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El propósito único

Por: Rodrigo Joaquín del Pino

Fue una idea estratégica del miedo que el mundo se fraccionara en millones de propósitos a alcanzar, para así dar una impresión de realidad. La variedad de propósitos que ofrece el mundo es un intento de hacerlo creíble. Una profunda creencia de separación sostiene la idea de que hay un propósito por cada ocasión. Pero es cuando miramos al mundo, desde un propósito firme y común, que todas las situaciones encarnan el mismo significado: el que tú le otorgues.

El propósito de los acontecimientos no puede cambiar porque es aquel que tú eliges ver a través de todo. Al otorgárselo a todos los acontecimientos que observas, permites que éstos te brinden estabilidad. La ecuanimidad depende del propósito que le atribuyes a todas las cosas y situaciones.

No miras el mundo, miras tu propósito oculto a través de él. Parece que hay enfermedad y muerte donde en verdad existe la posibilidad de una interpretación libre. El acontecer natural no tiene ningún significado aparte del que le atribuyes. Y cuando surge la idea de sacrificio es que se ha perdido el propósito de liberar la sensación de culpa de haber hecho algo mal.

La paz no se puede hallar hasta no unificar los significados de todo acontecer. Podemos encontrar dolor, o bien la anestesia del dolor, pero nunca la paz, la cual llega a través de un firme propósito.

Nada que cambie su significado puede ser verdadero o real, la verdad es siempre inmutable, bella y eterna. La verdad no se presenta como un objeto más, o como una comprensión convincente, sino como aquello que es igual en todo y en todos, para siempre. La verdad emerge como un propósito nuevo e inmutable en la mente vieja, no es percibida con los sentidos, pero es abrazada con el corazón, obsequiada con la mirada y sostenida con un propósito firme.

El propósito del mundo no depende de cada situación que se experimente, sino de la determinación de dar el mismo significado a todo. De acuerdo con como narras el libreto de tus días, consideras si algo es un éxito o un fracaso, si te sentirás bien o mal. ¡Y cuán inestable es tu vida si el objetivo de ésta cambia según las situaciones!

Les dices a las cosas qué función tienen que cumplir, pero si ya supieses qué es lo que debería suceder durante el día para que te sintieses feliz estarías compitiendo con la vida, asignándote el derecho de declarar qué cosa es una ganancia y qué una perdida.

Las cosas tienen su significado de acuerdo con el objetivo que te propones, y con ello confirmamos que nada tiene asidero real o definitivo. Que tus objetivos cambien es la prueba de la falta de significado del mundo. Sin un propósito firme no podremos ser felices ni con la mayor de las riquezas. El objeto o situación no podrá hacerte nunca feliz porque lo obligaste a ser un fin en sí mismo. Pero un propósito firme en tu mente hará que la significancia de cualquier cosa o acontecimiento sea estable.

Otorgamos significados a la luz de objetivos cambiantes… y esa es la base para sostener el temor y la dualidad en nosotros. Pero, ¿de qué manera podemos enseñar la inocencia de toda mujer, hombre, niño, animal o vegetal? ¿De qué manera podemos demostrar que el dolor y el sufrimiento no podrían haber sido jamás algo más que un sueño humano? …Justamente con el propósito de amar: soltar y perdonar todo cuanto miramos y recordamos.

El propósito del perdón es la sanación definitiva, pues hace caer el velo de la ilusión. En los variados sueños de dolor, la verdad se contempla como perdón, y cuando éste entra en la mente, el objetivo de las cosas ya no puede cambiar, debido a que deseas verlo por todas partes. Y al final del camino, te das cuenta que todas las cosas habían cumplido un propósito armonioso y sanador, un propósito que hoy sí te dignas a abrazar… Perdonar.

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