El cónclave del Partido Socialista, encabezado por el gobernador Hermes Binner y con la ausencia del titular del partido, Rubén Giustiniani, ratificó ayer su intención de construir un frente progresista con la UCR y organizaciones afines, y volvió a cerrarle la puerta a un acuerdo con Francisco de Narváez.
El documento dado a conocer ayer al finalizar la reunión de la Comisión de Acción Política (CAP) en Capital Federal, dice: “No descalificamos la forma de pensar de otros sectores políticos, que representan una porción respetable del electorado, pero sabemos que no todos forman parte de un espacio progresista”.
El texto no lo menciona explícitamente, pero la cita apunta al candidato a gobernador bonaerense por Unión Celeste y Blanco, que el radicalismo quiere como apoyo a la candidatura presidencial de Ricardo Alfonsín.
“Nuestro partido –continúa el documento de la CAP– debe cumplir un rol positivo en la construcción de un Frente Progresista, tomando como ejemplo lo logrado en Santa Fe y los acuerdos sostenidos en distintas federaciones con la UCR y con otras organizaciones políticas y sociales que comparten estos valores”.
A pesar de la expectativa creada en relación a una definición electoral de Hermes Binner, el encuentro de ayer de los socialistas no ayuda a calmar la ansiedad de los radicales, por un lado, ni del centroizquierda, por el otro, que espera que el gobernador santafesino rompa con la UCR y encabece una fórmula junto a Proyecto Sur, el GEN de Margarita Stolbizer y otras fuerzas progresistas, en pos de darle fin “al bipartidismo”.
En el documento no hay definiciones tajantes, apenas los párrafos antes mencionados, que indican la vocación socialista por cerrar filas con la UCR, y la intención de hacerlo sin tragarse el sapo que significa para el PS acordar con el empresario colombiano De Narváez.
Tras la reunión, la diputada nacional Alicia Ciciliani sostuvo que “el documento es muy claro, privilegia el modelo del Frente Progresista de Santa Fe, lo cual es un privilegio a la UCR”.
De ese modo, el PS se quita de encima las sospechas de querer romper la coalición con el alfonsinismo y tira la pelota al campo de los boinas blancas, quienes se debaten en la encrucijada de sumar a los socialistas santafesinos a una fórmula nacional o beneficiarse con los votos bonaerenses del diputado nacional que le ganó las elecciones de 2009 al fallecido Néstor Kirchner.
Dice el documento de la CAP. “Es prioritario para el Partido Socialista insistir en la construcción de un Frente Progresista. Como lo venimos sosteniendo desde hace años con nuestra práctica, es posible sumar, reconociendo la diversidad de opiniones, y a la vez respetando la identidad de los diferentes sectores políticos y sociales”.
Claro que, esa amplitud, ofrece límites. ¿Cuál? El mismo que describe el documento, que señala que “no todos (los posibles integrantes) forman parte de un espacio progresista”.
Del encuentro en Capital Federal, encabezado por Binner, el gran elector y transferidor de votos del PS, también participaron el intendente Miguel Lifschitz, la candidata a sucederlo Mónica Fein, Ciciliani, el senador provincial Juan Carlos Zabalza, el diputado Eduardo Di Pollina (representante del sector de Giustiniani), Roy Cortina, Eduardo Cañas, Lisandro Viale y Héctor Pollino, de un total de medio centenar de asistentes desde todo el país.
De vacaciones en Córdoba, el titular del PS, Rubén Giustiniani, no fue de la partida. La derrota en las urnas a manos del delfín de Binner, el ministro de Gobierno Antonio Bonfatti, en las primarias del domingo pasado, lo mantiene lejos de las definiciones nacionales del partido.
Novela con final abierto
Sin grandes definiciones este fin de semana, la novela del Frente Progresista promete convertirse en la tira diaria de enredos más estimulante para quienes gustan de la política, al menos hasta el sábado 11 de junio, cuando los socialistas vuelven a reunirse, esta vez en un congreso partidario.
Ese día, como se informa aparte, el radicalismo bonaerense probablemente apruebe el acuerdo en esa provincia con Francisco de Narváez, el financista de la última campaña presidencial de Carlos Menem, la de 2003.
Unos días después vence el plazo para inscribir alianzas con miras a las primarias del 14 de agosto, y para el 25 de junio expira el tiempo establecido por la ley electoral para presentar las fórmulas presidenciales, que finalmente competirán por la Casa Rosada el 23 de octubre. Allí se conocerá el final de la novela, y se sabrá si se trató de un denso drama o de una entretenida comedia.