desde su debut en la ficción con Vil romance en 2008 (previamente, su filmografía aporta el documental Legión – Tribus urbanas motorizadas y el cortometraje Bosques). A lo largo de estos 12 años se despachó con la llamativa cifra de 18 películas, dos de las cuales fueron estrenadas casi en simultáneo en 2019, algo que lo conviertió en uno de los realizadores que más produce en el mundo.
Su marca, a lo largo de los años, es innegable, con sólo ver un plano de alguna de sus películas es posible detectar su sello que incluye colores fuertes y una fotografía que capta el ambiente. Además de trabajar con actores no profesionales temáticas que, por lo general, se anclan en el conurbano bonaerense, aunque también cuenta con excepciones como Hombres de piel dura, Brooklyn Experience o El sacrificio de Nahuel Puyelli.
En Bajo mi piel Morena, el realizador elige una primera secuencia en la que ya desnuda de prejuicios al film. Morena está teniendo relaciones sexuales con su amante, con el que intercambia roles, para luego mostrar el amor que los une y la poca importancia que le da, ya mano en mano en la calle, a la risa burlona de un transeúnte.
El principal problema de Morena es la discriminación de sus compañeras de trabajo en una fábrica, quienes no la dejan usar el baño de mujeres; en el medio, el amor viene y va, y ella lo encara con hidalguía.
Claudia, su mejor amiga, recién recibida de docente, comienza a trabajar en un colegio que primero la recibe señalándole la puerta de salida, pero gracias a su capacidad profesional, termina siendo aceptada. Hasta que unos padres muestran la hilacha.
Miriam, en tanto, tiene una vida de libertinaje y, a pesar del evidente rechazo que tiene por parte de su familia, es la encargada de trabajar y llevarles dinero. Con una expresa necesidad de amor, reconoce que, aunque sea con falsedad, ella quiere ser abrazada.
Sobre el rol del estado y de organismos como el Inadi (Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo) que es mencionado en la película, el realizador opinó: «Ese factor del Inadi fue sumamente conversado ya que en los hechos reales que narra el film, sí se lo tuvo en cuenta como factor de presión y las respuestas de la patronal son idénticas a las de la realidad. De mi parte creo que la efectividad de ese tipo de asistencias es siempre relativa y varía según quién la reclama».