Comenzaba la década del 90. El brillo, las ferraris rojas, los tapados de piel, la pizza con champán y las súpermodelos invadían las pantallas de la tv. Para ese entonces, las leyes de impunidad habían sido sancionadas y en los titulares de los diarios, el nombre del entonces presidente (cuya mención omitimos, intuirán lxs lectorxs por qué) aparecía junto al de las estrellas internacionales, pero también como responsable de los indultos concedidos a los genocidas de la última dictadura militar. Junto al glamour, el pasado volvía en forma de fantasma.
En ese momento, el género que musicalizaba principalmente la época era el rock. De acá o de más allá, en contra de lo que sucedía en la realidad social o indiferente. Pero siempre rock, en todas partes. En ese paño, dos pibas de pelo largo y lengua filosa saltaron a los escenarios a tirar unas rimas incendiarias con un ritmo que llamaba la atención y ponía a mover el esqueleto a propios y ajenos. Malena D´Alessio y Alicia Dal Monte eran la cara visible y el útero en el que se gestó Actitud María Marta.
La nota
Es viernes a la tarde del mes de marzo de 2020, Malena D´Alessio está llegando a la sala de ensayo. Mientras saluda al guitarrista y avisa en la recepción que ya está allí, contesta las preguntas para la nota que estás leyendo. Atiende múltiples frentes de manera simultánea, es lo que se necesita para llevar adelante un proyecto musical que tiene la solidez de la trayectoria y la frescura de la innovación. Malena produce, escribe, compone, ensaya y da entrevistas vía telefónica. Todo eso.
Desde su debut con Actitud María Marta en los años 90 al presente, no ha dejado de circular por los escenarios del país, de Latinoamérica y de Europa. Sin embargo, dice: “Yo nunca pensé que me iba a dedicar a la música. Cuando era chica quería ser ecóloga, aunque no sé si existe algo así. Sí la militancia estuvo desde los orígenes vinculada a mi identidad, nací atravesada por eso y siempre lo asumí por mi historia, y también por elección”.
El beat sacude el cuerpo
Al principio, fue el hip hop: el descubrimiento de un ritmo que le hacía mover el cuerpo. “Fue revelador en mi vida. Empecé primero a bailarlo, es una música de una energía muy intensa. Fue el descubrimiento, pero también el enamoramiento de un género. En esa época conseguir la música que querías escuchar era dificilísimo. Iba a una disquería de una galería y de ahí me pasaban la música de los discos que compraban afuera a casete. Los primeros beats los hacía en mi grabador con los botones de rebobinar, rec y pausa. Sobre eso después empecé a rapear. Era un proceso muy artesanal”.
Rimas y militancia
Malena es hija de José Luis, desaparecido en 1977 en Buenos Aires y nieta de Sofía Yussen. El hip hop llegó a sus oídos casi en simultáneo con la militancia en HIJOS. “Cuando empecé a componer la idea era incidir en la realidad para transformarla un poco, para mejor, por supuesto. En mi caso personal, y conjugado con el clima de época de aquel entonces, resultó en la posibilidad de alzar la voz y convertir todas las tragedias y dolores en energía, en música, en baile, en gritos y en potencia. En ese momento tenía una necesidad imperiosa de hacer algo, de responderle a la realidad en la que vivíamos. La música fue una herramienta de lucha y también de terapia propia. Cuando hay impunidad hay heridas abiertas, y yo tuve la necesidad de alzar la voz Tuve ganas de hacer música por eso”.
El hip hop criollo
En ese momento de producción de música local, el rocanrol era la diva de los géneros musicales. Bandas como Soda Stereo o Los Redondos comenzaban a llenar estadios, empezaban a salir a la luz algunos grupos que, después, en los años dos mil, consiguieron su momento de gloria, sonaban en las radios todos los solistas consagrados de la época: Charly, Fito, Calamaro, León Gieco. La mayoría de las producciones locales estaban lideradas por hombres que ocupaban los escenarios. En este sentido, Actitud María Marta irrumpió en la escena poniendo en jaque al género, en al menos dos sentidos: el género sexual y el género musical. Era una forma dar una respuesta a la época desde el presente, como un fenómeno cultural nuevo.
En el resto de Latinoamérica, el hip hop empezaba a difundirse, pero con una impronta que tenía mucho más que ver con la imitación. “Era como una caricatura, imitar, copiar, hablar como chicanos, querer aparentar una realidad del gueto afronorteamericano que no era la nuestra” Pero Actitud María Marta no hablaba de los problemas de otro mundo, si no de lo que pasaba acá, en la otra calle, en el boliche, en las casas de la pibada de cualquier parte del país, apelando al compromiso político. Una vuelta de tuerca que le permitió captar la atención de los públicos más variados: “Lo que hacíamos tenía una impronta genuina, hablábamos en las letras como hablábamos nosotras, abordábamos temas de la realidad local en respuesta a esa época de impunidad. Además, culturalmente era una época que tenía una mirada muy melancólica. Un sentimiento en el que yo no me encontraba cómoda. La melancolía era una manera un poco tibia de responder a la época y el rap tuvo en mí un efecto explosivo y me ayudó a salir del lugar de victimización en el que la sociedad naturalmente me ponía. Después, cuando empezamos a viajar nos nutrimos de las realidades de otros países y eso también impactó en nuestra música”.
https://youtu.be/jlVVMSVS688
Rasgar el manto de silencio
Cuando Malena habla del género, dice que la mayor resistencia lo encontró en cuanto a lo musical. “No había festivales de rap en esa época, entonces tocaban en festivales de rock, de heavy metal, en donde se pudiera. Era muy consciente de la resistencia que tenía hacer rap en ese momento”. Sin embargo, Actitud María Marta abordaba temas que no abordaban la mayoría de las bandas y en ese sentido fue la clave para que la gente pudiera detenerse a escuchar: “Las letras y el contenido de la propuesta fue muy bien recibido en ese momento. Era una época de mucho silencio, pero de mucha demanda de llenar ese silencio, ese vacío. Los valores del neoliberalismo: la apatía, la indiferencia, la despolitización estaban en su esplendor. Y la música no era la excepción en ese momento. Se cantaba sobre muchas generalidades pero había un gran manto de silencio en torno al tema de los desaparecidos y la impunidad de aquellos años noventa”.
El camino de la música y la transformación social
En los últimos 10 años, el hip hop y el rap se consolidaron en nuestro país. A partir las batallas de freestyle, y de la mano del trap, el hip hop y el rap se aposentaron en los barrios. “Es una herramienta buenísima para lxs pibxs: lxs conecta con la escritura, con el baile, con el arte, les pone a funcionar las neuronas. Después podemos hablar de si el mundo de las batallas tiene contenidos machistas, homofóbicos, pero eso es parte de la realidad, no de las batallas. Desde los circuitos militantes hay mucha moralización del arte. Yo no reivindico las letras machistas, las repudio. Pero no hay que reprimir los espacios de expresión artística. En todo caso, son un reflejo de la realidad de los barrios. Lo que hay modificar es la realidad, no reprimir el arte. Detrás de todo esto está la desigualdad social. El feminismo está haciendo un trabajo que tiene que darse como un proceso natural, está cambiando los paradigmas y eso más temprano que tarde va a cambiar lo que se expresa en el arte, es por ahí el camino”.
Hoy Malena trabaja en un proyecto que fusiona el hip hop con ritmos folclóricos latinoamericanos, letras que hablan de la realidad social y una apuesta estética. El proyecto musical tiene dos formatos, uno es con banda instrumental y tres voces, y otro en el que trabajan sobre un formato de rap, DJs y pistas.
“Lo importante es el compromiso humano. No existe comprometerse con la humanidad o sostener un discurso social si después cuando eso se traduce a la realidad, mirás a un costado o lo diluís en palabras tan generales que no significan nada. Siempre que haya algo que defender o criticar que tenga que ver con la calidad de la vida de las personas, vamos a elegir decirlo. Yo siento que con la historia que me parió no puedo menos que decir lo que pienso. Pero no se puede decir cualquier cosa de cualquier manera. El discurso panfletario me parece bastante inútil, sí me identifico con decir las cosas creativamente, poéticamente y con alguna belleza desde lo artístico, porque es la manera en la que se llega a la gente al corazón”. Malena, saluda, corta. Se va ensayar. Una banda la espera.
Te Doy una Canción
En el marco del Día Internacional de la Mujer, este sábado 7 de marzo las cantantes ganadoras del certamen municipal Te Doy una Canción 2020 Mariana Alarcón (primer premio) – Carolina Miino (segundo premio) – Clara Bertolini (tercer premio) compartirán escenario con Malena D´Alessio en Bandada (Actitud María Marta).
A partir de las 19 DJs y artistas del Colectivo de Mujeres Músicas Rosario serán las encargadas de realizar la previa en la zona de ingreso al Anfiteatro. También habrá propuestas gastronómicas y Feria artesanal de Mujeres.
“Te doy una canción. Mujeres que dicen, mujeres que cantan” es una iniciativa pensada para que las voces de las mujeres aparezcan y se destaquen en un contexto social que reclama especial atención sobre el cumplimiento de sus derechos. La entrada, libre y gratuita. Quienes asistan podrán llevar un alimento no perecedero para colaborar con distintas organizaciones no gubernamentales.
El certamen Te Doy Una Canción ya tiene ganadoras: quiénes son