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El retrato postergado de Haroldo Conti

El jueves se conoció en Buenos Aires el documental de Andrés Cuervo que recorre la vida y obra del singular escritor, desparecido durante la dictadura.  “El retrato postergado” llegará en las próximas semanas a Rosario.

La figura y la palabra del gran escritor argentino Haroldo Conti son recobradas por el joven realizador Andrés Cuervo en el elogiado largometraje El retrato postergado. Se trata de un documental con elementos de ficción estrenado ayer en Buenos Aires, que recorre la vida y la maravillosa obra de este artista desaparecido durante la última dictadura militar, que recupera del olvido imágenes únicas del novelista que fueron filmadas a mediados de los años 70.

Esas imágenes inéditas, en las que se descubre a un Conti amante de la naturaleza y la soledad propias de la isla Paulino, en el delta del Paraná, fueron filmadas en 1975 por Roberto Cuervo, padre del director, que perdió la vida en un accidente automovilístico, y permanecieron escondidas durante años en un ropero hasta que fueron recuperadas y usadas para este nuevo film.

Ganador del premio a la mejor película y mejor director en el Festival Internacional de Cine de Gualeguaychú, el film de Cuervo cuenta con testimonios únicos de Eduardo Galeano y Martha Lynch sobre el pensamiento, las ideas y los gustos estéticos de Conti, y le rinde un homenaje tanto a él como a Rodolfo Walsh, Raymundo Gleyzer, Paco Urondo y otros artistas desaparecidos.

“Es una película que empezó mi viejo en los años 70, que escondió mi vieja, y que me quedó a mí como una responsabilidad, algo que me sugería un desafío que me daban muchas ganas de asumir, pero que también me causaba muchos miedos”, admitió Cuervo, quien combinó el género documental con un relato poético y visualmente atractivo, con elementos y puesta en escena de una ficción más tradicional.

En una entrevista con la agencia de noticias Télam, el director recordó que “tenía muchas dudas, no sabía dónde cortar e intervenir el material de mi padre ni cómo tomar la decisión de decir «esto va y esto no va». Es ahí donde me sentía más bloqueado, pero finalmente encontré la forma de resolver la película gracias a Oscar Barney Finn”.

“Él había sido profesor de mi viejo en la Escuela de Bellas Artes de La Plata, y me acercó unos papeles que guardaba de aquel momento, unos apuntes de la cursada donde mi viejo hablaba sobre su trabajo. Fue como un impulso, porque venía fantaseando todo el tiempo en terminar la película y ahí pude encontrarle la vuelta”, relató.

Para Cuervo, “este es un documental autorreferencial, un trabajo muy personal, aunque creo que muestra al más real de los Conti. Él habla con mucho desparpajo y cuenta cosas que sorprenden al mejor conocedor de su obra. Hay mucho imaginario en torno a su figura, y la mayoría no lo conoce de verdad. Este film es una muy buena oportunidad para conocerlo, contado por sí mismo”.

El trabajo de su padre, que llevaba el título Retrato humano de un escritor, muestra a un Conti amante del río, la soledad y el silencio propios de la isla del delta del Paraná donde el artista, oriundo de Chacabuco, escribió algunas de sus obras más emblemáticas, como Sudeste, Mascaró, el cazador americano y La balada del álamo Carolina, pero también estableció un estrecho vínculo con la naturaleza.

Conti nació el 25 de mayo de 1925 y, antes de dedicarse de lleno al periodismo y la literatura, ejerció gran variedad de oficios: fue maestro de escuela, profesor de latín, guionista de cine y hasta vendedor ambulante, luego de lo cual pasó de una literatura costumbrista a otra de alto compromiso político.

En ese camino, admiró la Revolución Cubana, y como miembro del Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT)-Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) y se unió al Frente Antiimperialista por el Socialismo (FAS).

El escritor fue secuestrado por un grupo de tareas del Batallón 601 del Ejército el 5 de mayo de 1976, y desde entonces no se ha vuelto a saber nada de él, pese a la búsqueda incesante de su familia, de los amigos, de las organizaciones de derechos humanos y de los hábeas corpus interpuestos entonces ante la Justicia.

Como Rodolfo Walsh, Juan Gelman y Paco Urondo, Conti pertenece a una generación de escritores que imbricaron literatura y política de tal manera que, según sus propias palabras, “se pudiera lograr una literatura que comunicara y explicara la vida y que no se interpusiera con ella (…), una literatura política y comprometida, pero en la que lo político debe emerger por sí solo y no debe estar impuesto”.

Para completar el retrato que su padre hizo de Conti, Cuervo combina imágenes, fotografías, testimonios, grabaciones originales donde el escritor lee sus relatos y habla sobre su pasión por la vida y la literatura, algunas recreaciones ficcionales de recuerdos y momentos del pasado, además de juegos poéticos y animaciones de objetos al estilo del gran surrealista checo Jan Svankmajer.

“Lo que definitivamente no quería hacer era un documental únicamente con testimonios sobre Haroldo, porque me parecía que eso era matarlo de nuevo. Yo quería que él estuviera vivo en la película, que apareciera todo el tiempo hablando por sí mismo e incluso equivocándose. No quería hacer un documental tradicional”, recordó el director.

Finalmente, el realizador definió al escritor como “un vagabundo que se escapaba todo el tiempo de cualquier tipo de encasillamiento. Era un ser muy grande de espíritu y muy despojado de lo material. Estaba tan alejado de todo eso, era un ser súper espiritual, tan particular que no lo podría definir”.

 

El hallazgo del primer cuento  

ndrés Cuervo reveló que durante la filmación encontró casualmente el original del primer cuento del escritor, “La virgen de la montaña”, que escribió cuando todavía estaba en la escuela. La anécdota, que Cuervo narró en el prólogo de una edición de la obra de Conti donde está incluido ese cuento, se remonta al rodaje del documental, cuando el cineasta llegó al colegio salesiano donde el escritor había cursado sus estudios primarios, con la intención de buscar testimonios y documentos sobre su trayectoria.
“Encontré un primer cuento que Conti escribió cuando era chiquito y estudiaba en un colegio salesiano. Le pregunté al cura que me recibió si tenían algo de la época, fuimos a un archivo y descubrimos la revista Palestra, donde los alumnos escribían e ilustraban sus cuentos”, recordó. Y añadió: “Allí me encontré con «La virgen de la montaña», que es el primer cuento de Conti publicado. Para mí fue súper emocionante, lo sentí muy cercano, como si hubiera estado esperando todos esos años para contármelo”.
Ese primer relato de Conti, una leyenda sobre un flautista que escala una montaña para ver a la virgen y, al morir allí, su flauta queda abandonada y es tocada por el viento, está incluido en una colección de los cuentos completos de Conti editada por Emecé.

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