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El recuerdo de Julie, la rubia de New York que quedó impactada después de trabajar con Gardel

Noticias Argentina repasa la historia de Sydelle Slewette, la actriz que interpretó el papel de una de las cuatro blondas y en 1964 contó sus sensaciones al periodista Arturo Yépez Pottier

Por Alejandro Esteban Bidondo, para Noticias Argentina

Carlos Gardel en el personaje del Señor Bazán duerme. Dispersas por el departamento, también descansan cuatro mujeres jóvenes de cabellera clara. Una de ellas está en la bañera. Rato después el señor Bazán las llama una por una: Mary, Peggy, Betty y Julie. En ese orden. Todas responden: “Present!”.

Y el astro les muestra New York por la ventana antes de cantar el fox trot que aquel hombre, Carlos Gardel en la vida real, compusiera con Alfredo Le Pera, quien lo acompañara durante la filmación de la película que muestra esas escenas: El Tango en Broadway.

Una de aquellas mujeres quedó impactada con la figura del cantante argentino y no se lo podía quitar de la mente ni siquiera a sus 50 años, 29 años después del trágico accidente en Medellín, Colombia, que segara la vida del Zorzal Criollo.

Ella era Julie, Sydelle Slewette en la vida real, quien contó sus sensaciones al periodista Arturo Yépez Pottier en 1964.

El contenido está en YouTube y es la delicia de todo gardeliano deseoso de hurgar en la vida del ídolo que cada día canta mejor.

La selección de las cuatro “rubias” se hizo de un grupo de unas cien señoritas que participaron en un “audition”.

No se conocían entre sí y las que resultaron elegidas nunca más se volvieron a ver, cuenta la entrevista que también figura en un blog del periodista, La Lágrima Melliza.

La nota se realizó en el apartamento de Sydelle en Brooklyn, donde residía junto a su madre y su hija. Eso posibilitó al investigador consultar también con madre e hija de la actriz acerca de sus sensaciones en relación con aquella experiencia que la marcó. Y ambas confirmaron que Sydelle vivió siempre consternada por la trágica muerte de Gardel.

“Son recuerdos de felicidad. Siento que Gardel todavía está vivo. Todavía pienso mucho en él, era una persona maravillosa y yo lo quería mucho. Era agradable, muy natural, sin aires de grandeza, un caballero perfecto”, evocaba Slewette.

La actriz también era humilde y dijo que no sabía cómo terminó seleccionada de entre “cientos de muchachas” que se postulaban. La dirección de la película buscaba actrices que hablaran español pero no encontró a ninguna. Finalmente y en parte gracias a que ella le cayó bien a Le Pera a primera vista, fue elegida para el papel de Julie.

“Realmente era la primera película que hice. No sabía qué esperar y se suponía que vistiéramos solamente corpiño y calzones para nuestro papel. Salí y me compré un par hermoso”, contó.

Pero hubo un problema. Alguien se presentó y dijo: “Lo lamento muchachas, pónganse sus enaguas”. “Pues nos pusimos nuestras enaguas. Después de un rato vino otra vez y dijo «lo lamento muchachas, pónganse sus vestidos». ¡Y yo que me había conseguido un par tan bonito de corpiño y calzones tuve que ponerme el vestido para cubrirlos!”.

Es que en aquella época existían dos organismos de censura que supervisaban la industria cinematográfica: el William Hays Committee y la Legion of Decency, cuenta el autor.

Ya en plena filmación, le preguntaron a Slewette si no le molestaría dormir en la bañera en una de las escenas. “¿Por qué objetar a eso si toda mi vida había querido dormir en una bañera y allí tuve la oportunidad? ¡Y dormí en la bañera! Gocé muchísimo y disfruté un montón”, reveló, risueña.

Durante la entrevista, Sydelle vuelve una y otra vez al recuerdo del cantante: “La memoria de Carlos Gardel estará conmigo siempre; tengo discos de Gardel, hablo de él constantemente, siento que vive en alguna parte, como si pudiera comunicarme con él por teléfono”.

“Para mí no ha muerto, está vivo todavía, estrictamente vivo. Y conozco mucha gente que tiene los mismos sentimientos que yo en relación a Gardel”, decía, cuando no habían pasado 30 años de la tragedia en Medellín, Colombia.

Ella recuerda que lo veía como a un hombre de 25 años y cuando le revelaron que entonces sumaba 43, años no podía creerlo.

“Era cortés, era galante, era sencillamente una persona bellísima”, decía y contaba que a pesar de la dificultad idiomática, Gardel se defendía hablando en inglés y se entendieron muy bien. Como no podía ser de otra manera, elogió la principal cualidad del “Zorzal Criollo”: “Tenía una voz preciosa, nunca se me olvidará su voz! Cantaba y muy bien. Si estuviera con vida hoy sería un segundo Rudolfo Valentino”.

Slewette incluso comentó que salieron juntos con una amiga, Le Pera, Gardel y un tercero. Y que ella hizo buenas migas con el letrista nacido en Sao Paulo, Brasil: “Él me tenía mucho cariño y yo lo quería, él era muy simpático y lo pasamos muy bien juntos”.

“Para decirte la verdad, después de que pasó esto, trabajé en algunas películas, pero no lo tomé muy en serio, porque tenía que ganarme la vida y después del accidente de Gardel creo que perdí el interés de regresar a los estudios. Y ellos tenían, sé que Gardel tenía un contrato con Hollywood y él me dijo que cuando regresaran del tour se iban a comunicar conmigo, y quién sabe si se hubiera dado algo”, siguió recordando la actriz.

También evocó el estudio de la Paramount en Long Island donde se grabó El Tango en Broadway y un “incidente” especial de la filmación.

“Gardel tenia que conducir el automóvil y nosotras, las cinco muchachas que estábamos en el vehículo nos pusimos un poco nerviosas al enterarnos que no sabía conducir y tenía que manejar como veinte pies (siete metros). ¡Naturalmente, nos pusimos nerviosas!”, decía.

Y si se observa con atención la secuencia, el auto conducido por el cantor parte demasiado rápido.

Acerca de la remuneración, Slewette recordó que le pagaron entre siete y diez dólares por día de grabación, algo que “era bastante bueno en aquellos tiempos”.

Ya sobre el final, tuvo que responder cómo se enteró de la muerte del Morocho del Abasto. “Después que hice la película, me fui a Chicago a visitar a unos primos míos y un día leyendo el periódico- fue un shock para mí-, fue en el MIrror, una revista, y fue el shock más grande de mi vida, cuando leí la noticia”, dice.

Lo definió como “una sacudida grande, bien difícil de explicar, un terrible impacto, no solamente por haber trabajado con la persona sino también por haber socializado con él”.

“Nunca pude superar la muerte de John F. Kennedy y siento que nunca superaré la muerte de Carlos Gardel. Siento lo mismo por los dos”, decía “July”, aquella rubia de New York en la película y la canción eternizada en esa cinta.

Desde el punto de vista de una mujer, la actriz afirmó que Gardel impresionó a las mujeres norteamericanas “de la misma manera que lo hicieron Chevalier y Valentino, quizás mejor, quién sabe”.

Y la mujer se quedó, en compañía de su madre y su hija con la nostalgia de quien le cantara: “Es como el cristal la risa loca de July”, acariciándole el mentón… y en algún momento afirmara, en esa letra inolvidable: “Yo no sé vivir sin ellas”.

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